CAPÍTULO 1

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AÑO 3000 D. C.


La tierra era defendida y dividida por su propio reino.

Hasta el momento todos los reinos con nombres de países estaban en calma y no se tenían previsto ningún enfrentamiento.

La princesa de Italia, cumplía 5 años y sería llevada al Instituto Real en donde llevaría a cabo su educación para convertirse en la futura reina de Italia.

Los carruajes llegaron puntuales como siempre y después de una larga despedida, con unos reyes consternados, por fin la princesa emprendió su viaje hasta el centro del mundo, en una isla lo suficientemente grande y cómoda.

El viaje fue agotador, al llegar a la orilla del puerto tomaron un avión privado y viajaron hasta la isla.

La pequeña princesa no dijo ni una sola palabra. A pesar de que sabía que la cuidaría bien y que la prepararían para su futuro, quería quedarse con sus amorosos padres.

Pero no ganaba nada llorando y haciendo berrinche, de todos modos llegaría a ese instituto por el que permanecería años encerrada para recibir su educación y formación.

Al llegar una señora se presentó como la señorita Ricci y sería quien la acompañará durante varios años para que la pequeña princesa se adapte a vivir sin sus padres.

Ricci llevo a la niña a la que sería su recámara. Una habitación completamente blanca, sin juguetes, ni cuadros que adornaran las paredes.

Sólo dos camas de sábanas simples.

-Compartirás habitación con la princesa de España -le dice con una sonrisa Ricci -Llega dentro de poco

La princesa de Italia no respondió ni hizo un solo gesto. Estaba enfadada por haber sido una princesa y que tuvieran que apartarla de sus padres.

Además ella no quería ser reina. Se dormía cuando escuchaba hablar de política o economía.

¿Pero que podía hacer? Ese era su destino.

Ricci cambió a la pequeña con un vestido blanco. Y estaba peinandola cuando entró una niña de su misma edad.

Lucía un cabello lacio de color casi negro, sus ojos eran como dos esmeraldas. Entró con una seriedad que la princesa de Italia no tuvo más que permanecer en silencio.

La institutriz de la princesa de España, la señorita Mohamed, la vistió con un vestido blanco al igual que la princesa que sería su compañera de cuarto.

Las cuatro bajaron y observaron a todos los niños y niñas que estaban en la sala. Todos sentados y bien vestidos.

-Hoy celebramos la entrada de sus nuevas dos compañeras, la princesa de Italia y la princesa de España

Todos se levantaron de sus asientos y comenzaron a aplaudir. Algunos eran niños y otros ya eran adolescentes.

Algunos sonreían y otros tenían el ceño fruncido.

Sirvieron un gran festín en honor a las princesas y después les dieron permiso de salir a jugar. Los niños pequeños corrían por los jardines, mientras que los mayores luchaban con espaldas y otros simplemente sostenían un libro en sus manos y leían en completo silencio.

-¿Por qué no juegas con los niños? -le preguntó la princesa de Italia a la de España

-Pues porque no los conozco

-Tu y yo vamos a ser compañeras de cuarto

-Espero que no ronques

La princesa de Italia miró ofendida a su compañera.

-Que falta de respeto, yo quería ser tu amiga

La princesa se levanta y da un paseo por el jardín.

-Princesa de Italia -dice un niño de unos 6 años con una gran sonrisa amistosa

-¿Qué tal? -la princesa hace una reverencia

-Soy el príncipe de Egipto, ¿le gustaría jugar?

-Claro que si

Ambos niños fueron a jugar con unos papalotes proporcionados por el instructor del príncipe de Egipto.

Las horas pasaron volando y cuando menos lo imaginó, la princesa de Italia se encontraba arropada debajo de las mantas de su cama lista para dormir.

Esperaba con ansias el poder volver a jugar, pero algo dentro de ella le decía que ningún día volvería a ser como ese.

Entre DinastíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora