𝐓𝐑𝐄

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Despertar sola.

Despertar sola

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     Me levanté de la cama. Puse mis manos por delante, para no caerme ni chocarme con nada. Conseguí llegar a la puerta y abrirla.
     Salí al pasillo.

     Bajé las escaleras del hotel. No encontré a nadie, en ningún lado. Supongo que todos estarán fuera por la famosa purga...
     ¿Qué clase de aficiones tienen los demonios?

     Escuché la puerta ser aporreada por alguien. Fui a ver si era alguien del hotel, a abrirle. Para mi sorpresa, era Angel, el cual se estaba desperezando con una sonrisa en su rostro.

     — Oh, buenas tardes, perezosa.—sonrió tras verme— ¿Hay alguien más?

     — ¿Qué hacías fuera? ¿No se supone que hoy es eso del exterminio?

     — No te preocupes por mí.—pasó tranquilamente hacia el vestíbulo.

     Cerré la puerta tras de mí.
     Fue hacia el bar, y se sentó tranquilamente en las butacas. Me acerqué a él.

     — ¿Puedo preguntarte algo, Angel?

     — Lo que quieras, cielo, soy todo oídos.—dijo, aunque pareciera que estaba más concentrado en intentar ignorarme.

     Por ello me eché para atrás.

     — No, nada.

     Carrespeé para aclarar mi garganta, esperando hacer lo mismo con mis pensamientos. Enseguida me giré sobre mí misma, y tomé mi camino hacia mi dormitorio sin decir nada más.
     Él no dijo ni hizo nada al respecto.

     Intenté entrar en la habitación, pero no había bombilla que iluminara.
     Entonces, decidí buscar una.
     Levantaría una de las persianas y la volvería a bajar en cuanto la bombilla estuviese colocada.
     Saqué las cajas visibles por la luz que entraba del pasillo, y comencé a buscar desde ahí. No había ninguna. Siguiente caja. Ninguna.
     La tercera contenía dos bombillas, una pequeña, y la otra que es la que usaría más tarde.
     La pequeña la metí en una cajita, pensé que tal vez la podría usar si encontraba alguna lámpara.

     Entré de nuevo a la habitación, no sin antes haber dejado las cajas en su sitio correspondiente, y traté de subir la persiana más cercana que tenía.
     Entraba una luz abrumadora, pero fría.
     Cuando me acostumbré miré por la ventana, curiosa.
     Vi cadáveres de demonios despedazados por el suelo, otros aún vivos tratando de huir con sus últimas fuerzas... Y los que supuse que eran los exterminadores. Parecían robotizados, sin sentimientos.

     Uno de ellos miró en dirección al edificio, e hizo contacto visual con mis ojos. Estaba aterrorizada, siquiera me podía mover del miedo.
     Aunque no sabía si era por el miedo o por lo impactante que era la escena.

━━ 𝐃𝐈𝐋𝐎    Alastor .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora