Capítulo 33: Gané.

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|Robin|

Después de un largo rato de conversación, se había hecho tarde y Clarity ya debía volver a su casa.

–Creo que me debo ir.–dijo ella viendo la hora.

–Pero hace frío y está lloviendo muy fuerte ¿por qué no te quedas?–le preguntó mi madre.

Ella me miró y luego a mi padre.

Mi padre sólo le sonrió.

–¿Está segura, señora Buckley?–dijo Clarity con timidez.

Mi mamá asintió y ella me volvió a mirar.

–Te puedes quedar si quieres.–le dije colocando su cabello detrás de su oreja.

–Está bien, gracias.

[...]

Estábamos ambas en mi habitación jugando algunos juegos de mesa. Mis padres también se encontraban en su habitación, era tarde así que ya debían estar durmiendo.

–Sin duda fue la mejor tarde, tal vez no haya comenzado muy bien pero terminó de la mejor forma, más ahora que estoy con mi persona favorita.–dijo Clarity moviendo una pieza del juego.

La miré, lucía hermosa. Soy tan afortunada de tener a una mujer como ella a mi lado.

–No me mires así.–dijo sonrojándose.

–¿Cómo? Sólo te estoy mirando con mi cara de tonta enamorada.

Lanzó los dados.

–Te gané.–dijo refiriéndose al juego.

–Yo gané el día en que te conocí, el día que me dijiste "si, quiero ser tu novia".

Tomó el juego y lo dejó en el suelo.

–¿Por qué tienes que ser así, Robin?

–Te refieres a... ¿maravillosa?

–Eso y a que no entiendo cómo alguien como tú se pudo fijar en alguien como yo.

–Clarity.

–Si... tienes razón, tengo baja autoestima y...

–Y yo estaré aquí para recordarte lo hermosa y valiosa persona que eres.–la interrumpí.

Tomó mi mano y la acarició.

–¿Tienes sueño?–preguntó ella.

–Más o menos, ¿y tú?

–Un poco.

Me levanté a buscar un pijama para Clarity y se lo entregué.

–Gracias.–dijo recibiéndolo.

Se quitó lo pantalones y comenzó a cambiarse delante de mí.

Hice lo mismo.

Una cosa llevó a la otra y...

[...]

A la mañana siguiente, me desperté con la mejor imagen, Clarity me tenía abrazada.

Sonreí al recordar lo que había pasado en la noche, ella seguía durmiendo. Le di un beso en la frente y miré la hora.

–¡Maldición!–dije al ver que eran las 11:20.

–¿Qué pasa?–dijo bostezando.

–¡Son las 11:20!

–Hoy no trabajamos.–rió ella.

–Estoy perdida con los días, perdón por despertarte.

–No te preocupes, de todos modos es tarde para seguir durmiendo.

That's my girl | Robin BuckleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora