El ángel de la muerte (Antes llamada "El último dragón rojo") © [✓]

Capítulo 48

Astrid repetía la frase una y otra vez en su cabeza tratando de memorizarla, pero el japonés era realmente complicado. Llevaba más de una hora sentada en la cama con el libro entre sus piernas, pues le molestaba un poco no poder dominar aquel nuevo idioma, y no pensaba desistir.

La puerta de la habitación se abrió y ella ni se molestó en mirar, sabía perfectamente quién era.

—Bien —le dijo Hiroshi en un tono burlón y se acostó a su lado, apoyado sobre su codo izquierdo—, ¿ya sabes decir algo?

—Hai —respondió ella—. Watashinonamaeha Asutoriddodesu.*

—Dios, Astrid —se burló Hiroshi—, tu pronunciación apesta. Es peor que la de un niño pequeño, tan mala que acabas de soltar un disparate.

El chico rompió en una carcajada divertida y ella lo atravesó con la mirada, se estaba esforzando mucho. Al ver que no paraba de reír, tomó el libro y lo golpeó, justo sobre la venda del brazo.

—¡Auch! —se quejó él y se alejó un poco—. Deja la violencia, princesa.

—Lárgate, Hiroshi, estoy intentando aprender y tú solo me interrumpes.

—Sí, ya sé que mi presencia te descontrola... —Le sonrió perversamente. Ella lo miró, incrédula, y luego volvió a intentar golpearlo, pero esa vez él se movió más rápido y no consiguió alcanzarlo.

—¿Qué diablos quieres, Hiroshi? —le preguntó con hastío y cerró el libro. Su tiempo para estudiar había concluido, al parecer, al menos mientras él estuviera ahí—. ¿Viniste solo a molestarme?

—No, realmente. Vine, de hecho, porque tengo algo que decirte.

—¿Ah, sí? —Ella elevó una ceja—. ¿Y qué es eso tan importante?

—Pues... —El chico suspiró profundo y su semblante se tornó algo serio—. Estaré lejos unos días.

—¿En serio? —preguntó Astrid y sonrió irónicamente—. ¡No puedo creer que me libraré finalmente de ti!

—Venga, Astrid —respondió él mientras le pellizcó suavemente la mejilla—, todos sabemos lo mucho que me echarás de menos...

—Sigue soñando... —dijo ella y le apartó la mano.

Sin embargo, muy en el fondo le preocupaba un poco el hecho de que él se marchara. Akihiro había regresado de Japón y a ella no le causaba mucha gracia quedarse sola sin Hiroshi que la protegiera. Pues, sí, le costaba reconocerlo, pero él era su única garantía en ese lugar.

—Y... ¿a dónde vas? —inquirió ella con algo de curiosidad.

—Pues... tengo un trabajo muy importante que hacer para mi familia, pero es en la ciudad donde nací, casi al otro extremo del país. Por eso tardaré algunos días en regresar.

—Un... ¿«trabajo»? —Él la miró a los ojos y Astrid supo que esa era una pregunta estúpida. Era obvio que lo que fuera a hacer involucraría sangre y muertes, prefería mejor ni saber—. De acuerdo... No es que vaya a ir a ningún lugar... Supongo que Hikari permanecerá conmigo.

—Así es, ella cuidará de ti mientras yo no esté. Cualquier cosa que necesites se la puedes pedir. —Ella asintió y él se levantó de la cama y caminó hasta la salida—. Bueno, supongo que eso es todo, así que te dejaré para que hagas algo con ese terrible acento que tienes.

El chico rio una vez más y ella le mostró el dedo medio. No obstante, lo llamó haciéndolo detenerse:

—Hiroshi... —dijo y dudó un instante sobre lo que iba a decir, pero luego suspiró profundo y le habló casi en un susurro—: Solo... vuelve aquí, ¿de acuerdo?

Él la miró a los ojos, evidentemente sorprendido por sus palabras. No era para menos, ni ella sabía de dónde habían salido. Sin embargo, Hiroshi se le acercó en silencio y le acarició la mejilla sin dejar de observarla.

Luego le sonrió y, por primera vez, no fue una sonrisa burlona o perversa. Fue una sonrisa pequeña, pero tan genuina que le causó a Astrid un pequeño cosquilleo en el estómago.

—Descuida, princesa rebelde —le susurró—, yo «siempre» voy a volver contigo...

*Sí, mi nombre es Astrid.

¡Gracias por leer!
No olvides regalarme tu estrellita si te gusta la historia.
Este capítulo estuvo especialmente dedicado a -Sunflower-Ss
❤️