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Capítulo 23.
El diablo es así.

Alastor tomó mi mano por segunda vez tras recolocarse el monóculo. Estaba atento a la puerta de audiciones, por donde supuestamente Lucifer me recibiría.

No quería soltar a Alastor. No porque me gustara, sino por lo que pudiera ocurrir con Lucifer. Ya he tenido experiencias pasadas, y la verdad es que no han sido especialmente agradables... Sobre todo si él mismo es el que me está intentando lanzar ficha, probablemente para que su esposa le haga caso.
Me aferré al brazo de Alastor.

Él se soltó para pasar su brazo por mis hombros y acercarme a él.

— ¿Qué tenemos por aquí?—cuestionó la voz tan reconocida— El pequeño cervatillo abrazando a una humana. Pensé que eras una máquina de matar, querido, no un fuckboy.—sonrió, pasando por nuestro lado— Pero por supuesto, yo a ti no te quiero ver ni en pintura. La quiero a ella.

— Con el debido respeto, su majestad, me gustaría quedarme a su lado. No permitiré que mis planes se echen a perder por un capricho suyo.—dijo Alastor, apretándome contra su pecho.

Esta sensación tan helada pero cálida de estar en sus brazos... Era simplemente algo que deseaba recordar por siempre.

— Vaya vaya, la bestia me reclama cómo he de comportarme con la señorita...—se burló, arrebatándome de sus brazos— Quédate aquí sentadito, ciervo de manual, si no quieres que la pase nada a ella...—me señaló, a pesar de tenerme ahora entre sus garras.

Se dio media vuelta, junto a mí entre sus manos, y me hizo dirigirme a la sala del trono.

— ¿Qué clase de relación tienes con Alastor?—cuestionó Lucifer, sentándome las escaleras que daban a su trono.

Esta vez no estábamos más que nosotros dos. Los guardias habían desaparecido, y no aparentaba haber nadie observándonos.
Me sentí insegura.

— Ninguna, que yo sepa...—le contesté.

— Bueno saberlo... Porque la verdad es que le vi bastante hostil en cuanto aparecí. ¿No crees que tengo razón?—cuestionó de nuevo, ampliando su sonrisa.

— Majestad... Por favor.—le supliqué, sin dirigirle la mirada esta vez.

Acarició mi espalda.
Acercó su rostro al mío, y antes de que pudiera sacar de nuevo su lengua, apareció una enorme mujer, por la puerta.
Me alegré tras verla.

— Cielo, ¿qué crees que estás haciendo?—dijo, enfadada— ¿Quién es ella?—me observó de arriba a abajo.

Ahí estaba, la madre de Charlie, una mujer bella y esbelta, con una voz dulce y melodiosa. Digna de haberla dado a luz, a una hija como ella.

— Mi amante, ¿no lo ves?—contestó, Lucifer, con una sonrisa.

— ¿Disculpa? ¡No! ¡No, ni se te ocurra decir otra puñetera palabra!—le grité, más asustada por la reacción posible que hubiera tenido Alastor si le hubiera escuchado.

— ¿Amante?—cuestionó molesta aquella señora.

Cerré los ojos. Esperaba que no me vieran con distintos ojos ahora los del hotel, pero viendo cómo Lucifer le había mentido de manera descarada a su propia mujer, esperaba que ahora lo fuera diciendo por el infierno.

━━ 𝐃𝐈𝐋𝐎    Alastor .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora