Adam se estaba levantando cuando sintió la falta de alguien importante en la cama. Abrió sus ojos y en efecto Elías no estaba, cosa que no le gustó a Adam pero al poco rato Elías iba entrando a la habitación con dos tazas de café y biscochos para comer.
— Buen día dormilón —dijo el menor acercándose a la cama y dandole una taza a Adam.
— Gracias —dijo dándole un sorbo a la taza—, ¿qué hora es?
— A penas son las ocho y media —respondió viendo el reloj en la pared.
Ayer por la noche Adam y Elías se detuvieron a pasar la noche en un motel a solo quince minutos de Southwest, pasaron la noche y platicaron un poco en el proceso hasta que se quedaron los dos profundamente dormidos.
— Hay que arreglarnos y pagar la noche he irnos —dijo al mayor comiendo un bizcocho del plato que estaba en medio de la cama.
— Ya pagué, solo debemos irnos después de comer —dijo dándole un mordisco al bizcocho que tenía en las manos.
— ¿Cómo que ya pagaste? —preguntó
— Si, cuando baje por el café y los bizcochos decidí pasar y pagar de una vez. Solo dejamos la llave en recepción y no hay ningún problema.
— Eres increíble, pero te devolveré el dinero cuando saque efectivo.
— No es necesario Adam no fue tanto dinero —respondió restándole importancia terminando de tomar su café—, Vístete y nos vamos —dijo Elías tomando su celular, billetera y llaves.
Adam termino de comer y de beber su café, se vistió con la ropa que traía ayer y en una carrera tendió la cama. Elías por otro lado estaba en el celular viendo la plataforma de su facultad recordaba haber visto unos curso a los cuales le llamaban la atención, pero fue interrumpido por Adam con su voz penetrante y sensual.
— Ya podemos irnos amor —dijo tomándolo de la cintura detrás de él.
Este sonrió y se voltió.
— Vámonos entonces —dijo besando sus labios fugazmente y entregándole las llaves del vehículo. Ambos salieron del cuarto y bajaron a la recepción a dejar la llave de la misma, se despidieron del la mujer encargada de la recepción y después caminaron hacia donde estaba el Veloster blanco.
Adam conducía y Elías iba viendo el panorama a través de su ventana muy consentrado. Aunque su consentración estaba más en como reaccionaria su mejor amigo de verlos. En especial a Adam.
— ¿Que tienes Eli? —preguntó Adam viendo de reojo a su chico consentrado viendo la ventana.
— Nada —contestó sin dejar de pensar.
— Mentiroso, te conozco algo tienes —el rubio posó una de sus manos en la pierna del menor.
Esté suspiró, sabía que a él nada podía ocultarle.
— Estoy nervioso Adam —confesó—, no sé cómo reaccione Asbel de vernos, de verte —recalcó—, no sé cómo vaya a reaccionar.
— Tranquilo verás que nada malo pasará. Asbel es algo difícil he intenso pero el sabe que culpa nuestra no es. Nosotros vinimos por el, no en nombre de Luke.
— Si eso lo sé. Nosotros vinimos por él para apoyarlo y verlo por última vez antes de que se vaya a San Diego —sonaba triste.
— Hey no digas esos Eli, lo volverás a ver en muchas ocasiones. Será tu padrino en la boda y será el tío de los hijos que lleguemos a tener. Siempre lo tendrás y el siempre te tendrá. Ustedes son amigos, mejores amigos de hecho y dudo que una distancia los divida.
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Lo Que Casi Nos Destruye©
RomanceSegunda parte de la Trilogía Lo Que... « Donde hubo amor cenizas quedan... » Tras una amenaza del pasado y un nuevo año de universidad. Asbel y su familia tuvieron que mudarse y empezar en otra ciudad, dejando atrás todo lo que amaba incluyendo a Lu...