Capítulo 52

1.8K 297 54
                                    

Hiroshi se sintió algo extraño al regresar a su casa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Hiroshi se sintió algo extraño al regresar a su casa. Había pasado solo una semana fuera, pero esos días habían sido una eternidad para él. No había llamado a su hermana como le había prometido antes de marcharse, por el simple hecho de que no sentía deseos de hablar con absolutamente nadie. Pero ya había llegado la hora de volver, no podía seguir dilatando su regreso.

El último día en su ciudad de origen lo había pasado casi por completo mirando a lo lejos, desde su auto, la enorme y desolada casa donde solía vivir John Sigler. Tenía un millón de interrogantes en su cabeza, pero solo había una a la que realmente le temía: ¿Cómo hubiera sido su vida si no se hubiera convertido en un Sakura?

Su hermana lo recibió con un enorme abrazo, había estado muy preocupada por él, pero sus pies lo llevaron como por inercia hasta la puerta de otra habitación. Abrió despacio, y lo primero que vio fueron unos enormes ojos color miel que lo miraron de pies a cabeza como si de una fantasía se tratase.

—¡Hiroshi! —gritó Astrid y se lanzó a sus brazos—. No puedo creer que has vuelto...

Hiroshi sonrió y la envolvió en un fuerte abrazo. Ella era probablemente la única certeza que tenía en su vida en ese momento.

—Yo siempre cumplo mis promesas, princesa rebelde —dijo, apoyando su cabeza sobre la de Astrid y percibiendo ese dulce olor que ella emanaba y que tanto había extrañado.

—Estaba muy preocupada por ti —admitió ella separándose un poco de su pecho y mirándolo a los ojos.

—Lo sé, pero ya todo está bien, ya estoy de vuelta...

Astrid asintió y se sentó en el borde de la cama. Él permaneció de pie con la vista fija en ella.

—Hikari me dijo que no estuviste sintiéndote bien —le dijo.

—Fue solo una tontería —respondió ella—. Estaba nerviosa, eso es todo.

—De acuerdo... Yo... tengo un par de cosas que hacer aún, luego volveré por aquí...

La chica asintió una vez más y él salió de la habitación y bajó las escaleras. La paciencia no era definitivamente una de sus virtudes, sobre todo cuando algo lo atormentaba.

Se detuvo frente a la oficina de su padre y respiró profundo antes de tocar y ser llamado a entrar. Saludó a su padre con una reverencia, y luego tomó asiento en uno de los sillones frente al escritorio.

—Me alegra que hayas regresado, hijo —dijo Akihiro en un tono que no revelaba ninguna emoción—. Tardaste más días de lo planeado y no te comunicaste en ningún momento con nosotros. Espero al menos que hayas cumplido la misión cabalmente.

—Así fue —respondió Hiroshi, secamente—, siempre cumplo las misiones cabalmente, «padre».

—¿Está todo bien, hijo? —Akihiro lo miró fijamente a los ojos, pero él no cedió ni un instante.

—Sí, ¿qué podría estar mal? —Hiroshi se acomodó en el asiento sin desviar la mirada—. Solo tengo una pregunta, padre.

—Te escucho.

—¿Por qué tenía que ser específicamente yo quien asesinara a John Sigler? —soltó, y la expresión de su padre flaqueó brevemente mostrando asombro al escucharlo. Luego se inclinó hacia atrás en su sillón y entrelazó los dedos de ambas manos.

—¿Por qué crees que fuiste tú el elegido? —respondió Akihiro luego de un instante—. Fuiste enviado porque eres mi primogénito, Hiroshi, y no confiaba en nadie más que en ti para hacerle justicia a la memoria de tu tío y de tu abuelo. Comprendes eso, ¿no es cierto?

—Lo comprendo perfectamente, padre.

—Pues me alegra que así sea, y también que hayas regresado. Tu tío llamó esta tarde, tenemos serios problemas allá y mañana mismo estaré partiendo hacia Japón. Tienes que encargarte de todo como siempre, y proteger a tu hermana. Podemos contar contigo, ¿no es cierto?

Hiroshi suspiró profundo y se puso de pie antes de responderle:

—Por supuesto que sí, padre, usted siempre puede contar conmigo. —Akihiro asintió y él avanzó hacia la salida, pero se detuvo y lo miró una vez más—. Padre... ¿cuál era mi nombre cuando fui... adoptado?

—¿Importa, acaso? —replicó Akihiro, sin otorgarle demasiada relevancia a su pregunta—. Lo que verdaderamente importa es tu nombre ahora, Hiroshi, y todo el orgullo que conlleva ser un Sakura. Tú dejaste de ser ese bebé hace mucho tiempo, y te convertiste en el futuro líder de los «Dragones Rojos». Eso es lo único que «jamás» puedes olvidar...

—No lo haré, padre —respondió con firmeza—. Yo «siempre» le haré honor a mi nombre...

¡Gracias por leer!
No olvides regalarme tu estrellita si te gusta la historia.
Este capítulo estuvo especialmente dedicado a kullespin90
❤️

El ángel de la muerte (Antes llamada "El último dragón rojo") © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora