Ni Un Dedo Encima

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指ではありません”

— ¿Podemos ir a fuera? Estar dentro de este lugar me hace sentir asfixiada. —le pidió la albina en un tono inocente de voz. Caminaba a un lado de él, quien este mismo sujetaba con algo de fuerza su antebrazo. El sujeto no dijo nada, simplemente se encaminó hacia donde ella quería ir, sin soltarla un segundo. Podía sentir sus dedos enterrados sobre su piel, probablemente dejando su huella dactilar grabada en lo blanca de su delicada piel, eso sí no estuviera vistiendo esos guantes de cuero negro.

Y realmente no había sido una mentira que se sintiera hiperventilada dentro de ese lugar, sus pulmones se llenaron de oxigeno puro y sintió la fresca brisa refrescar cada uno de los poros de su rostro.

— Bien, ¿qué es lo que quieres?  —le preguntó la ojiverde tranquilamente, teniendo a la luna como testigo de cada palabra que provenían de ambos adultos.

— Intentas burlarme, ¿no es así, Nashiro? —la voz del Uchiha salió grave y profunda, provocando un estado de alerta en la menor.

— ¿Qué dices? —cuestionó Nashiro aturdida. A los pocos segundos de haber dicho eso, el de la máscara le mostró en un movimiento lento y sereno aquel kunai personalizado, mismo que podía permitirle ejecutar el Dios trueno volador de su primo Minato. Parpadeó un par de veces al desconocer como lo había obtenido y como de un momento a otro su escapatoria más sencilla había fracasado en un suspiro.

— ¿Qué planeabas hacer con este juguetito tuyo? —le interrogó el azabache con una sonrisa socarrona debajo de esa máscara anaranjada. Por un momento la Tayori sintió que se ahogaba con su propia saliva y como su mandíbula se aflojó, sin embargo, fue fácil volver a endurecer sus facciones.

— ¿Por qué preguntas lo que es obvio, eh? —le reprendió Nashiro sintiéndose fastidiada.

— No te es favorable el querer escapar, siempre tengo un AS preparado bajo la manga si se trata de ti. Recuerda que lo sé todo si se relaciona contigo y nada es obstáculo para mí, incluso si tengo que acudir con cierta bruja para saber los secretos del Sello que posees. —apuntó con seguridad en sus palabras, haciendo que la chica le viera atónita.

— Ketsuekimajo-baba no sería capaz de... ¡Estás mintiendo! Tú no vas a manipularme con tus palabras de papel. — masculló, elevando el tono en su voz.

— Ella te mencionó lo de Itachi, ¿no es así? También te dijo las implicaciones de lo que es tener un heredero, ¿no? Pero cierta persona te ha negado la posibilidad de convertirte en madre, ¿verdad? —la ojiverde desvío su vista de él, intentando de que aquellas palabras no causarán ningún efecto en ella. El Uchiha logró identificar, el impacto que ese tema causaba en ella, vio en su mirada un destello de desilusión y tristeza. Sabía que estaba indefensa, con la guardia abajo— ¿Por qué te interesaría enjendrar un individuo con un hombre que no tiene mayor relevancia? Que ni siquiera tiene interés en formar una familia contigo. —el fino cuero de sus guantes se deslizó suavemente por los brazos de la albina, tocando sus hombros, llegando hasta su cuello, donde después colocó sutilmente sus dedos pulgares contra la barbilla de Nashiro— Nunca ames a alguien que te haga sentir ordinario, Nashiro. —rozó delicadamente su pulgar contra los rosados labios de la peliblanca, perdiendola en el sentido de sus palabras— ¿No te encantaría sentir esa sensación nuevamente? El calor del cuerpo ajeno contra el tuyo, repitiendote un sin fin de veces lo hermosa que eres a comparación de un girasol, mientras sus cuerpos se funden de la forma más íntima posible —la respiración del hombre se aceleró, imaginándose una infinidad de obsesnidades con la menor, sintiéndose el único causante de todos los estímulos en su cuerpo. Quería gritarle lo mucho que la deseaba, lo mucho que la amaba, lo mucho que estaría dispuesto a entregarle todo de él. Tanto tiempo detrás de ella, espiando cada momento que compartía con el Hatake, cada cosa que ella compartió con él por primera vez. Sus jadeos, su respiración irregular, sus dulces gemidos al recibir una placentera estocada. Quería ser él, ¿por qué demonios siempre tenía que estar ahí? Siempre siendo el centro atención de las mujeres que amaba, pero esta vez se propuso que no sería así y no importaba si tenía que hacerlo por la fuerza para que esta mujer se fijará en él. Ya no sabía que eran las sentimientos humanos. Poco le importaba si era ético— Déjame poseerte hasta la eternidad, Nashiro.

cursed; Kakashi Hatake [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora