El invierno se iba y con ello, llegó el primer día soleado de la primavera, estaba hermoso, así que Marie organizó un día de piscina, sin decirme nada, por lo que me sorprendí al abrir la puerta y me encontré a Andrés y a Sam frente a mi.
—¿Alguien pidió dominicanos a domicilio? —Pregunté extrañada haciéndoles paso.
—Yo los llamé —gritó Marie saliendo del cuarto— el día está hermoso para ir a la pileta —aplaudió feliz.
Hice una mueca y fui a buscar mi bañador para cambiarme, no me agradaba mucho la piscina, pero tampoco me quería quedar sola.
Sam se adelantó a subir a la terraza con Marie, Andrés en cambio decidió esperar a que yo estuviera lista.
Cuando íbamos a salir, me detuvo en la puerta para besarme, pero su beso fue brusco y su estado de ánimo era extraño, allí fue donde lo denominé efecto Nora, lo separé de mi con cuidado y lo miré con cautela.
—¿Todo bien? —Indague acariciando su cabello.
—Si, todo bien —asintió y dejó un beso en mi mejilla saliendo del departamento.
Subimos en silencio, en ese silencio que no es incómodo pero tampoco es tranquilo, es de que quieres hablar pero no sabes qué decir.
Arriba ya las chicas estaban dentro de la piscina y tenían la música puesta, yo me saqué el vestido y me senté en la orilla metiendo solo los pies en el agua, sin intención de bañarme. Andrés sacó una toalla de su mochila, junto a ella, dos botellas de cerveza y vasos.
Miré confundida como nos servía a las tres y él tomaba directo de la botella, él no tomaba cerveza, algo pasaba y ya era notorio.
Me tomé la cerveza despacio, no tenía planeado tomar, por lo que no tenía prisas, él se tiró a la piscina en silencio y comenzó a nadar de un lado a otro, quería preguntarle a Sam si sabía qué le había pasado, pero tampoco quería ser pesada.
Si me quería contar, en algún momento lo haría.
Me distraje hablando con las chicas y escuchando música, con un Andrés ausente.
En un momento se unió e intentó bromear, incluso tiró de mis piernas haciéndome zambullir en el agua, cuando salí a la superficie le golpeé en el brazo molesta.
—Odioso, me entró todo en la boca, casi me ahogo —me quejé tosiendo.
—Que rico —me guiñó un ojo pícaro y me volví a meter al agua para que las chicas no notaran mis mejillas sonrosadas.
Cuando su teléfono sonó, salió rápido del agua para contestar, fue al lado del ascensor, supongo para hablar mejor.
Las tres lo ignoramos y seguimos hablando, hasta que lo escuchamos gritar y nos miramos incómodas.
ESTÁS LEYENDO
Entrelazados ✔
RomanceCarol, solo iba persiguiendo sus sueños, siendo tan liberal y sin intensiones a ataduras, nada podía anclarla en un lugar, le gustaba volar libre como el viento. Andrés, cansado de la vida, sin animos de continuar por el mismo rumbo, se ve envuelto...