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Capítulo 43.
Palabras y soluciones.











Habían pasado un par de semanas desde que el querubín vino al infierno. He de admitir que era alguien muy agradable con el que pasar mi tiempo, y además, daba unos consejos muy buenos a Angel y Vox para que mejorasen su comportamiento.
A Angel le estaba costando horrores no drogarse, pero hemos conseguido que no lo haga por cuatro días completos, y ya va a por el quinto.

Vox, sin embargo, parece tener el trabajo mucho más sencillo. El querubín no paraba de aplaudir su conducta constante, siempre amable y pacífica.
Mebahel quería tratabar también con Anne, pero ella no lo necesitaba, debido a que ella ha pasado tan poco en el infierno que todavía conservaba los modales.

Por lo que era hora de pasar a la segunda fase: qué se hace y qué no.
Angel tenía este tema todavía más complicado que el de las drogas. Siempre ha tenido una conducta espontánea, y el cielo era extremadamente estricto con ciertos tópicos. Sus bromas que pudiesen ofender a alguien tenía que suprimirlas inmediatamente, y era casi imposible para él. No era el único, a Vox también le costaba un poco, no sabía qué acciones y qué palabras usar en situaciones, y comenzaba a desesperarse sólo.

— Podemos dejarlo por hoy. Muy buen trabajo a ambos.— Mebahel felicitó con un pequeño aplauso, animando un poco a ambos demonios.

— Bueno, al menos ha pasado otro día. Cada vez estamos más cerca del cielo.—Angel dijo, sacando de su bolsillo un pequeño caramelito de fresa.

Vox sonrió ante sus palabras, y me dirigió una mirada dulce.

— Lo habéis hecho muy bien. Ahora descansad un poco ese par de cerebros.—les dije, sacudiéndolos un poco.

Angel tímidamente sonrió.

— Gracias...—susurró mientras me miraba a los ojos.

Vox propuso ir a tomar algo fuera, ya que estaba últimamente muy metida en el hotel, a lo que Angel y yo decidimos aceptar. También invitamos a Husk para que viniese con nosotros.

La verdad, no había hablado con Alastor sobre lo de los cadáveres... En realidad, no le había dirigido palabra desde la última vez que le vi. Sentí que si me quedaba a su lado me echaría a llorar tarde o temprano, o diría algo de lo que me arrepentiría.
Sobretodo cuando Anne me confesó que le gustaba Alastor. Es decir, es normal, ¿a quién no le gusta? Un ser... Agradable cuando le da la gana, encantador y dulce...
Pero ya no conmigo.

Es como si hubiese perdido lo que le enganchaba de mí. Es como si... Ya no quisiese nada de mí.
Varias veces le di vueltas al tema en solitario, pensando en la posibilidad de poner fin a la relación. Estaba claro que él no quería saber nada de mí, y yo, que tengo un corazón débil a pesar de todo, no quería que sufriese más.
A Anne le gustaba Alastor, después de todo.
Ella podría aprovechar mejor su relación de lo que yo nunca hice.

Fue por eso por lo que no la dije en ese momento que Alastor y yo estábamos juntos. Porque supe desde ese mismo instante que, definitivamente, no me quería.
La llevaba a su casa, a cenas, a todo tipo de fiestas... Y yo, sin embargo, tenía que quedarme en el hotel porque “le daba miedo que me ocurriese algo”.
Sabía que de algún modo él ya había conseguido de mí lo que quería, por lo que perfectamente me podría abandonar.
“¿Y yo por qué me estoy poniendo triste?” pensé. “Sabía que esto ocurriría tarde o temprano, es un demonio. Tiene sus... Preferencias. Y yo he dejado de ser una de ellas.”

Suspiré hondo mientras me arreglaba un poco.
El querubín había entrado a nuestra habitación. Me quedé unos instantes mirándole.

— Mebahel, ¿ocurre algo? No tienes buena cara.—le dije, siguiéndole con los ojos.

━━ 𝐃𝐈𝐋𝐎    Alastor .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora