Capítulo 21

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Hiroshi vio el lujoso auto negro cruzar la reja y detenerse frente a la casa

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Hiroshi vio el lujoso auto negro cruzar la reja y detenerse frente a la casa. Su padre, Akihiro Sakura, se bajó del asiento trasero con toda la seguridad y ese aire que inspiraba respeto que lo caracterizaban. Portaba —como siempre— un elegante traje negro. Era un hombre alto y robusto, temido por sus rivales e idolatrado por sus aliados, que junto a su tío Kentaro, había logrado mantener intacta la memoria y el legado de su difunto abuelo.

Todos se alegraban de verlo luego de su temporada en Japón, su país natal, sobre todo Hiroshi y su hermana. Ambos se acercaron y lo saludaron haciendo una pequeña reverencia, seguida de un abrazo de Hikari.

Luego de que su padre saludara cordialmente a todos sus hombres, los tres pasaron al interior de la casa y se sentaron para discutir los temas más urgentes. Su padre ya estaba al tanto del problema latente con los Miyasawa, que habían sido los enemigos históricos de su familia.

—Hiroshi, hijo —le dijo—, cuéntame qué ha ocurrido luego del evento en la tienda. Tengo entendido que hubo un pequeño percance con una chica.

—Descuide, padre, ya me encargué personalmente de eso... —respondió él, y su hermana lo miró de reojo con algo de preocupación y complicidad. Sentía un respeto profundo y admiración por su padre, pero debía mantener a Astrid en secreto, pues no lo entendería. Ni siquiera él mismo entendía lo que estaba haciendo.

—Me agrada saberlo, no quiero que nuestra familia se vea envuelta en ningún escándalo desagradable con la policía.

—Eso no será un problema, padre, me he encargado de mantenerlo todo bajo control.

—Padre —los interrumpió Hikari—, hay algo más. Uno de los Miyasawa volvió anoche por Hiroshi e intentó matarlo, y también estuvieron en el casino.

Akihiro los miró un instante y se quedó pensativo.

—Sí, era de esperarse que volvieran —respondió, finalmente—, y estoy seguro de que tomarán acciones futuras.

—¡Tenemos que hacer algo al respecto! —dijo Hiroshi, dejándose llevar por su rabia hacia los Miyasawa—. Ellos comenzaron esta batalla, padre, se mudaron a nuestra ciudad e irrumpieron en nuestros negocios deliberadamente. Nos retaron, ¡tenemos que acabar con esos bastardos!

—Hijo —dijo Akihiro sin inmutarse—, tomaremos las medidas correspondientes, pero siendo cautelosos.

—¿Cautelosos? ¡Tenemos que hacer sus cabezas rodar! Eso es lo que hubiera hecho el abuelo, ¡así se construyó el imperio Sakura!

—Hiroshi —lo reprendió su padre elevando ligeramente la voz, y él comprendió que se había excedido—. Mi padre, tu abuelo, construyó este imperio con inteligencia, no solo con sangre de sus enemigos. Supo ganar guerras en momentos de hostilidad, pero también supo firmar acuerdos en momentos de paz. Eso es lo que haremos, usar nuestra inteligencia.

Hiroshi suspiró profundo y luego asintió. Hikari se mantenía en silencio y con la cabeza baja, ella odiaba ese tipo de situaciones.

—De acuerdo, padre —dijo Hiroshi, finalmente—, se hará como usted considere sea correcto...

—No espero menos —sentenció Akihiro—, pero debemos ser precavidos mientras el problema no esté resuelto.

—Ya le he dicho a Hikari que no puede salir sin nosotros —le informó.

—Eso no es justo, padre —se quejó ella—, yo también soy una Sakura y sé protegerme.

—Eso me consta, hija —respondió Akihiro sin mostrar ninguna emoción—. Pero ustedes saben mejor que nadie que hasta el fin de esta guerra ninguno de nosotros estará verdaderamente seguro, así que tu hermano tiene razón, permanecerás en casa.

Hikari se tensó al escuchar la decisión final de su padre, pero ambos sabían que Akihiro nunca cambiaba de opinión, así que solo le restaba guardar silencio y respetar su voluntad.

—Bueno. —Akihiro se levantó de su asiento y él y su hermana lo siguieron—. Eso es todo por ahora. Voy a descansar un poco, fue un viaje largo. Hiroshi, luego discutiremos mejor una posible solución para el problema con los Miyasawa.

—De acuerdo, padre —asintió—, que descanse.

—Nos vemos luego, padre —dijo su hermana con una pequeña sonrisa en los labios.

Akihiro suavizó su expresión y asintió ligeramente. Luego salió de la habitación dejándolos solos.

—¿Enloqueciste, acaso? —le preguntó Hikari, incrédula—. ¿Ahora contradices a nuestro padre?

—Él está en un error, Hikari, la solución con los Miyasawa nunca será la paz.

—¡Pero contrariándolo no vas a lograr nada!

—Lo sé, lo siento.

—Y... —Ella soltó un bufido y agregó en un tono sarcástico—: ¿Ya te encargaste personalmente de eso? ¿Vas a dar lugar a que se entere que tienes a esa chica encerrada aquí mismo en nuestra casa? ¡Tienes que hacer algo, Hiroshi!

—¡Ya lo sé, maldita sea! —respondió él con impotencia—. Solo necesito tiempo para pensar en algo, ya te lo dije.

—Astrid ni siquiera ha querido comer nada, no probó la comida que le dejé en la mañana. ¿Vas a dejarla que muera del hambre?

—No, para eso pedí tu ayuda, para que no permitas que nada le ocurra.

Hikari puso los ojos en blanco.

—Como sea —le dijo—, lo intentaré, pero no pienso prestarme mucho más para este juego. Toma una maldita decisión de una vez.

—Hikari, tenemos problemas muchos más serios que Astrid ahora. Por favor, cuida de ella mientras no estoy, no permitas que haga nada estúpido.

—Lo haré, Hiroshi, lo haré, aunque esto sea una locura. —Suspiró profundo y lo miró con preocupación—. Tú solo ten cuidado y regresa a salvo...

—No te preocupes por mí, estaré bien.

¡Gracias por leer!
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Este capítulo estuvo especialmente dedicado a LauraMoreno96
❤️

El ángel de la muerte (Antes llamada "El último dragón rojo") © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora