V E I N T I D Ó S

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El día menos esperado, sucedió lo que más me temía

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El día menos esperado, sucedió lo que más me temía. 

Llegó la mujer de infierno con una camioneta para sacar todas las cosas que tenían en el lugar, incluso la nevera que Mara les había prestado y que yo había mandado a reparar cuando me mude ahí se la llevaron, para el final del día quedé yo sola en lugar sin saber que hacer, a Winnie la había mandado a una casa de tránsito con todo y cargo de conciencia, yo tuve que buscar donde pasar la noche, por que como resultaba obvio aún no conseguía departamento.

Se preguntarán ¿porqué no se va con Andrés? Pues, él vivía con su hermana en un monoambiente, así que no podía pedirle alojamiento.

Descuiden, después de una gran llorona y muchos lamento, más pérdida de cabello, conseguí que una amiga me diera asilo en su casa por unos días, mientras seguía buscando alquiler. 

El único problema era que estaba muy lejos de donde vivía principalmente, es decir, a más de media hora de Andrés.

Aún así, le tomé la palabra de quedarme con ella, Winnie fue a parar a la casa de tránsito porque ya mi amiga tenía ocho perros y un gato, no la podía tener también a ella.

El asunto también fue, que en medio de esa mudanza improvisada, me llamaron a trabajar y no podía faltar, por lo que Mara (la tía, bruja del oeste -así fue bautizada-) se hizo cargo de sacar mis cosas.

Me fui en la tarde a trabajar, con los nervios de punta por no saber lo que haría Mara con mis pocas pertenencias, sin embargo, una vez entrando a mi turno, ya no podía usar mi teléfono.

Fue un día duro y cansado, física y emocionalmente, por lo que esa primera noche en casa de mi amiga, sintiendo mi dolor en los pies y el hambre golpeando en mi estómago, lloré en silencio por lo mal que sentía que estaba todo. 

Tendría que trabajar dos semanas de noche, antes de optar por un cambio de turno, así que saldría todos los días a las 3am, a veces incluso más tarde.

Debía gastar mucho en taxis porque a esa hora ya no pasaban los colectivos, el dinero me comenzaba a faltar de nuevo, pues todo el dinero que me entraba era para pagar aquella deuda en la que Mara me había comprometido, si bien ella me prometió que me ayudaría a pagar para ayudar a su hermana, yo igual le daba lo poco que tenía.

Todo ese asunto me llevó a estar tres días sin comer y sin tener idea de cuándo lo volvería a hacer.

Para el segundo día de trabajo, traté de ir más descansada y tranquila, pero había pasado todo el día caminando la ciudad, buscando algún lugar donde vivir con mi bebé, el caso fue que con los días ajetreados seguí sin comer nada.

A pesar de ello traté de ser positiva, pensando que pronto todo se solucionaría, ya encontraría alquiler, me pagarían mi primer sueldo y con lo que me mandaran mis papás, todo estaría resuelto.

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