¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
De todas las posibles reacciones que podría haber tenido, el quedarme quieta y tiesa sentada sobre aquel sofá era la única que había podido hacer. Primero un contexto rápido.
Angel me había dicho de ir con él esa noche. A pesar de que Alastor se había ido y me había prohibido salir sin él, nunca me atreví a pedírselo. Entonces Angel fue mi pasaporte perfecto para dar una vuelta por el infierno. Me sacó del hotel en cuanto todos se habían ido a descansar. “Iremos a un lugar que me gusta mucho” me dijo “seguro que a ti te encanta”. Yo, ilusionada, le seguí por todo el infierno.
Llegamos a un lugar que se quedaba muy lejos de mis expectativas iniciales. Por fuera parecía un bar horrible, mal cuidado. Pero por dentro... ¡Era un estudio pornográfico! ¿En qué narices estaba pensando? ¡Por supuesto que a Angel le encantan este tipo de cosas!
Nos recibió un tal “Valentino”, el cual me dejó apodarle “Val”. La verdad es que al principio parecía un demonio calmado que llevaba a cabo su negocio, pero sin embargo hubiera preferido que se hubiera quedado ahí.
Nos ofreció algo de beber, e invitó a un par de sus amigos. De alguna manera acabé hablando tendidamente con uno de ellos, el cual me invitó a una pequeña copa de alcohol. Ya había tomado antes. Pequeñas cantidades, y era algo más de lo que me ofrecía él. Sin embargo, cuando la tomé... Poco a poco empecé a ver un atractivo irracional en él. No comprendía mis emociones. Y perfectamente me hablaba de destruir el infierno y esclavizar a los demonios, daba igual, yo lo seguía viendo atractivo. Mi cabeza daba vueltas y no era capaz a penas de gestionar mis pensamientos. Tenía una apariencia completamente extraña. Una televisión por cabeza, extremadamente alto y enfermizamente delgado... Sin embargo, me trataba de una forma curiosa. Era caballeroso y atento. Algo que no esperaba en un demonio.
— Dígame su nombre.—exigió con una sonrisa ladina.
— ________.—contesté, con una sonrisa perdida.
— Oh... Qué maravilla de nombre...—me elogió, coqueteando— Permíteme presentarme, soy uno de los jefes supremos del infierno. Me llamo Vox.—jugueteó con mi pelo, entre sonrisas.
Continué hablando con él. Angel había desaparecido, pero de vez en cuando podía ver a Val paseándose por el estudio hablando con varios demonios.
Ahora es cuando cuento lo interesante. Me sentí más en condiciones, sin embargo, tenía que volver al hotel antes de que amaneciera, o Charlie y Vaggie se preocuparían. Él se ofreció, caballerosamente a acompañarme.
