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Capítulo 30.
La otra cara.

El teléfono vibró: Vox.
Entré a su chat para saber qué era lo que necesitaba.

“Venga a mi habitación, tengo una sorpresa para usted."

Estaba en cierto modo asustada por tal propuesta, sin embargo... ¿una sorpresa? ¡Jo, tío, me encantan las sorpresas!

— ¡Vox!—saludé, entrando a la habitación.

— Oh, qué bien que no ha tardado mucho.—contestó, levantándose de la cama— Mire, tengo algo para usted. Es un detallito que pensé que le gustaría.—me entregó un paquetito.

Lo abrí, impaciente, y pude ver un pequeño colgante.

— Siempre la veo con ese collar tan peculiar y... Pensé que querría tener alguno más con el que complementarse.

Tenía una vieira esculpida a mano, pintada como si fuera mármol, cuyas grietas tenían un brillo dorado.

— Es simplemente preciosa.—me abalancé a sus brazos— Me encanta, muchísimas gracias, de verdad. Es precioso.

Me quité el colgante de Anne y me puse el de Vox. La vieira era lo suficientemente pequeña como para pasar disimulada, pero lo suficientemente grande como para ver los detalles de cerca.

— ¿Y bien? ¿Cómo me queda?

— Divino, como todo lo que se pone usted encima, mi querida.

— Ay, no digas esas cosas.—le contesté, empujándole levemente al mismo tiempo que reía.

Vox me invitó a la cocina, excusa para, como era usual a esas horas, tomar algo juntos. Lo acompañé hasta el hall, donde encontramos a Alastor. Estaba hablando con Husk.

Los ignoré para acompañar al televisor.
Vox, como siempre, me tendió la silla para que me sentara, y me arrimó a la mesa.
Me sirvió una taza de té, aunque no era muy fan, y unas pequeñas galletitas. Lo único que sé sobre estas es que las hace bien, pero nunca me contó el secreto para que fueran tan adictivamente buenas. ¿El chocolate? ¿La masa? ¡Jo, eran un pequeño manjar!

Y según me deleitaba con las galletas, hablando de tonterías sin detalle con Vox, despreocupada, más sentía una presencia.
Me giré.
No había nadie.

— ¿Pasa algo?—preguntó Vox, preocupado.

— No lo tengo claro...—contesté, dando largas.

— Oh, a todo esto, ¿y Alastor? ¿Piensa de una vez pasar el día que te prometió a tu lado? Ya ha pasado una semana... Oh, por cierto, si quiere ir a algún lado, le mostraré mis lugares favoritos. Estoy seguro que le encantarán.

— Está, bien, no te preocupes, Vox. Es verdad que echo de menos hablar con Alastor por el día, pero me reconforta mucho dormir a su lado por las noches. Es como... si se compensara toda esa falta.—sonreí, presa de todos los abrazos que me ha estado dando mientras dormíamos, los besos, y los cumplidos.

— Bueno, mejor eso a nada.—contestó, no muy satisfecho con mi respuesta.

¿Qué se le iba a hacer? Al fin y al cabo estaba feliz con Alastor. Aunque no tuviéramos todo el tiempo del mundo juntos, por lo menos estábamos juntos en un momento tan curcial: el sueño. Donde puedo hablarle, decirle lo mucho que le quiero, y saber que en la vida real él ya lo sabe.
Suspiré.

— ¿De verdad eres tan feliz con Alastor? Apenas os dirigís palabra.—puntualizó Vox.

— No tienes ni idea. Cada momento que paso con él se asegura de hacerme sentir cómoda y segura... ¿hay mejores sensaciones que esas?

━━ 𝐃𝐈𝐋𝐎    Alastor .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora