Al Borde Del Precipicio

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絶壁の端に”

Ninguno de los integrantes sabía que la baba tenía su pequeña aldea de aprendices de magia. Quedaba muy cerca del Clan Tayori, por lo que no se molesto en invitarlos a pasar lo que restaba de la noche.

Nashiro miraba perdidamente la lumbre que intentaba secar la humedad de su cuerpo. Kakashi le miró desde el umbral de la puerta que daba a esa habitación, lucía algo desorientada, hacía mucho tiempo que ella no perdía a un ser querido. Tomó una pequeña frazada que se encontraba reposando en un perchero y cautelosamente se acercó a ella, para reposar aquella caliente tela sobre su espalda. Nashiro llevó su vista hacia Kakashi, le vio un poco inexpresiva, pero aún así sujetó la mano del peligris. Cerró sus ojos suavemente y acercó la mano del mayor hacia sus suaves labios. Kakashi la miró con detenimiento y rendido tomó lugar a su lado. Los ojos de la albina se abrieron despacio y colocó la palma de la mano del Jounin contra su mejilla.

— ¿Te encuentras bien, Nashiro? —le interrogó Kakashi algo preocupado. La joven asintió lentamente con su cabeza.

— Eso debería preguntarte yo, tenías varias heridas por todo tu cuerpo —el rostro de Nashiro lució angustiado.

Resultaba que cuando Kakashi había mordido el labio inferior de la Tayori mientras le besaba sus heridas se habían curado, dejando una cicatriz apenas visible en su piel. Aquello es lo que recién había reflexionado este Kakashi.

— Están mejor —se limitó a contestar el peligros, pues la verdad quería ahorrarse la conclusión y correcta respuesta a la que había llegado.

— Me alegro —sonrió débilmente la ojiverde.

— Deberías tomar una siesta, después de todo ya no hay nada de que preocupar —le sugiere Kakashi calidamente, acariciando la piel de su mejilla con su dedo pulgar —estoy aquí para protegerte.

Aquello hizo que el corazón de la ANBU diera un vuelco. Realmente le quería tanto.

— No puedo dormir sin ti a mi lado, Kakashi —admitió Nashiro algo tímida.

Una pequeña sonrisa se formó en el rostro del Hatake a través de su máscara.

— Si es así, entonces, vamos a dormir —llevó la misma mano que se encontraba reposada en la mejilla de la albina a su cabeza.

Nashiro Tayori

— ¿Dónde está? —le interrogué a Yomuro quien se encontraba desayunando en el comedor del grande recinto. El castaño continuó comiendo de su caliente sopa y al escuchar la pregunta de su superior pausó.

— Se rehúsa a levantarse —me contestó Yomuro sin verme para después volver a meter la cuchara de madera dentro de su boca. Solté un suspiro y pellizqué el tabique de mi nariz.

— Ahora vuelvo —avisé a mis dos camaradas quien se encontraban tomando serenamente su desayuno.

Cogí un respiro al ver la puerta de la respectiva habitación de Nikkita. Bien... Era ahora o nunca. Abrí lentamente la puerta sin hacer mayor ruido, sigilosamente caminé hasta llegar a su cama. Nikkita estaba recostado boca arriba sobre la cama y sus ojos verdes miraban perdidamente el techo.

— Nikkita... —murmuré ligeramente angustiada.

— Vete —me pide sin despegar la vista del techo. Suspiré y me senté en la orilla de su cama.

— Tienes que desayunar —hablé en un tenue tono de voz, pero él no contestó— por favor.

Tenía unas terribles ojeras que extrañamente hacían ver el verde más intenso en sus ojos. Nikkita ya era una persona pálida, pero en estos momentos estaba irreconocible. Detestaba ver a mis compañeros de esta manera, no podía dejarlo de esta manera. Solté un bufido y me levanté de la cama, cogí la cobija que cubría todo su cuerpo y bruscamente la retiré de él. Mis ojos se abrieron ampliamente al notar las heridas frescas que continuaban sangrando en su cuerpo, incluso toda la tela de la manta estaba cubierta de sangre.

cursed; Kakashi Hatake [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora