¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Valentino, tal y como era de esperar, me había encerrado en un lugar de aquel sitio. ¿Cuál? No tengo ni idea. Era una habitación completamente vacía, con poco más que una cama, varias revistas que no pienso siquiera ojear, una habitación a parte con un baño, y poco más. Apenas había cumplido las tres semanas ahí encerrada para entonces.
Había notado un inquietante esfuerzo en ocultarme del mundo exterior. De hacerme permanecer ahí quieta sin hacer absolutamente nada rezando para que la noche llegase y pudiese cenar y dormir. Con suerte alguno de los diablillos me haría compañía mientras ceno y me daría un poco de conversación, aunque no tuviese información relevante. Sin embargo, no había señales de vida de Luther. Luther.
Honestamente, estaba preocupada. No por él, en definitiva no era por él, sino por mí. Y qué era lo que me deparaba el futuro. Y si Valentino me tenía tan escondida sería porque tal vez todavía Alastor no se hubiese enterado y le estuviese tendiendo una trampa. En definitiva Valentino es del tipo de comenzar a presumir constantemente de algo una vez lo consigue, así que lo único que se me ocurría para que no lo estuviese haciéndolo era eso.
Cuando la noche finalmente llegó de nuevo, un pequeño diablillo cruzó la puerta, uno distinto a quien solía venir pero completamente familiar.
— Oh, oh, hola.—dijo, bastante sorprendido.
— ¿No eres tú el que estaba en la fiesta de Luficer hace unos meses?—le pregunté.
— El mismo. Blitzø.—se presentó de nuevo.
— No esperaba verte aquí. ¿No trabajabas en el castillo?—le pregunté, arqueando una ceja.
— He trabajado de muchas cosas pero jamás he sido un criado...—comentó, como si en verdad le hubiese ofendido mi mensaje—...Hasta ahora.
— Lo que hay que hacer a veces para ganarse los cuartos, ¿eh?—le pregunté, sonriendo.
— Oh, créeme, si fuese por mí ese culo emplumado estaría de patitas en la calle...—refunfuñó.
Al principio pensé que hablaba del propio Valentino, sin embargo él no aparentaba tener plumas así que deducí que hablaba de alguien más.
— Oye, a todo esto, ¿cómo mierda has acabado aquí? ¿No estabas muy ocupada follándote al rey?—sonrió malicioso.
— ¿Qué? ¡No! Es... Es una historia muy larga, pero necesito que me saques de aquí lo antes posible.—supliqué en busca de ayuda.
— Oh, sí, y yo necesito unas vacaciones.—volvió a refunfuñar llevándose la mano a la cara— Vale, bonita, tendrás que ceñirte al plan. ¿Cuál plan? Ni puta idea, no hay ninguno todavía, pero ya volveré con alguno. ¿Tienes teléfono?