A Astrid le agradaba Hikari. Ella no hablaba mucho, generalmente entraba y salía del cuarto como una sombra. Pero tampoco era como el resto de su familia, era más cordial y le inspiraba cierta confianza. Astrid pensaba que quizás en otra situación podrían incluso ser amigas, y le daba la impresión de que a la pequeña pelinegra tampoco le agradaba demasiado permanecer en casa todo el tiempo.
—No he visto a tu hermano hoy —dijo Astrid mientras Hikari le dejaba la cena. La chica la miró con extrañeza.
—¿Le echas de menos, acaso?
—¿Qué? —chilló Astrid—. ¡Por supuesto que no!
—¿Por qué preguntas, entonces?
—Es que... no ha venido a molestarme en todo el día, y eso es algo bastante inusual...
—Ah... —dijo Hikari y se sentó a su lado en el suelo—. Es que él y mi padre han estado ocupados, mañana es un día importante.
Su tono de voz indicaba que ella estaba cualquier cosa menos feliz por lo que fuera que ocurriría al día siguiente, lo cual despertó la curiosidad de Astrid.
—Y... ¿eso por qué?
Hikari permaneció en silencio un instante con la mirada fija en el suelo, y luego suspiró pesadamente.
—Mañana mi familia y la familia Miyasawa firmarán un acuerdo de paz... —respondió, finalmente, y dejó a Astrid algo confundida.
—Pero... ¿no me dijiste que ellos asesinaron a tu madre? ¿Cómo pueden firmar la paz, entonces? ¿Se llevarán bien de ahora en lo adelante?
—No, eso jamás podrá ocurrir. La paz solo significa el cese del derramamiento de sangre entre ambas familias, mi padre y mi tío consideran que es lo correcto.
—Pero... tú no estás de acuerdo con eso, ¿me equivoco?
—No te equivocas —respondió Hikari con tristeza—. No puedo estar de acuerdo con algo así, jamás podría, ni tampoco Hiroshi... Pero debemos protegerlo, y mientras la hostilidad continúe, él no está a salvo. Creo que tú lo sabes mejor que cualquiera de nosotros...
Astrid recordó el evento de la noche en que Hiroshi la había secuestrado y al hombre que había intentado asesinarlo. También recordó el desenlace fatal de esa situación y su propia participación, pero, por algún motivo, no se sintió tan mal al respecto. Quizás porque ya sabía que aquel hombre tampoco era inocente. De cualquier modo, seguía sin comprender verdaderamente.
—Supongo que entiendo la preocupación de tu padre —dijo—, debe protegerlos a ustedes, y... la violencia no trae más que más violencia...
—No es solo eso, Astrid, si Hiroshi muere toda nuestra familia está condenada al olvido.
—¿Qué? —inquirió y miró a la chica con escepticismo—. ¿Por qué?
—Astrid... nuestro abuelo construyó todo un imperio: el imperio Sakura, el de los «Dragones Rojos», en honor a nuestros antepasados. Pero todo imperio, sin importar su poder, necesita continuadores, y nuestra familia es cada vez más pequeña, por muy doloroso que eso sea. El abuelo murió por su avanzada edad hace ya seis años, y mi tío y mi padre han hecho un gran trabajo manteniendo su legado, pero los conflictos aquí y en Japón han cobrado muchas vidas.
» Mi madre fue asesinada hace nueve años por los Miyasawa, mis dos primos mayores fueron masacrados hace dos años allá en Japón, y a mi otro tío ni siquiera logré conocerlo, murió antes de que yo naciera. Si analizas la situación, solo quedamos mi hermano y yo, y todas las esperanzas están fijadas en él.
—Oh... no sabía que Hiroshi fuera tan importante, creo que sin querer salvé todo el «Imperio Sakura» —se mofó Astrid.
—¿Y por qué crees que sigues con vida? —Hikari la observó con seriedad—. Mi padre no da segundas oportunidades, Astrid, tuviste mucha suerte.
Astrid no estaba segura de cómo sentirse al respecto, así que decidió guardar silencio un instante. Quizás sí tenía algo de suerte después de todo, no todos los días se salvaba a un heredero tan indispensable, ni todos los días tampoco se recibía un disparo por un problema totalmente ajeno. Sí, era definitivamente una chica suertuda, lo que no sabía si para bien o para mal. No obstante, había algo que no encajaba en toda la historia de Hikari.
—Hikari... entiendo que Hiroshi sea muy importante, pero... observándolo bien... él no es...
—Hiroshi es adoptado, Astrid —terminó la chica por ella.
Le causó algo de alivio no tener que preguntarlo directamente. Aunque ese era un hecho bastante obvio, el chico no compartía ningún rasgo físico con ellos, ni siquiera era asiático.
—Yo no había nacido en ese entonces —continuó Hikari—, pero nuestra madre nos contó al respecto. Él tenía dos años cuando nuestro abuelo lo encontró y salvó su vida, su familia lo había abandonado. En aquel entonces toda nuestra familia estaba conmovida por la muerte de mi tío, el hermano mayor de nuestro padre. Un conductor ebrio chocó su auto y lo dejó morir allí, ni siquiera le prestó ayuda o llamó a las autoridades.
» Sin embargo, no fue posible hacer justicia. Ese borracho era casualmente un hombre muy rico, con muchas influencias. Los Sakura llevaban muy poco tiempo en este país y, sin importar cuánto estaba dispuesto a pagar mi abuelo, nadie lo ayudó a vengar la muerte de su primogénito. Mi tío se llamaba Hiroshi, y era un hombre valeroso y honorable.
—¿Hiroshi? —preguntó Astrid, asombrada.
—Sí, Hiroshi Sakura, el primero. Por ese motivo mi familia decidió adoptar a mi hermano. Él fue como un regalo de la vida para calmar el dolor, y lo nombraron de la misma forma en honor a mi tío.
—Supongo que tu abuelo debía querer mucho a tu hermano.
—Así es, él era su favorito entre todos sus nietos, y mi hermano siempre le ha hecho honor a su nombre y a la gran responsabilidad sobre sus hombros. Hiroshi era el que más rápido aprendía las lecciones del abuelo, desde pequeño, y por eso fue preparado especialmente para que algún día tome el lugar de nuestro padre.
—Hikari, pero... él no lleva la sangre de los Sakura, ¿cómo continuará la familia?
—La familia va mucho más allá que la sangre, Astrid, se trata de honor y tradición. Mi hermano es un gran hombre, aunque no puedas entenderlo, y es un «Dragón Rojo» por excelencia, como mismo lo serán sus hijos y sus nietos...
—Y también estás tú, ¿no?
—Así es —afirmó Hikari—, también es mi deber cumplir con mi familia, y lo haré, como mismo lo hicieron mis antepasados y como mismo lo harán mis hijos.
Todo cobraba sentido para Astrid en ese momento, pues comenzaba a comprender muchas cosas respecto a la familia Sakura, como cuán importante era para ellos su honor. Eso explicaba la actitud de Hiroshi con su padre y el hecho de que se hubiera cortado un dedo. Quizás no le encontraba sentido del todo, pero veía al menos que no era algo tan descabellado como había pensado antes.
Se sorprendió a sí misma simpatizando hasta cierto punto con él y su triste historia: un bebé abandonado a su suerte. Pero eso era algo que no podía hacer. No, ella no podía olvidar su objetivo; no pertenecía ahí y tenía que escapar. Toda la historia de la familia Sakura no opacaba el hecho de que eran asesinos, y ella no debía olvidarlo.
Sí, una vez que él regresara, pondría en marcha su plan de escape.
¡Gracias por leer!
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Este capítulo estuvo especialmente dedicado a MinPark023
❤️
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El ángel de la muerte (Antes llamada "El último dragón rojo") © [✓]
Misterio / Suspenso"La venganza es el manjar más sabroso condimentado en el infierno". -Walter Scott. ** Una chica inocente se ve envuelta por azar en un sangriento ajuste de cuentas de miembros de la mafia japonesa, conocidos como los "Dragones Rojos". A partir de es...