Débiles

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Las Katanas cayeron de sus manos sin fuerzas, esto debía ser una pesadilla, eso era, no había otra razón.

Tomioka observaba el cálido cielo por el cual se había desplazado el ave con los brazos caídos a lo largo de su costado. Las lágrimas habían comenzado a brotar de sus azules ojos, los que en este momento, realmente parecían un mar, un profundo mar que lo estaba ahogando en llanto.

- Urokodaki-sama - dijo serio sin apartar la vista del cielo - esto no puede ser verdad. Makomo y Shinobu no son mujeres débiles.. - volteó su mirada hacia el hombre, hacía muchos años que su maestro no había visto esa expresión en el rostro del muchacho, la única vez fue cuando le habían encontrado hace muchos años atrás, cuando acababa de perderlo todo.. - Maestro.. Dígame que esto no está pasando.. -.

Urokodaki apartó la vista, la expresión en el rostro del muchacho le estaba desgarrando hasta lo más profundo del alma.

"No son mujeres débiles"...

Las palabras de Tomioka se repetían una y otra vez en la mente de Sabito, recordándole automáticamente su última conversación que tuvo con Makomo antes que esta partiera a su primera misión.

Sabito cayó al piso, no sentía fuerzas en sus piernas, ni en sus brazos, en ninguna parte de su cuerpo.

Un estruendoso grito por parte del muchacho resonó en aquel lugar. Las lágrimas que por tantos segundos habían sido reprimidas finalmente ganaron aquella lucha y se deslizaban sin cesar por su pálido rostro.

En eso, Tomioka recogió su Nichirinto, la cual no hacía mucho que le había sido otorgada, la colocó en su guarda y sin decir palabra comenzó a correr.

¿Se han preguntado cuanto puede correr una persona cuando sufre una descarga de adrenalina?

El estaba a punto de descubrirlo..

Comenzó a atravesar todo el bosque a su paso, saltaba de rama en rama, de roca en roca, cruzó aquel torrentoso canal que dividía la pequeña pradera. Solo tenía un objetivo en su mente.
Corrió, corrió sin saber de donde provenían sus fuerzas, corrió como nunca antes lo había hecho, como si de ello dependiera su vida.

"No puede ser cierto, esto no puede ser cierto.."

Sin darse cuenta de lo rápido que lo había hecho, en media hora había llegado hasta aquel lugar, el único que podía decirle que todo esto era mentira.. La Finca Mariposa.

Pero al llegar podía sentir como su mundo de derrumbaba al ver a todas las damas vestidas de un melancólico tono negro.
Empezó a caminar casi zigzageando por los jardines de aquel lugar, podía ver a todas las mujeres que trabajan en aquel sitio con un semblante caído. Siguió avanzando hasta llegar a la pequeña fuente ubicada en el jardín principal, y la última luz de esperanza que se mantenía alumbrando su vida se apagó por completo en el momento en que vio a Kanao llorando sin consuelo en los brazos de una de las damas de alto rango.

Apoyó su espalda en el muro que se encontraba tras de si, sentía que estaba perdiendo la conciencia por lo débil que comenzaba a sentirse. Lentamente se fue deslizando hasta caer sentado al suelo. Cabizbaja podía sentir a las damas transitar de un lado a otro, nadie había notado su presencia en aquel lugar, no en medio de todo ese ajetreo que se estaba viviendo.

"Shinobu-San.. Prometí que jamás volvería a abandonarte.. ¿Por qué te has ido así?..."

Ahogado entre sus lágrimas y sollozos, Tomioka Giyuu quedó ahí sentado, destruido, sintiendo que hasta los latidos de su corazón dolían muy profundamente en su pecho.

(.....)

- ¡Kanae-neesan! - corrió hasta quedar envuelta en los brazos de su hermana, las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas - no sabes cuanta falta me has hecho.. Cada día.. Cada instante.. En mi cumpleaños.. -.

"La luna está preciosa" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora