CAPÍTULO 46

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-Te toca compartir una anécdota tuya -le digo sin dejar de sonreír

-Recuerdo cuando mi padre me dijo que te habías ido del castillo, me sentía muy triste porque no pude despedirme de ti

-Si, y siempre me pregunté, ¿por qué?

-Mi madre me había llevado a pasar una semana con ella, porque me extrañaba

-¿Por qué nunca mencionas a tu madre?

Aparta su mirada y solo se enfoca en sus manos entrelazadas sobre sus piernas.

-Lo siento, esa pregunta fue imprudente de mi parte, no tienes que contestar

El silencio surgió entre nosotros, con un poco de incomodidad, no sabia que decir.

-Eres demasiado curiosa Chiara

-Me temo que si -digo sin mirarlo -De verdad lo siento

-No te preocupes, pero es un tema difícil

-Entiendo, asunto olvidado

Siento su mirada y alzo la vista para que nuestros ojos se encuentren.

-La encontré con un hombre en la cama cuando tenía 7 años

Me quedo pasmada, pocas cosas llegaban a dejarme impresionada realmente, y Gian lo logró.

-Eso es horrible -le digo

Pero trato de encontrar palabras que lo consuelen, ¿Pero que podría decirle?, no hay absolutamente nada que lo pueda hacer sentir bien y me siento culpable por haber preguntado y hacer que reviviera todos esos dolorosos recuerdos.

-Si, lo realmente lo fue

Tomo sus manos entre las mías.

-Lamento haber tocado ese tema

-No es tu culpa ser curiosa Chiara, pero confío en ti y se que no cambiará la manera en que me veas -me mira -¿O si?

-Bueno si cambia, ahora estoy aun más segura de que puedo confiar en ti y sé con seguridad que tú confías en mi

-De verdad que lo hago

-Tu madre fue una inconsciente al permitir que tu vieras algo semejante, y siendo tan pequeño

-En ese entonces no sabía que hacían, pero me asuste al ver a ese hombre sobre mi madre, salí corriendo y ella detrás de mi, cubriendo su cuerpo con una sabana -pierde su mirada en el paisaje recordando -Choqué con mi padre al tratar de salir corriendo de la casa, me miró confundido y me refugie detrás de él -hace una pausa -Él al verla así solo le dijo "Te prohíbo volver a ver o acercarte a mi hijo"

Suspira hondo y yo le doy un apretón de manos para que sienta mi apoyo.

-Y jamás volví a verla, ni a saber nada de ella

-Siento no haber estado para ti, eramos grandes amigos y tuviste que superarlo solo

-Me acostumbre a una vida sin ella, mi padre me cuidó y no puedo quejarme de lo que soy ahora

-Creo que tu padre ha echo un maravilloso trabajo

-¿Estás coqueteando conmigo Chiara? -me regresa la pregunta con una sonrisa

-No, estoy dándote mi punto de vista -le digo sus mismas palabras

Ambos reímos, un sentimiento reconfortante me llenó por completo. No quería apartar mis manos de las suyas y creo que él tampoco.

Llegamos a un pequeño mercado en el reino de México, para comprar comida y mantas para la noche.

Continuamos con nuestro camino, Gian y yo no parábamos de reír y de platicar para conocernos mejor.

Estuve tanto tiempo mirando sus ojos que comenzaba a ver cada detalle en ellos, predominaba el azul oscuro sin embargo tenía destellos de color verde que los hacían, en mi opinión, muy hipnotizantes y tan hermosos que no querías apartar la vista de ellos. 

Las horas pasaron y pasaron. En la noche me recosté sobre el hombro de Gian y me quedé profundamente dormida.

A la mañana siguiente hicimos otra parada en el reino de China y después de desayunar y de estirar un poco las piernas para darle un descanso a los caballos.

Media hora después seguimos con el camino.

-¿Qué pasa? -le digo porque Gian no deja de mirarme

-Nada

-¿Y por qué me miras tanto?

-Siempre creí que una futura reina sería muy estricta, incluso amargada

-Y...

-Tu me has demostrado todo lo contrario

-Es que confío mucho en ti, me siento segura y en confianza

-Y me alegra, debo de confesarte que tenia miedo de que no volviéramos a tener esa amistad de cuando eramos niños

-¿Y por qué no?

-Porque tu eres la futura reina y yo un simple soldado

-¿A quien le importa los títulos al momento de escoger en quien confiar o en establecer una amistad?

-Por suerte a ti no

Para las 3 de la tarde estábamos llegando al castillo. Gian baja y me tiende una mano.

Veo a Basillo llevándose el carruaje, mientras Angelo se pone detrás de mi lado izquierdo y Gian a mi derecha.

Entramos y un soldado pide mi nombre para anunciarme. Los reyes de Grecia me reciben con mucho respeto y debo de admitir que fue incluso más formal de lo común. Me informaron que la princesa Alba y su prometido el príncipe Admes estaban de paseo.

Fui a la que sería mi habitación. Era pequeña y acogedora con combinaciones de naranja y amarillo. 

Gian deja mis cosas en una esquina y comienzo a acomodar todo con su ayuda.

-CHIARA -el grito de felicidad de Alba me hace girar y tener fuerza suficiente para el impacto de su abrazo

-También me da gusto verte Alba -le digo con una sonrisa mientras le devuelvo el abrazo

-Yo las dejo solas -dice Gian haciendo una reverencia y yéndose de la habitación

-¿Puedes creer que me caso?

-Sinceramente no

-Espera, ¿qué?

-No esperaba que te casaras, ni siquiera me habías dicho que tu y Admes seguían frecuentándose

-No surgió el tema, recuerdas que solo se trataba de ti y de tu dolor

La miro por un segundo y no la reconozco.

-¿Estás echándome en cara el apoyo que tú sola me brindaste? -la miro -Porque yo no te pedí que perdieras tu tiempo conmigo 

-No es eso Chiara, no podía decirte que me iba a casar porque ni yo lo sabía

-¿Pero entonces no te casas por amor?

-Claro que si, tu sabes como me gusta ese hermoso príncipe

-La atracción y el amor no son la misma cosa

-Mira quien lo dice, no sabía que eras una experta en el amor después de que tuvieras que huir del príncipe Mikhail

¿Enserio acaba de echarme eso en cara?

Entre DinastíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora