Capítulo XIX. Nuevos en San Diego.

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El vuelo para San Diego duraba 8 horas, 8 horas de estar sentado, 8 horas de ver el cielo por la ventanilla, 8 horas de escuchar a un bebé llorar, 8 horas de como sus hermanos se peleaban por cual de todo los Pokémon es el mejor. 8 horas que milagrosamente Asbel pudo soportar.

Cuando el avión aterrizó y bajaron de él todo era muy distinto, el aeropuerto era mas grande y muchas personas se movían de un lado a otro.

— Chicos no se separen —pidió Roger a sus hijos menores quienes estaban entretenidos viendo como era el lugar.

— Chicos haganle caso a papá —dicto Asbel serio.

Los menores lo vieron y fueron tras su hermano mayor, ambos le tomaron la mano a Asbel, Adrián de la izquierda y Dylan de la derecha y así los tres hermanos fueron caminando detrás de sus padres que habían tomados de las manos también.

Fueron por sus pocas maletas y al salir tomaron un taxi para y a su nueva casa.

Cuando Evan pudo encontrar a un taxi libre se acercó al vehículo amarilla y preguntó.

— ¿Puede llevarnos? —pregunto Evan algo dudoso.

— Claro señor, ¿nuevos por aquí? —pregunto el taxista.

— De hecho si —respondió Evan.

— De vacaciones con sus familia y su... —al ver a Roger arqueo la ceja—, ¿tío o amigo?

— De hecho nos vinimos a vivir con mi familia aquí y él es mi esposo señor, no mi hermano —respondió Evan riendo.

— Bueno en ese caso les daré un mini tour por la ciudad.

El taxista sonrió amable y se bajó para ayudar a Roger a meter las maletas en la cajuela. Cuando todos se subieron evan le dio la dirección.

— Vaya vivirán en la mejor zona de San Diego —dijo el taxista—, ¿tienen dinero no es cierto?

Evan y Roger se rieron.

— No es para tanto, solo trabajamos muy duro —respondió Roger al taxista.

— ¿Y sus hijos son todos de ustedes o son adoptivos? —preguntó y el ambiente se tensó.

Evan y Roger no miraban esa diferencia como los demás ya todos son sus hijos, Adrián entraría como el adoptivo pero ellos lo ven como hijo propio, como si hubieran nacido de ellos.

— Son nuestros —respondio— ellos son nuestros hijos, nuestras adoraciones.

—Diganos, ¿ustedes tiene hijos? —pregunto Roger y el taxista asintió.

— Si tres también, dos mujercitas y un varón, solo que el varón me salió gay fíjese —dijo el taxista, luego se apeno por lo que dijo, o más bien de la manera que lo dijo—, perdónenme ustedes me entienden.

— Si señor pero su hijo no tuve elección el nació así y no lo diga de esa forma despectiva, el sigue siendo su sangre y su hijo a ustedes lo quiere —habló Roger como psicólogo—, ¿usted se entero o el se lo dijo?

— El lo dijo primero, y me incomoda porque ya no se como tratarlo, ya ni se temas de conversación podemos tener.

Evan se mordió el labio inferior algo enojado, sin embargo dejó que su esposo hablará.

— Señor su hijo sigue siendo su hijo, la incomodidad no es solo para usted y su familia sino también para su hijo. El se atrevió en abrirse con ustedes porque pensó que podían apoyarlo; así que eso deben de hacer, ¿no sabe las cifras de cuantos adolescentes se suicidan por rechazo por parte de su familia?

Lo Que Casi Nos Destruye©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora