—Hola... —susurró Joshua entrando a la habitación de Rose. Ella estaba hecha un ovillo en su cama, no había salido de ahí los últimos días.
—Hola... —respondió ella con voz llorosa. Joshua caminó hasta su lado y se puso en cuclillas para mirarla a los ojos.
—¿Qué tal estás hoy?
—Yo... —Su voz se quebró y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. Él entendía perfectamente su dolor—. La extraño mucho...
—Lo sé, también yo... Pero tienes que levantarte de la cama y comer algo, Rose, tu madre me ha dicho que no te estás alimentando bien.
—No tengo apetito... —Rose se incorporó despacio en la cama y le preguntó entre sollozos—: ¿Crees realmente que la policía la encuentre? Lleva casi cinco días desaparecida... ¿Crees que volvamos a verla alguna vez?
—Por supuesto que sí, Rose, es solo cuestión de tiempo.
Joshua trató de sonar lo más convincente posible, aunque muy dentro rogaba por estar en lo correcto. Astrid tenía que seguir viva en algún lugar. Pero él dudaba que la policía lograra hacer algo contra esa familia de mafiosos, o al menos no lo harían si no contaban con pruebas irrefutables, pruebas que él pensaba encontrar. Sin embargo, Rose estaba lo suficientemente afectada ya como para agobiarla con esas ideas, por lo que se sentó a su lado en la cama y le regaló una pequeña sonrisa.
—¿Recuerdas el día que nos conocimos? —le preguntó y ella sonrió ligeramente entre lágrimas.
—Claro... un idiota había pegado goma de mascar en mi cabello y Astrid estaba ayudándome a quitarla... Tú nos prestaste las tijeras porque no quedó otra opción que cortarlo...
—Exacto, y luego lloraste tanto por haber dañado tu perfecto cabello que Astrid y yo decidimos cortarnos un pequeño mechón cada uno para demostrarte que no era tan malo...
Ambos rieron un instante con el cálido recuerdo.
—Sí —dijo la chica—, ustedes no entendían lo importante que es mi cabello para mí, y aún sufro al recordarlo.
—¿Rose? —preguntó Joshua—. ¿No me odiarás si te confieso algo?
—Supongo que no... ¿qué es? —Ella lo miró con curiosidad y él le sonrió.
—Es que... yo fui el idiota que te pegó la goma de mascar...
—¿Qué? —gritó Rose, incrédula, y Joshua soltó una carcajada por primera vez luego de muchos días al ver su reacción.
—Lo siento, no me odies, fue una apuesta con el chico que se sentaba a mi lado en el salón. Pensábamos que eras una niña muy llorona y egocéntrica, y teníamos razón, en el buen sentido, claro.
—O sea que todo fue para fastidiarme. —Rose seguía molesta—. Y, ¿por qué te cortaste el cabello después?
—Es que... me sentí culpable, lloraste mucho.
—Eres un idiota, Joshua, llevo toda mi vida odiando al que hizo eso sin saber que lo tenía a mi lado. —La chica sonrió y lo golpeó con un oso de peluche que siempre tenía sobre su cama—. ¡Deja que se lo cuente a Astrid!
Por un segundo pareció que todo el aire existente en la habitación se esfumó, porque ambos dejaron de respirar. Rose reflexionó sobre sus palabras y sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas. Sin embargo, Joshua trató de restarle importancia:
—Pues ella seguro se ríe, fue algo divertido, después de todo... Además, si yo no hubiera hecho eso no nos hubiéramos conocido, y me estaría perdiendo a mi desequilibrada favorita...
Joshua le hizo cosquillas a Rose hasta que la chica se vio obligada a levantarse entre risas de la cama. Ese era su trabajo después de todo, ¿no? Cuidar de Rose y de Astrid.
—¿Sabes? —dijo ella luego de un instante y volvió a sentarse—. A veces me siento culpable... estaba borracha esa noche y no pude hacer nada...
—Rose... —dijo y suspiró profundamente—. No te sientas así, no es tu culpa... Yo no estaba borracho y tampoco pude hacer nada para protegerla... Pero vamos a encontrarla, y ella nos perdonará por eso.
—Me siento muy sola sin ella...
—Pero no lo estás. Tienes a Tommy, que tiene un par de tornillos sueltos, pero que sé que siempre se preocupará por ti...
—Lo sé, y también te tengo a ti, ¿no?
Joshua trató de sonreírle con todas sus fuerzas y luego la abrazó, como si ese fuera el último abrazo que se darían.
—Sí, también me tienes a mí, ambas me tienen... —le susurró al oído.
Rose asintió con la cabeza mientras aún se abrazaban, y Joshua perdió su mirada en la vista más allá de la ventana. Desde ahí podía ver parte del centro de la ciudad, donde estaba el lugar infernal que visitaría muy pronto, solo desde que verificara qué tipo de evidencia necesitaba específicamente la policía para poder intervenir. Días difíciles le aguardaban, y solo esperaba ser lo suficientemente fuerte y listo para cumplir su objetivo —lo cual no sería nada fácil—.
Pero Astrid lo necesitaba, y él no desistiría hasta llegar al final, cualquiera que este fuera.
¡Gracias por leer!
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Este capítulo estuvo especialmente dedicado a user11771885
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El ángel de la muerte (Antes llamada "El último dragón rojo") © [✓]
Mystery / Thriller"La venganza es el manjar más sabroso condimentado en el infierno". -Walter Scott. ** Una chica inocente se ve envuelta por azar en un sangriento ajuste de cuentas de miembros de la mafia japonesa, conocidos como los "Dragones Rojos". A partir de es...