CAPÍTULO 45

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Estaba en la sala de juntas con mi padre revisando un negocio sobre el intercambio de algunas frutas y verduras. 

-¿Princesa Chiara?

-¿Si Gian?

-Llegó una carta para usted, de la princesa Alba

-Claro, puedes pasar

Me la tiende y después hace una reverencia antes de irse.

-Bueno entonces aceptamos el intercambio, a ver que tal salen sus granos, no perdemos nada con intentar -dice mi padre decidido

-Si

-A revisar correspondencia

-¿No te molesta que te haga compañía?

-Para nada, todo lo contrario, quiero recuperar todos los años perdidos

Me da un beso en el dorso de mi mano y después se pone a revisar su correspondencia.

Abro el sobre y saco un papel más grueso y de tono más oscuro al que suele utilizar Alba para sus cartas.

"Nos complace invitarle a la ceremonia en donde se llevará a cabo nuestra boda.

En dos noches sellaremos un compromiso de por vida para así en un futuro juntar nuestros reinos y gobernar de la mano.

Esperamos su presencia, se llevará a cabo la ceremonia en el Palacio del futuro esposo.

La celebración se llevará a cabo, por la noche, por lo tanto podrá quedarse a dormir en el Palacio del reino de Grecia. 

Atte: Los futuros recién casados la princesa Alba de España y el príncipe Admes de Grecia"


-No puede ser -le digo a mi padre

-¿Qué ocurre?

-Alba se va a casar este viernes con el príncipe Admes, futuro rey de Grecia

-¿Qué?

-Ella no me contó nada, debe de ser una broma de mal gusto

-¿Ella es capaz de bromear con algo así?

-No

-Puedes ir tranquila, me puedo hacer cargo de todo, llegas el jueves al castillo de Grecia, el viernes es la ceremonia y regresas el sábado

-¿De verdad papá?

-Has hecho un trabajo impecable, mereces un pequeño descanso, todo estará bien

-Gracias

Le doy un beso en la mejilla y voy a pedirle a unas empleadas de confianza que me ayuden a empacar.

Busco a Gian por todo el castillo hasta que lo encuentro en el campo de entrenamiento. Portando una espada, su competencia era Angelo.

Me quede observando sus movimientos, sus ágiles pasos para intercambiar la espada de una mano a otra. La rapidez para esquivar los ataques de su contrincante.

Después de que Gian sometiera a Angelo me mira con una sonrisa y camina hasta donde estoy parada.

-Hola princesa

-¿Cómo va el entrenamiento?

-Bastante bien en realidad, Angelo a mejorado mucho

-Sigue sin vencerte

-Tengo mis trucos

-¿Algún día me enseñaras a luchar con espada?

-¿Para qué?, si me tiene a mi

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