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Capítulo 36.
Dilo.

Abrí mis ojos de golpe. Había vuelto a hablar con el ángel, sin embargo no me había dicho nada que me aportase información útil para Charlie. Estaba debajo de Angel, por alguna razón.
Le estrujé ambas mejillas para que se levantara.

— Levanta tu puñetero trasero de encima de mí antes de que me enfade, Angel.—le dije, él comenzando a despertarse.

— Ay, me haces daño, __________.—dijo, acariciándose las mejillas con cuidado.

— Venga, levanta.

No tardó en quitarse de encima. Me dolía el pecho, aunque era de esperarse, a saber cómo había conseguido respirar con semejante hombre encima. Él se rascó la cabeza lentamente.

— ¿Y mi ropa?—preguntó— Ay, no me mires, qué vergüenza...—exageró el tono, pero hizo una pose reveladora.

— Pero bueno, si vas por el hotel desnudo casi todo el día, ¿con qué me sales ahora?—reí a carcajadas, pegándole la risa a élm

Pronto me sentí de mejor humor tras hablar con él sobre lo que sucedió el día anterior. El plan era levantarme de la cama y hablarlo con Alastor, pero me acabé durmiendo por su culpa. “Odio que me cante nanas” pensé mientras me levantaba de la cama. Al final siquiera cené, estaba en el quinto sueño, y fue justo cuando me desperté a media noche cuando el ángel quiso hablar conmigo. En fin, un desastre.
Bajé junto a Angel a la primera planta. Pude ver que Charlie hablaba estusiasmada con Vox, el cual no parecía tan agraciado por las palabras de Charlie.
Se giró hacia nosotros y una sonrisa apareció por su pantalla.

— ¡_________! Estaba esperando a que por fin aparecieras. ¿Has dormido bien? ¿Quieres que vayamos a dar un paseo?

— Estoy bien aquí, Vox, hoy preferiría quedarme aquí.—le dije, entrando de cabeza al bar— Buenos días.

— Dirás tardes.—el gato corrigió.

— ¿Qué hora es?

— Acaban de dar las cuatro de la tarde.—dijo mientras colocaba un par de botellas en su sitio— Entre tú y yo, ¿vale? Charlie me ha aceptado en su programa de redenciones y esas cosas. La putada es que tengo que dejar de beber y odio que me quiten lo que más amo...

— Oh no. ¿No te dejan beber ni una gota o cómo va el tema?—pregunté, preparádome para sus próximas palabras.

— Ha dicho que mejor sólo lo deje en una botella por día y que poco a poco iremos reduciendo mi adicción... Esto es una tortura.

— ¿Ya te has tomado la botella de hoy?—le molesté sonriendo.

— No. Iré directamente al último paso de la lista y dejaré de beber. Cuanto antes abandone este zulo mejor para mí.—contestó.

— ¿Y cómo lo llevas?—cuestioné mientras tomaba asiento a su lado.

— Bueno, a parte de la resaca por las botellas de ayer... Tampoco se está tan mal. Tan sólo echo de menos beber. Pero para eso está el agua, ¿no?—sonrió— ¿A quién intento engañar? No puedo vivir sin tener todo el veneno ese dentro de mí, esto es una puta tortura...

━━ 𝐃𝐈𝐋𝐎    Alastor .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora