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A la mañana siguiente...

Habitación de Jungkook, al rededor de las 7:10 de la mañana.
  
  
  
  
  
Por Jungkook:
  
  
  
  
  
 
¡Idiota! —oí una voz a lo lejos—. Levántate, vas a llegar tarde... ¿Acaso hoy no tienes entrenamiento?

*¿_______?*

¡Oye! —tocó la puerta con insistencia—. Estás muerto o qué...

*Ya quisiera estarlo*
 
 
—Ya estoy despierto _______, gracias.

Apúrate... ¿Has visto la hora? En fin... Ya hice el desayuno, vienes a comer por favor.

*¿El desayuno? ¿Por favor?*

—Ya bajo, no te preocupes.

Voy servir —se marchó.

Desde aquí adentro podía oír cómo sus pasos se alejaban rápidamente.
 
  
Esto no es normal...

*¿Por qué _______ me haría el desayuno? ¿Por qué se levantaría hoy temprano? ¡Es domingo!*

Después de lo idiota que me porté a noche, no comprendía por qué ella estaba siendo tan amable conmigo. No tenía sentido.

No quería pensarlo, no quería saber nada del miserable planeta... Me cambié rápidamente para el entrenamiento de hoy y bajé casi corriendo para tomar desayuno.

En el comedor, la mesa estaba puesta. Dos vasos de lo que parecían ser malteadas de fresa y leche estaban esperando por ambos.
 
  
—¡AHH! —escuché un grito en la cocina.

No lo dudé ni por un segundo. Corrí hasta allá lo más rápido que pude y encontré a _______ en el suelo sacudiendo la mano derecha con mucho esmero. En sus expresiones se reflejaba un evidente dolor.
 
  
—_______ —la ayudé a levantarse— ¿Qué pasó? Por qué gritaste así, me asustaste.

—No fue nada, no te preocupes.

—Por qué sigues sacudiendo tu mano entonces... ¿Te la doblaste?

—Que no me pasó nada Jungkook.
 
  
*Huele a galletas*

Giré la cabeza siguiendo aquel aroma y en la mesa estaba la bandeja del horno con unas cuantas galletas. Las galletas en forma de muñequitos y estrellitas estaban completamente desordenadas; y en el suelo, cerca de ahí, un trapo húmedo.

*Que no haya ocurrido lo que estoy pensando*
  
   
—Te quemaste, ¿cierto?

—No, solo me resbalé.

—Dame tu mano.

—Que estoy bien, no fue nada, ya te dije.

—Que me des tu mano _______, obedéceme.

—¿Eh? ¿Me estás dando órdenes?
 
  
Sin decir ni una palabra más, la tomé de la muñeca para ver su mano y comprobé que lo temía.

—Te quemaste... ¿No que no era nada? Detesto cuando minimizas cosas como estas.

—Solo fueron las yemas de mis dedos, no voy a morir por eso.

—¡Pero te quemaste! —me exasperé—. ¡¿Por qué no usaste los malditos guantes para horno?! ¿Usar un trapo? ¿Es en serio?

—¡No los encontré! ¡¿Acaso me crees loca para quemarme a propósito?! Por si no te has dado cuenta, ya es tarde para que tomes desayuno y quería acelerar las cosas, no me dio tiempo de buscarlos. Y ya, suéltame... y no me grites.

Mi hermano se enamoró de mí (Jungkook fanfic ©)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora