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Habían vuelto ya todos de la fiesta, en la limusina. Todos fueron entrando uno a uno. Abrí los ojos, estando aún en el regazo de Husk, quien acariciaba mi cabello lentamente. Niffty estaba tumbada en el otro extremo del sofá, dormida. Con el ruido que habían causado, me desperté, sin embargo intenté volver a descansar, cerrando de nuevo los ojos.
Los sonidos apenas se hacían presentes, hasta que se percataron de que Husk sí estaba despierto.
— ¿Por qué estáis aquí?—cuestionó Charlie, entre susurros.
— Las fiestas no son lo nuestro.-bromeó Husk— Bien, arriba vosotras dos.
Noté cómo algo se caía.
— ¡Ay!—escuché a Niffty quejarse.
Entonces supe que Husk la había tirado al suelo, mientras que a mí me acariciaba todavía. Esperé a que a mí me empujara también, para tirarle conmigo al suelo.
— Despierta, ________.—dijo, suavemente.
No pude evitar abrir los ojos. Me levanté de su regazo, sentándome a su lado, rascándome los ojos para poder ver más tarde con claridad.
— ¿Cómo te encuentras?—preguntó.
— Bien. Bien.—me desperecé.
Noté que me empujó del sofá. Elevé las cejas el máximo que pude, observándole. Le vi tumbándose.
— Ahora soy yo quien requiere de este sofá. Largaos.—hizo un gesto vulgar y finjió que se había ido a dormir.
— ¿______?—me llamaron.
— ¿Qué pasa?—observé a Charlie.
— Tienes los ojos un poco rojos...
— Me acabo de rascar, es normal. No te preocupes.—mentí descaradamente.
Aunque no pareció importarle mucho, se la creyó al instante.
— Bien, el afeminado amigo ya está en su cama durmiendo.—dijo Alastor bajando las escaleras— Oh, ¿aún despierta?
