Finalmente estábamos en vacaciones de invierno, pero no tenía grandes planes, estaba indecisa de si irme o no a casa de mi tía, las cosas no estaban bien con ella y no quería pasar malos ratos, mucho menos forzar la situación.Así que estábamos, Marie, su novio Santi, Andrés y yo, planeando que hacer un viernes por la tarde.
—Hay un parque de diversiones en la ciudad, podemos ir —sugirió Andrés revisando en internet.
—¿Dónde queda? —Pregunté interesada.
—Muy lejos —arrugó la frente mostrándome la dirección.
Negué con la cabeza, volver de noche sería el problema.
—Si vamos ahora, podemos volver temprano —interrumpió Santi.
Marie lo secundo y acordamos ir, yo debía pasar por el cajero, así que salimos los cuatro en busca de uno.
¿Andrés y yo?
Todo muy bien, sacando la parte de que me había convertido en su amante con todas sus letras, su paño de lágrimas. Me volví su única vía de escape para cuando peleaba con Nora, que en idioma Andrés, eso sucedía todos los días. No era tan malo todo el tiempo, pero no podía ocultar lo mucho que le afectaba o lo mal que le hacían ciertas situaciones. Quise comprenderlo, apoyarlo y estar, pero no era fácil cuando mis propios sentimientos comenzaron a verse involucrados.
El problema con Andrés, era que a pesar de la pésima situación amorosa que tenía, nunca permitía que interviniera en nosotros, sí, a veces estaba distraído y distante, pero la mayor parte del tiempo era atento, enérgico y cariñoso. Se preocupaba por mi día, por mis emociones, por mi familia, compartía cada vez más mis ilusiones y temores.
Cuando caía la noche o nos encontrábamos solos, su manera de amarme y explorarme era única, había aprendido tanto con él y de él que me fascinaba. Esa dedicación que tenía a la hora de besarme, no lo había visto o sentido con nadie más.
Quería tener las cosas claras, quería ser objetiva, quería tantas cosas que se iban por un caño cuando él ponía su mirada brillante en mi, esa pequeña sonrisa ladeada que me regalaba cuando quería hacer una travesura, era capaz de hacerme temblar.
Por más que yo lo quería ocultar, o disimular, mi cuerpo entero había aprendido a reaccionar ante él, de eso no habían dudas.
Ese día no conseguimos un cajero, así que decidimos hacer pizzas en la casa y comprar ron.
Eso nos llevó a estar todos riendo en medio de la calle, mientras volvíamos con las bolsas en mano.
—Santi, ¿tú te quedas a dormir con las chicas? —Preguntó Andrés tomando mi mano.
—No creo que sea correcto —murmuró el susodicho apenado.
—Vamos, yo me quedo con mi mujer esta noche —comentó despreocupado sin soltar mi mano.
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Entrelazados ✔
RomanceCarol, solo iba persiguiendo sus sueños, siendo tan liberal y sin intensiones a ataduras, nada podía anclarla en un lugar, le gustaba volar libre como el viento. Andrés, cansado de la vida, sin animos de continuar por el mismo rumbo, se ve envuelto...