CAPÍTULO 11

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Llegamos cabalgando al palacio de Suecia.
Un castillo clásico de roca. Los colores eran oscuros y en su jardín resaltaban los arboles de manzana.

Llegamos y un soldado se nos acercó con la cara dura. Gian y Angelo se pusieron delante de nosotras.

-¿Qué buscan aquí?

-Las princesas y futuras reinas de Italia y España quieren hablar con sus majestades los reyes de Suecia -habla Gian

-¿Tienen cita?

-No, están necesitando alojamiento, hubo otro ataque al Instituto Real

-Siganme

Los seguimos. Alba escondió sus manos detrás de su espalda. Su cabello estaba revuelto y apuesto que el mio estaba igual.

-Esperen aquí un momento -dice el soldado mientras entra a una habitacion por unas puertas de madera clara con una ave tallada

-Seguramente mi cabello es un asco -le digo

-Tu cabello esta bien, toda tu estás bien, yo soy la que esta hecha un desastre

-No ha sido nada fácil, no pueden esperar menos

Las puertas se abren y el soldado nos mira

-Los están esperando

Gian y Angelo entran y nosotras detrás de ellos. El piso lustrado de madera clara se abrió ente nosotros. Me sentía mal por ensuciar por este piso con mis zapatos sucios al igual que los de mis acompañantes.

-Sus manjestades -dice Gian y todos hacemos una reverencia

-¿Quien es la princesa de Italia? -pregunta el rey

-Yo su majestad

-Nos han dicho que tuvieron un ataque hace poco

-Así es, soldados vestidos de verde fosforecente volvieron a bombardear el Intituto Real, estaban matando a más príncipes, mis padres habían mandado un ejercito y tres guardespaldas para mi protección

-Solo veo dos

-El otro quedó cuidando a mi mejor amigo

-¿Tiene ordenes de salir de ahí?

-Mañana a primera hora

-Sus nombres caballeros -dice la reina

Una mujer con sombras bastante oscuras debajo de sus ojos tristes. No quiero ni pensar en lo que debe de sufrir por perder a su hija, a su futura heredera.

-Gian y Angelo su majestad -dice Gian

-¿Princesa de España?

-Si, su majestad

-¿Está de suerte por la ayuda de la princesa Chiara no?

-Somos muy buenas amigas -dice timida

-Jamás la dejaría, es como una hermana -le digo

-Pueden quedarse hoy, tendrán una habitación privada princesa -me mira el rey - Mientras que sus guardespaldas compartirán una, espero no haya inconvenientes

-Ninguna -confirma Gian

-Gracias su majestad por la consideración y buena voluntad que esta teniendo con nosotros, pero quisiera tomar el atrevimiento de pedirle dos cosas -le digo

El rey me mira con curiosidad

-Unos pescadores fueron muy amables y atentos al prestarnos dos caballos para poder llegar a palacio, me temo que es nuestra culpa que perdieron todo un dia de trabajo

-Por supuesto serán recompensados

-Prometí dos dias de ganancias y sus caballos para esta misma tarde

-Una futura reina muy complaciente

-Prometo que en cuanto pise mi reino saldare la deuda que estoy teniendo con usted ahora mismo

-No será necesario, estoy seguro de que usted llegará a ser una gran lider y tenerla en este palacio es un placer, me sorprende el carácter que posee para la edad que he investigado que tiene

-17 años su manestad

-Sin embargo, se desenvuelve muy bien frente a un rey

Sonrío

-A mi hija le faltaba toda una vida por delante

-Solo 5 años -dice la reina mientras suelta un gemido pero se obliga a componerse

-Siento mucho su perdida, escuché que la princesa Agnetha que en paz descanse, era brillante socializando, siempre integraba a todos para que no se sientieran menos

-Gracias -dice la reina con un nudo en la garganta

-Estoy segura de que pagarán cada uno de los que quitaron la vida de tantos inocentes

-Que así sea -dicen los reyes

-Por favor, sigan a Abelone, ella les indicará cuales serán sus cuartos

Una señora de aproximadamente 40 años nos condujo por los pasillos, hasta una recámara con una cama matrimonial, con ventanas sin cortinas, había un sillón en la esquina, las luces eran tenues y amarillentas, había una puerta a la derecha y un pequeño ropero.

-Princesa de Italia, esta será su recámara, por allá está el baño y en unos momentos le traire un vestido para que pueda cambiarse

-Se lo agradezco

Entro al cuarto y voy directo al baño. Lleno la tina con agua tibia y le pongo una escencia de vainilla que estaba sobre el tocador. Me quito el camisón y mi ropa interior para poder entrar a la tina.

Suspiro y recargo mi cabeza sobre la dura estructura.

Y de pronto caigo en cuenta y un dolor de panza llega en cuestión de segundos.

Ricci, mi institutriz, mi compañera, mi asistente, mi confidente, la persona que mejor me conocia, la que era como mi segunda madre, se había quedado en el Instituto Real, sin protección, con esos soldados desgraciados.

Si algo le pasaba jamás me lo perdonaría. Ella que me cuidó desde el primer día, cuando enfermaba duraba toda la noche al pendiente de mi. Todos los detalles que tenía conmigo cuando era mi cumpleaños. Ella me enseño a tirar las flechas con el arco, practicaba conmigo largas horas de comunicación, ella fingía ser de la realeza y me ayudó a quitarme la timidez de hablar con los adultos.

Horas y horas de estudio en la biblioteca, repasando una y otra vez las lecciones, se quedaba toda la noche cuando había lluvias eléctricas hasta que cumplí los 7 años y no me asustaban más.

Fue mi figura materna en todos los sentidos.

Alguien tocó la puerta.

-¿Quien es?

-La reina

-Adelante su majestad

Entra y me mira con una sonrisa

-¿Mejor?

-Mucho mejor, gracias

-Mande a que ajustaran uno de mis vestidos para ti

-No tenía que tomarse tantas molestias

-Es un placer, me arrebataron a mi niña, y no tengo hijos más pequeños, así que quiero pedirte que me dejes concentirte por al menos este día

-Claro que si

-Se que sonará loco, pero te veo e imagino a mi pequeña Agnetha convertida en una gran líder como tú aún cuando le faltaban 4 años de Instituto

Solo le doy una sonrisa. ¿Qué le podía decir?, no había palabras para consolar el corazón de una madre que perdió a su hija siendo una niña por un borbadeo.

-Bueno, espero que te guste la cena de hoy, yo misma supervisare todo

-Gracias su majestad

-Es un placer y llamame Agda

-Chiara

Me da una última sonrisa y sale del cuarto.

Entre DinastíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora