TREINTA Y OCHO

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Estaba muy complicada estudiando para rendir el final, no tenía mucho tiempo y no tenía el contenido completo, lo que me tenía más estresada, muy estresada

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Estaba muy complicada estudiando para rendir el final, no tenía mucho tiempo y no tenía el contenido completo, lo que me tenía más estresada, muy estresada.

Agarré todos mis apuntes y anoté aquello que no entendía y que debía buscar en internet, porque no tenía el cuadernillo para poder buscarlo. 

Carol: Hey, ¿puedo mudar mi oficina a tu casa? Debo buscar cosas en la compu.

Andrés: Dale pa’ca.

Guardé todo en mi mochila y tomé a Winnie para ir a casa de Andrés, tenía solo dos semanas para recordar un año entero de clases. Si me preguntan, no lo llevaba muy bien.

Iba bajando cuando me entró una llamada de un número desconocido.

—¿Hola? —Pregunté intrigada.

—¿Carol? Soy Vane, de la heladería —respondió una voz nerviosa.

Ella solía ser muy tímida en general y a veces solía estresarme, pero era buena chica.

—Oh, hola, ¿que tal todo? —Saludé incómoda.

—Bien, todo bien, disculpa que la moleste, pero la cambiaron de sucursal, luego me enteré que había renunciado y ya no tuve oportunidad de pagarle lo que me prestó —explicó con rapidez.

—Ah, no hay problema —murmuré incómoda, no recordaba que me debiera plata. 

—¿Puedes pasar hoy a la sucursal Colón, así te pague? 

Lo dude, no recordaba cuánto era y debía caminar si andaba con Winnie, pero a fin de cuentas no me venía mal el dinero con el que no estaba contando. 

—Bueno, está bien, así hablamos —acepté resignada.

—Gracias, nos vemos a la tarde.

Me despedí y guardé el teléfono para llegar rápido a donde Andrés. Subí directo a su departamento porque los porteros estaban abajo y me conocían.

Toqué la puerta y me abrió un dominicano malhumorado.

—Estoy segura que hace 10 minutos no tenías ese ánimo —aseguré entrando al departamento y soltando la correa de Winnie.

—Estoy harto de todo —respondio tirándose a la cama.

No le dije nada y me senté a estudiar en la computadora, él estaba enfrascado mandando mensajes a lo loco, cuando tuve la información que necesitaba, volví a guardar mis cosas para irme a mi casa para continuar allá.

Pero Andrés estaba muy apagado, así que me acosté a un lado de él.

—¿Quieres hablar? —Pregunté sin mirarlo.

—No quiero agobiarte —aseguro con una mueca en los labios.

—No lo haces.

Negó con la cabeza y revisó un mensaje, mire de reojo y era Anti, respire profundo y espere que respondiera, estaban peleando.

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