━━ 𝐃𝐈𝐋𝐎 Alastor .

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Capítulo 17.
De mal a peor.

— ¿Se puede saber qué te pasa?—pregunté tras ver a Angel enrollado en las mantas y sin dejarme nada para taparme.

— Pregúntaselo a tu novio.—dijo, enfadado.

— Por última vez, no es mi puñetero novio, Angel.—intenté arrebatarle aunque fuese una simple capa.

Finalmente le convencí para que me devolviera las mantas y poder dormir, pero por supuesto que no lo dejó ahí.

— ¿Y qué habéis hecho?—cuestionó, tapándome y acurrucándose a mi lado.

— Nada importante, simplemente fuimos al club de una chica que se llama Mimzy.

— Conozco el club, no está tan mal. ¿Y qué? ¿Qué hicisteis luego?—cuestionó, entre sonrisas.

— Yo me fui a hablar con Mimzy.

— ¿Y dejaste a Alastor solo?

— Oh, no, qué va. Estaba con Rosie.

— Ya veo, ¿y por qué no quisiste estar con ellos? Le estás haciendo muchos ascos a Rosie por lo que puedo ver.

— No es mi culpa que sea una zorra maleducada.—le contesté.

— ¿Por qué? ¿Te hizo algo?

— Tío, me tiró un puñetero vaso de whisky por encima. ¡Con los putos hielitos y todo!

— Qué perra...—dijo, negando con la cabeza.

— ¿Verdad? Y aún así, Alastor insistió en acompañarla a su casa.

Angel suspiró sorprendido, al igual que probablemente ofendido por lo que había dicho.

— ¿Y luego? ¿Te ha traído aquí?

— Sí, básicamente.

— ¿Y ya está?

— No, no, en absoluto. Ahora viene la mejor parte. Y es que cuando Rosie se le estaba insinuando a Alastor...

— Para variar, vaya.—comentó, rodando los ojos.

— Bueno, ella me estaba insultando como ella siempre hace, ¿no? Y yo, que estaba hasta las narices, le devolví el abrigo a Alastor y me fui a la mierda.

— ¿Pero...?

— Calla, deja terminar. Cuando voy a volver, Rosie hace otro comentario, y Alastor la hace callar. Y me volvió a poner el abrigo por encima.

— Qué romántico.—canturreó Angel— Ojalá hicieran eso conmigo... Debería incluírlo en mi libro de fantasías sexuales.

— Angel, tío, ¿qué te pasa en la cabeza?

— El sexo nunca descansa.—dijo, acariciando mis cabellos— Pero ahora, a dormir. Has tenido muchas emociones por hoy.

— Buena idea, creo que por hoy ya ha bastado.—le contesté, quitándome el colgante para meterlo en el cajón donde estaba el anillo.