Prólogo

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En una noche oscura, la lluvia cae sin piedad alguna, las calles están desoladas y las familias acostadas; los rayos irrumpen entre las tinieblas y los truenos resuenan en la silenciosa oscuridad.

—Es aquí — un joven de cabello rojo con dos cuernos negros se oculta lo más que puede entre las sombras que forman las farolas. Hace un movimiento con la mano y a su derecha 5 cuerpos avanzan con sigilo y rapidez hacia los puntos ciegos de las cámaras de seguridad.

—La habitación está en el tercer piso, posibles guardias y trampas — al lado del joven y con la misma vestimenta que él, llega una chica con cabellos dorados sobresaliendo sobre su capucha negra —Entramos por la ventana del segundo y despejamos los dos primeros pisos, nos encontramos cuando los tengas localizados —

Conociendo el plan, la joven se une a los 5 sujetos y se pega al muro de la edificación, con paciencia espera el momento. La cámara cambia de ángulo, un puño cerrado y varios cuerpos trepando son el inicio de otra misión...

En comparación con las demás, ésta resultó ser bastante sencilla, los sensores de movimientos habían sido fáciles de desactivar y las cámaras dejaban espacios despejados durante demasiado tiempo. Los únicos guardias que habían se quedaron dormidos en las escaleras que llevaban a cada piso, llegar al último no fue gran problema.

—¿Dónde está? — pregunta la rubia al pasar frente a dos se sus compañeros.

—Al final del pasillo giras a la derecha, los llevaron a la sala — con un asentimiento la chica camina a paso veloz encontrándose a marido y mujer arrodillados en el centro, manos en la cabeza y una katana roja apuntando al cuello del hombre.

—Por fin te nos unes, ¿Nos haces los honores? — el pelirrojo sonríe de lado pero ella tiene otros planes.

—El chico, Adam, vine por él — el joven rueda los ojos y con su índice señala una puerta entreabierta, ella escucha las súplicas de los padres, pero no les presta atención. Llega al cuarto y entra encontrándose con un rubio de ojos verdes amordazado y llorando por clemencia—De esto me encargo yo — sus dos compañeros bajan sus armas y se alejan lentamente con paso tembloroso, la conocen y saben mejor que nadie lo que aquellas palabras significan.

—¡¡Hmmm!! ¡¡Hm!!! — el rubio intenta hablar y si van a ser sus últimas palabras, ¿Por qué no? Con brusquedad y asco la chica arranca la cinta enfrentándolo con sus ojos morados—¡¡No me hagan nada!!! ¡¡Por favor!! ¡¡Se los suplico!!! —

—¿Esas son tus últimas palabras? ¿En serio? — la chica hace una mueca de desagrado — Cuando estuve en tu lugar había aceptado mi destino, no rogué por mi vida pero si por la de aquellos a quienes amaba — dicho esto, toma el cabello del rubio y lo obliga a levantar la mirada mientras mueve la muñeca y su brazalete dorado se extiende dejando ver lo que realmente es, una formidable arma para batallas a distancia y cuerpo a cuerpo.

—Te... Te lo suplico... — el llanto del joven parecen haberle secado la garganta y ahora es incapaz de gritar, sólo murmura.

—Que curioso, esas fueron las mismas palabras de Emma, ¿La recuerdas? — sin esperar respuesta, ella saca su scroll y en la pantalla aparece la foto del chico y los cargos en su contra — Violación... Asesinato... — lee casi rompiendo el teléfono de paso.

—Yo no quería... — murmura él forcejeando inútilmente, el agarre en su cabello se intensifica.

—Nos pagaron para acabar con tus padres, lo usual; corrupción, compra de falsos testigos... ¿Pero sabes qué es lo que más me indigna? ¡¡Que tapen los errores de su hijo!! ¡¡Deberías estar pudriéndote en prisión!! ¡Pero NO! ELLOS TENÍAN QUE COMPRAR AL JUEZ PARA QUE TE DECLARARA INOCENTE ¡¡¿NO ES ASÍ?!! — a medida que la conversación avanza y el tono sube, los ojos de la chica cambian de color, de un morado tranquilo a un Rojo vengativo, su pupila se alarga hasta quedar como una simple línea, una sonría amplia se forma en su cara y 4 colmillos afilados sobresalen en su boca —¡¡AHORA PÚDRETE EN EL INFIERNO!!—

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