Capítulo XIV. Amigos de visita

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Adam se estaba levantando cuando sintió la falta de alguien importante en la cama. Abrió sus ojos y en efecto Elías no estaba, cosa que no le gustó a Adam pero al poco rato Elías iba entrando a la habitación con dos tazas de café y biscochos para comer.

— Buen día dormilón —dijo el menor acercándose a la cama y dandole una taza a Adam.

— Gracias —dijo dándole un sorbo a la taza—, ¿qué hora es?

— A penas son las ocho y media —respondió viendo el reloj en la pared.

Ayer por la noche Adam y Elías se detuvieron a pasar la noche en un motel a solo quince minutos de Southwest, pasaron la noche y platicaron un poco en el proceso hasta que se quedaron los dos profundamente dormidos.

— Hay que arreglarnos y pagar la noche he irnos —dijo al mayor comiendo un bizcocho del plato que estaba en medio de la cama.

— Ya pagué, solo debemos irnos después de comer —dijo dándole un mordisco al bizcocho que tenía en las manos.

— ¿Cómo que ya pagaste? —preguntó

— Si, cuando baje por el café y los bizcochos decidí pasar y pagar de una vez. Solo dejamos la llave en recepción y no hay ningún problema.

— Eres increíble, pero te devolveré el dinero cuando saque efectivo.

— No es necesario Adam no fue tanto dinero —respondió restándole importancia terminando de tomar su café—, Vístete y nos vamos —dijo Elías tomando su celular, billetera y llaves.

Adam termino de comer y de beber su café, se vistió con la ropa que traía ayer y en una carrera tendió la cama. Elías por otro lado estaba en el celular viendo la plataforma de su facultad recordaba haber visto unos curso a los cuales le llamaban la atención, pero fue interrumpido por Adam con su voz penetrante y sensual.

— Ya podemos irnos amor —dijo tomándolo de la cintura detrás de él.

Este sonrió y se voltió.

— Vámonos entonces —dijo besando sus labios fugazmente y entregándole las llaves del vehículo. Ambos salieron del cuarto y bajaron a la recepción a dejar la llave de la misma, se despidieron del la mujer encargada de la recepción y después caminaron hacia donde estaba el Veloster blanco.

Adam conducía y Elías iba viendo el panorama a través de su ventana muy consentrado. Aunque su consentración estaba más en como reaccionaria su mejor amigo de verlos. En especial a Adam.

— ¿Que tienes Eli? —preguntó Adam viendo de reojo a su chico consentrado viendo la ventana.

— Nada —contestó sin dejar de pensar.

— Mentiroso, te conozco algo tienes —el rubio posó una de sus manos en la pierna del menor.

Esté suspiró, sabía que a él nada podía ocultarle.

— Estoy nervioso Adam —confesó—, no sé cómo reaccione Asbel de vernos, de verte —recalcó—, no sé cómo vaya a reaccionar.

— Tranquilo verás que nada malo pasará. Asbel es algo difícil he intenso pero el sabe que culpa nuestra no es. Nosotros vinimos por el, no en nombre de Luke.

— Si eso lo sé. Nosotros vinimos por él para apoyarlo y verlo por última vez antes de que se vaya a San Diego —sonaba triste.

— Hey no digas esos Eli, lo volverás a ver en muchas ocasiones. Será tu padrino en la boda y será el tío de los hijos que lleguemos a tener. Siempre lo tendrás y el siempre te tendrá. Ustedes son amigos, mejores amigos de hecho y dudo que una distancia los divida.

Lo Que Casi Nos Destruye©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora