CAPÍTULO 25

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Termino de arreglarme con mi ropa de montar, me cuelgo en la muñeca el látigo y bajo hasta la parte trasera del castillo.

Estaba el Rey y su hijo platicando con sus trajes rojos con amarillo, bastante llamativos para mi gusto, a lo lejos cerca de las caballerizas.

-Buenos días princesa Chiara

-Hola Gian -lo miro y trae un traje de montar que le queda de maravilla, en definitiva el negro era su color

-¿Lista?

-Siempre, ¿y tú?

-No hay nada, como cabalgar por las mañanas

Nos acercamos al Rey y a Mikhail con paso seguro.

-Espero que no les importe que Gian nos acompañe

-Para nada -dice el Rey con una sonrisa sincera

Traen hasta nosotros a cuatro caballos de color café oscuro.

-Son nuestros mejores ejemplares, los más veloces y resistentes

-Maravilloso -le digo con una sonrisa -Pero tengo una duda su majestad

El Rey me mira al igual que Mikhail.

-¿La reina no nos va a acompañar?

-No, pide una disculpa, no se encuentra del todo bien para montar y no quiere interferir con este agradable viaje por nuestras tierras

-Espero que no sea nada grave

-Para nada, un simple mareo

-Bueno, entonces ¿empezamos?

-Por supuesto

Los cuatro subimos a los caballos y comenzamos a correr, a la cabeza iba el Rey de Afganistán señalando el camino que tomaríamos, Mikhail iba cabalgando a su izquierda, yo a la derecha del rey y Gian a mi lado.

Comenzamos a reducir la velocidad y el Rey paro a lo que parecía un desnivel. Pare a su lado y enfrente de nosotros vi un campo completamente despejado.

-Aquí es donde deberían de estar nuestras cosechas -dice el Rey

-¿Acaban de sembrarlas?

-No, tienen muchos meses y no brota nada de la tierra

-¿Por qué?

-No lo sabemos

-Como puedes ver tenemos escases de cosecha, estamos en tiempos difíciles -me dice Mikhail

-Yo tengo conocimientos, sobre tierra y si no lo ofendo me gustaría ver las tierras personalmente y ver si hay algo que pueda descubrir que sea desconocido para usted su majestad

-¿Qué? -dice burlesco Mikhail

-Mikhail -le dice su padre en tono severo pero sin llegar a gritar

Mikhail simplemente baja la mirada. Por otro lado el Rey me mira con curiosidad.

-No me molesta tu curiosidad, me intriga si te soy sincero, así que puedes -me da una sonrisa -Después de todo tu y mi hijo serán en un futuro los reyes

-Perfecto

Avanzo con el caballo con Gian a mis espaldas. Bajo por el valle hasta donde se supone que es el área de plantación.

Bajo del caballo al igual que Gian y le entrego la correa de mi caballo

-¿Necesitas ayuda?

-No, puedo hacerlo sola

-Bien

Camino por el campo y tomo un puñado de tierra y la observo detenidamente. Después camino por toda la hectárea, voy recogiendo tierra y en ciertas partes escarbo. Incluso en una área tuve que oler la tierra que desprendía misteriosamente un olor desagradable y nada común para la siembra.

Regresé hasta el caballo y volví a montarlo, subimos la colina y el rey estaba sobre su caballo debajo de un árbol. Pero Mikhail no estaba por ningún lado.

-Lo siento por tardar tanto, pero necesitaba revisar toda la zona

-¿Descubrió algo?

-Claro que si su majestad, las tierras están demasiado resecas y me temo que más de la mitad de la tierra esta contaminada, lo cual debe de suponer, afectan a las semillas, no les están dando el cuidado que necesitan

El Rey me mira asombrado

-La tierra ya es inservible y si quiere tener una buena siembra que abastezca al reino tiene que buscar tierras nuevas que sean fértiles mientras le dan tratamiento a esta, aunque claro que se necesita de mucho esfuerzo y dedicación

-Vaya, no tenía ni idea

-Ahora que lo sabe, ya puede tomar las medidas necesarias para reparar todo esto

-Hoy mismo

-Permitame aconsejarle algo con todo respeto

-Por supuesto

-El reino de Afganistán está ubicado en un lugar con climas con muy altas temperaturas, por lo que, si no se riega con frecuencia...

-Claro, no obtienen de lo más elemental que es el agua para sobrevivir

-Exacto, tiene que comprar semillas de alta calidad para que puedan soportar todas estas cosas además de que le brindarán mejores retoños

-Eres brillante

-Gracias su majestad

-Me alegra tanto que vayas a formar parte de nuestro reino

-A mi también me alegra -digo segura aunque por dentro no estoy tan convencida aún

Regresamos cabalgando al castillo de manera normal. Al llegar el Rey me invitó a pasar a su estudio para que le platicara a la Reina todos mis conocimientos que hice.

Todos estábamos dentro, el Rey sobre su escritorio, yo frente a él y la reina de pie a su lado. Escuchaba cada palabra con atención y parecía maravillada por todos mis conocimientos sobre tierras fértiles e infértiles.

-Bueno, hay unos campos despejados colindando con nuestros vecinos los reyes de Francia, podemos sembrar ahí, los de Francia siempre han sido amables con nosotros y se que no se atreverían a robar y mucho menos su pueblo que no sufre de ninguna necesidad -dice la Reina mientras acaricia la espalda de su esposo cariñosamente

-Tienes razón mi vida, no recordaba esas tierras

-Has sido de mucha ayuda, ¿cómo podemos pagarte?

-Por favor, no tiene que pagarme nada, después de todo este es mi hogar también y dentro de espero sean muchos años llegare a ser su reina

-Es lindo que digas eso, ya que nos deseas una larga vida -dice la reina con un tono de madre melancólica

-¿Interrumpo algo? -pregunta Mikhail entrando a la habitación

-No, nada -dice su padre

-¿Cómo les fue en su jueguito de jardineros?

Controlo mi expresión de sorpresa. No conocía ese lado de Mikhail, de hecho, no lo conocía para nada. Y era un sentimiento que me consumía por dentro, ¿cómo podía casarme con alguien tan desconocido para mi?

-Mejor de lo que puedes llegar a creer -dice su padre -Tu futura esposa resulto más brillante que tu, se preocupa más por el reino que tu, es de las personas que busca respuestas y da soluciones mientras que tu eres un inútil que no puede deducir nada -dice con una mirada que tuve que bajar la vista, porque literalmente estaba insultándolo enfrente de mi -No te culpo por no saber cosas como las tierras, pero en todo este tiempo no me has demostrado ni una pizca de interés por el que será tu reino, eres más grande que la princesa Chiara y sin embargo si te comparo con ella, tu pareces un niñito inmaduro

-Que suerte entonces, de tener a una mujer a mi lado por el resto de mi vida que sabe lo que hace -siento la mirada de Mikhail así que levanto la vista y si efectivamente esta mirandome pero de manera extraña -Una verdadera suerte que la hayamos comprado con los reyes de Italia

Entre DinastíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora