CAPÍTULO 19

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No encontré a Ricci por ninguna parte. Hasta que la vi saliendo del cuarto de Fiorella.

-¿Qué hacías ahí?

-Me pidió que le preparara un baño y que la ayudara a cambiarse 

-Ese no es tu trabajo 

-Mi niña, está bien, no fue nada 

Entro a la recamara y la veo mirándose en el espejo 

-Hermanita me dejaste botada, tuve que regresar, mi pequeño caballo no se sentía bien para correr 

-Me importa muy poco si tu caballo se siente bien o mal 

Me mira sorprendida por mi forma dura de hablarle.

-No quiero que vuelvas a darle una orden a Ricci, ni siquiera una petición o favor, hay miles de mujeres que pueden atenderte incluso mi padre, a ella la dejas en paz 

-¿Te molesta que me sirva a mi también?

-Si, porque eres una maldita arrastrada, te crees la reina de todo esto pero no eres nada ni nadie, solo una pequeña intentando creerse lo mejor, pero escuchame bien, no te quieres meter conmigo porque no me conoces, ni siquiera mis padres me conocen, así que no quiero que vuelvas a dirigirle siquiera la palabra a Ricci 

-¿Te crees la gran cosa no es así?, te crees la mejor 

-No me creo la mejor, porque lo soy y te lo demostré

-Ser buena con el caballo no demuestra nada, con eso no te ganaras el cariño de mi padre 

-No lo estoy buscando, porque a diferencia de ti, yo si soy alguien con o sin él, pero tu solo una bastarda a la que protege el rey 

Me mira con odio y yo sonrío 

-Y búscate una actuación mejor que las lágrimas de cocodrilo de la vez pasada, si vas a acusarme con él, piensatelo dos veces, porque justo ahora estoy dándome una ducha con Ricci y no querrás quedar como una mentirosa, porque mi padre dejara de quererte por mentirosa 

Escucho un chillido de rabia y se va a encerrar a su baño. Salgo del cuarto y tomo a Ricci de la mano.

-No te molestara nuca más 

-No me molesta atenderla 

-Es que tu eres más que buena mujer, te apuesto a que te hablo de manera grosera y prepotente 

Bajo la mirada 

-Lo ves, además ya quería alejarla de mi, porque mi hipocresía también tiene limites 

Ricci me ayuda con el baño y a cambiarme con un vestido amarillo claro, con rosas rojas bordadas en en filo de la faldilla del vestido. 

Me deja el cabello suelto con la tiara sobre mi cabeza.

Bajo hasta la biblioteca y veo a mi madre sentada con un libro sobre su regazo 

-Lo siento, no quería interrumpir 

-Nada de eso, siéntate a leer conmigo 

Tomo un libro de la estantería sobre la guerra y me siento al lado de mi madre.

-Lograste sorprendernos 

-¿Por el caballo?

-Si, pero a tu padre más y mira que es difícil hacerlo sorprenderse por algo 

-Tuvimos una pequeña platica después de que llegue de montar 

-¿Y que pasó?

Le platique todo, incluso como se quedó cuando le dije que yo no lo necesitaba.

Entre DinastíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora