CAPÍTULO 34

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-Regresaremos con usted viva o muerta, pero lo haremos -me amenaza el soldado

-¿Quien demonios te crees para hablarme de esa manera?

-Justo ahora con mayor poder que usted, gracias al príncipe mi futuro Rey 

Baja del caballo al igual que los otros hombres, coloqué a Ricci detrás de mi.

-Lárguense y díganle a su futuro Rey que no nos encontraron

-No, yo pienso que no

Coloco el cuchillo en la posición para lanzar, al igual que el soldado con el arco y la flecha, los otros dos soldados sacaron sus espadas y pude ver a Angelo y Basilio sacando las suyas.

Ricci era la única desarmada por lo tanto yo sería quien la protegiera a ella.

-Vamonos princesa, última vez que lo repito

-Te he dicho que no voy a ninguna parte

-Bien, cargaremos con su cadáver

Siempre he sabido que una vez que sueltas una flecha no hay marcha atrás. Es imposible que algo sea más rápido que una flecha, así que no hay nada que hacer, porque quieras o no la flecha llega a su destino siempre.

Esa flecha apuntaba a mi corazón, pero nunca llegó a enterrarse en el. 

Ricci fue más rápida que esa flecha, dio su vida por la mía, la vi desvanecerse en el suelo mientras la sangre brotaba de su boca.

Lo único que fui capaz de hacer fue lanzar el cuchillo con todas mis fuerzas y matar al hombre. Para poder sostener la cabeza de Ricci entre mis manos.

-Ricci... Por favor... No me dejes -le digo llorando con todo el dolor de mi corazón -Por favor... Te necesito

-Serás la futura reina de Italia, no necesitas a nadie más que a ti, puedes contra todo el mundo mi niña, no dudes de eso nunca -una lágrima brotó de su ojo -Te amo y necesito que seas fuerte

-También te amo -le digo en mitad de mi llanto desconsolado

-Vete sin mi, vete ahora

-No te voy a dejar... No te voy a dejar sola...

-Yo soy la que se va a ir ahora... -me da una última sonrisa y muere

-Despierta... Ricci... Despierta... Por favor...

Libero un grito con todas mis fuerzas lleno de dolor, me acababan de arrebatar a la mujer que fue mi segunda madre. Se sacrificó por mi. Dio su vida por la mía.

Unos brazos me ponen de pie

-SUÉLTAME, TENGO QUE CUIDARLA

-Tenemos que irnos princesa -era Angelo

-DÉJAME

-Tenemos que irnos -me zangolotea -Vienen por nosotros, necesita poder, súbditos, soldados, necesita regresar a su reino para que puedan protegerla 

-No puedo dejarla sola -le digo sumida en la tristeza

Angelo me carga sobre su hombro y empieza a caminar con Basilio a nuestras espaldas.

Angelo me sube a un caballo de los soldados y después el sube. Basilio toma otro y comenzamos a galopar a toda velocidad.

Las lágrimas de mi corazón partido no dejaban de brotar de mis ojos. El dolor me estaba consumiendo.

Llegamos al reino de Francia, vi una carroza con soldados y a Alizee con sus manos estrujándose entre si.

-Gracias al cielo están aquí

Bajo del caballo y me abraza.

-¿Qué tienes Chiara?

-Ricci... Sacrifico su vida por la mí

Me abraza y comienzo a llorar de nuevo.

-Necesitamos irnos -dice Angelo

-Escúchame bien Chiara -me dice Alizee -Ricci murió para que vivieras

Me toma del rostro delicadamente para que la mire atenta.

-Has que su sacrificio valga la pena, necesito que seas la princesa Chiara futura reina de Italia y te portes como la persona más indestructible que conozco, al menos hasta que llegues a tu reino, ¿me entendiste?

-Si

-Has que ese miserable pague por la muerte de Ricci, por tenerte de sumisa, por casi matar a Gian, has que se arrepienta por cada lágrima que estás derramando, demuéstrale quien es Chiara Martinelli

-Lo haré

-Eso quería escuchar, ahora sube a ese carruaje

-¿Cuatro caballos?

-Así andarán más deprisa, ahora vete que Mikhail sabe que este es el primer lugar al que vas a pedir auxilio

-Gracias por todo

Me da un último abrazo y un beso.

-Suerte

Subo al carruaje y arranca Basilio que sería el que dirigiera los caballos.

Gian estaba boca abajo con una sábana blanca cubriendo su espalda. Que no tardó en mancharse de sangre.

-Se va a recuperar, es un hombre muy fuerte -me dice Angelo

-Eso espero, no soportaría perderle a él también

Y comenzó a llover, el cielo al igual que yo estaba llorando por la muerte de Ricci.

Estaba sentada con un sentimiento de incertidumbre, ya no tenía a Ricci a mi lado y probablemente mi madre estaba muriendo también. Solo esperaba poder llegar a tiempo.

Las horas pasaron y por fin empecé a conocer los campos de mi querido reino. Tardamos otros 20 minutos para llegar al castillo.

Angelo y Basilio ayudaron a bajar con mucho cuidado a Gian. El agua no dejaba de caer en gotas una tras otra por lluvia tan intensa. Un soldado se me acercó e hizo una reverencia

-Siento mucho su perdida princesa Chiara Martinelli 

¿QUÉ?, Ese soldado no estaba enterado de la muerte de Ricci...

-¿Mi madre? -pregunto sin aliento 

-Si princesa, falleció

Otra daga en el corazón. Caí de rodillas y lloré como nunca, también mi madre se había ido. Estaba sola en este mundo. Mis dos madres estaban muertas.

El soldado me ayudo a ponerme de pie con mucho esfuerzo. 

-¿Necesita algo?

-Que toda esta pesadilla termine, me arrebataron todo, no tengo nada ni a nadie

-Está el Rey Baldassare

Río amargamente.

-Todo lo que me está pasando es su culpa, si no me hubiera entregado a ese lunático, nada de esto hubiera pasado

-¿Necesita que le consiga a alguien para que la ayude con sus necesidades o para que le sirva de compañía?

-La única que podía ayudarme entrego su vida por la mía, me dejó vivir con este sentimiento que está consumiéndome por dentro

El soldado me mira apenado, debo de admitir que con algo de lástima. 

-Tengo que entrar

La lluvia me había dejado empapada, pero ya no me importaba, nada me importaba, solo quedábamos el dolor y yo, el dolor causado por la muerte de mis dos pilares en la vida.

Camino con paso seguro, solo necesitaba el poco coraje y valentía que me quedaban para enfrentarme a mi padre.

Entre DinastíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora