Carol, solo iba persiguiendo sus sueños, siendo tan liberal y sin intensiones a ataduras, nada podía anclarla en un lugar, le gustaba volar libre como el viento.
Andrés, cansado de la vida, sin animos de continuar por el mismo rumbo, se ve envuelto...
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Estaba cerrando ya la heladería, con todo el cansancio del mundo, queriendo solo dormir plácidamente unas 20 horas.
—¿Nos veremos mañana, Venezolana? —escuché a Lucho a mis espaldas y rodé los ojos.
—Nos estamos viendo ahora —ironicé.
—Sabés a qué me refiero. Suspiré y terminé de poner las trabas antes de girarme y verlo.
—Mañana cuido a Indi en la noche, en la mañana estoy en la heladería —Le recordé y pasé de él para salir por el bar.
—No nos hemos visto en toda la semana —Se quejó yendo detrás de mi.
—Lucho estoy cansada, mañana hablamos, quizá el domingo nos veamos —me acerque a él y dejé un beso en su labios para irme corriendo a mi casa.
Se había puesto pesado toda la semana y ya me estaba aburriendo, es decir, que no quería tener nada con él ya.
Me parecía guapo y por eso comenzamos a tontear, pero ¿quererlo? Aún no llegábamos a tanto.
Esos días me demostró que no era el tipo de persona con quien quería estar, así que estaba pasando de él deliberadamente.
Carol: Yendo a casa 😍
Andrés: Avísame cuando llegues, ten cuidado.
Carol: Siempre 😉
Guardé mi teléfono y corrí hasta la casa, llegué con la lengua de corbata, tomé una rápida ducha y me metí a la cama, conecté mi teléfono y le avisé a Andrés que había llegado.
Tres días hablando sin parar, día y noche, no habíamos dejado de hablar los últimos días.
Incluso yo me sorprendía de aquello. No lo volví a ver, puesto que solo yo tenía clases por el cursillo y él aún no rendía, pero hablábamos todo el día y nos mandábamos fotos de lo que estuviésemos haciendo.
