CAPÍTULO 12

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La señora Abelone, me ayudo a cambiarme y a peinarme. Era un vestido rosa palo con tela cruzada en la parte del escote. La faldilla era lisa hasta los talones, con una caída ampona gracias a la crinolina que tenía debajo del vestido.

Me prestaron unos tacones muy cómodos del mismo tono del vestido. Mi cabello lo recogió en una coleta y puso mi tiara.

-Esta lista

-Muchas gracias señora Abelone, fue muy amable

-Un placer

Hace una reverencia, pero la detengo antes de que salga de la habitación.

-¿Podría indicarme donde está mi guardaespaldas Gian?

-Claro, sigame

Cuatro puertas después giro por un pasillo a la izquierda y se paró enfrente de una puerta bastante similar a las otras.

-Es esta

-Gracias

Ella se va y toco la puerta con mis nudillos.

La puerta se abre y veo a Gian perfectamente vestido y peinado.

-Hola

-Princesa, ¿se le ofrece algo?

-Estoy mortificada y muriendo de la angustia

-¿Por qué? -pregunta alarmado

-Ricci mi institutriz se quedó en el Instituto y temo que algo malo le haya pasado -mis manos se entrelazaban y se estrujaban entre ellas

-Puse dos soldados en su custodia

-¿De verdad? -suspiro aliviada

-Si, sé lo importante que es para usted

-Muchas gracias, de verdad te lo agradezco como no tienes una idea

-Es mi deber su bienestar, incluido el aspecto sentimental y psicólogico

-Bueno, voy a bajar, al parecer la reina preparó todo un banquete

-Les agradó su forma de dirigirte a ellos

-Si, eso parece

-La princesa de España estaba cohibida

-No es buena hablando con reyes, aún le faltaba soltarse un poco

-¿Un poco?

-Esta bien tal vez mucho, pero lo va a lograr, va a ser reina de España y lo va a hacer

-Yo solo estoy convencido de la gran reina en la que usted se va a convertir

-Bueno tengo que irme

-Bajamos enseguida

Después de perderme dos veces por los pasillos llegué al comedor, grande pero no tanto como el del Instituto, solo que lo considero grande porque hay asientos para 12 personas y solo son ellos dos comúnmente.

-Por favor querida Chiara, sientate a mi lado -me pide la reina

-Sería un placer

Me siento a su lado mientras que Alba se sienta al lado contrario.

Llegan los cocineros con muchos platillos y cada vez llegaban más y más, carnes de todos los tipos, más de 5 vinos y 4 licores. Postres de todo.

-Con confianza pidele al sirviente que te sirva todo lo que te apetezcas -me dice la reina mientras acaricia mi cabello y mira a Alba - Tu también princesa Alba

-Gracias

Pido un trozo de carne bañada con una sustancia cafesosa, me sirven una bebida que es perfecta con la carne, sugerencia del rey de Suecia.

Al terminar comí una rebanada de pan, que tenía un ligero sabor a vainilla y moras. Relamente delicioso.

Después de desayunar. La reina nos invitó a la biblioteca para escuchar que nos leyera un poco sobre su libro favorito. Una novela romántica que se escribió siglos atrás.

Después nos invitó por un paseo al jardín donde había árboles de manzana prioritariamente. Había unos cuantos arbustos de frutos rojos en la parte más alejada.

Después del paseo fuimos a conocer los establos, contaban con seis caballos de color miel. Muy bonitos y delicados.

-¿Cuál dirías que es tu mayor habilidad? -me pregunta la reina

-No lo se en realidad

-Deja de ser tan modesta -me dice Alba -Su puntería majestad

-No es para tanto -digo restandole importancia

-Quiero verte en acción, dame el privilegio de admirarlo después de la comida

Supongo que vio mi cara apenada e indesisa porque en seguida agregó

-Te lo pido por favor

-Esta bien

Después de la comida fuimos a un campo despejado, donde Gian me entregó un arco y un estruche de flechas.

-Vas a darles todo un espectáculo

-Ella me lo pidió

-Espero que no te pongas nerviosa y falles

-Yo nunca fallo, por muy nerviosa que me encuentre

Me da una sonrisa y me tiende la primera flecha.

Me pongo en posición. Tiro de la flecha y visualizo el centro del blanco que está a un metro. Suelto la flecha y da justo en medio.

Voy al siguiente blanco que está a dos metros y asierto en el centro.

Escucho los aplausos detrás de mi. Pero no me detengo, el tercero esta a 3 metros de distancia. Apunto, disparo y queda en medio del blanco. La penúltima estaba a 4 metros, apunto y suspiro, suelto la flecha y cae en el centro. Por último estaba la de 5 metros, estiro la cuerda un poco más para que tome velocidad y disparo. Asierto el blanco y me giro a hacer una reverencia.

La reina estaba de pie aplaudiendo con una sonrisa tan grande que iluminaba su rostro.

A la hora de la cena, no paraban de hablar sobre mi puntería, incluso me rogaron que lanzara un cuchillo en un blanco de madera grueso que colgaron en la pared. Lo acerte en el blanco y quedaron aún más encantados con mi puntería.

En la noche fui a mi cuarto y vi un camison azul cielo sobre la cama, poco después llegó la señora Abelone y me ayudo a prepararme para dormir. Después se fue.

Estaba entrando en sueño cuando la puerta se abre y entra la reina.

-Su majestad, ocurre algo -me levanto alarmada

-No, solo quería darte las buenas noches y si no te incomoda podría quedarme hasta que te duermas

Ella podía hacer lo que que quisiera era la reina, estaba en su reino, sin embargo, siempre pedía las cosas con miedo a que yo me negara. Sentía una profunda empatia por ella, y quizá algo de lastima por lo de su hija, pero si esto le daba un poco de tranquilidad. ¿Quien era yo para quitársela?

-Claro

Se sienta a mi lado y comienza a acariciar mi cabello lentamente, mientras tararea una canción de cuna. Mis ojos comienzan a cerrarse cuando siento que se agacha y me susurra algo al oído

-Descansa mi pequeña Agneta

Se me espanto en sueño en segundos con esa frase. Pero tuve que fingir que estaba dormida para que se fuera, me causaba escalofrios el solo pensar que ella creía que yo era su hija muerta.

Entre DinastíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora