Después de nuestra pelea por teléfono no nos volvimos a ver, estábamos ya entrando al otoño, Marzo tenía noches frías y días cálidos.
Yo comencé a aceptar citas, me comencé a arreglar para ir al trabajo, -aunque no debía- y comencé a recibir invitaciones de algunos clientes frecuentes.
Me dije, mi misma, él no es el único hombre en la tierra, puedes superarlo, conoce otras personas, y eso hice.
Casi todas las tardes me iba a merendar con alguien.
Él tenía su Anti para pasar el rato, así que yo me buscaría a alguien.
Unas de las tantas tardes sola en mi casa la había stalkeado, era duro el cuero a roer. Tenía todos sus perfiles privados, pero igual logré averiguar de ella.
22 años, graduada de técnico en diseño web, trabajaba en una empresa, entrenaba duro y estaba haciendo otra carrera.
Si, el sueño de todo hombre, patrañas, era como un golpe al hígado, una Argentina más, es decir, lo contrario a mi.
Yo recién tenía 18 años y estaba comenzando la universidad, no tenía nada estable y lo único regular en mi vida, era el periodo, gracias al cielo.
No lo podía culpar por querer a alguien de su edad, él ya había cumplido 24 años y estaba terminando la carrera.
Solo eres una niña a su lado, pensé con pesar.
Tenía libre, así que decidí dedicarme el día, hacerme exfoliación corporal y facial, hidratación completa, me arregle las uñas, depile las partes importantes y limpie mis cejas, esa tarde cuando fui a la plaza a llevar a Winnie, me sentía una diosa, ¿para qué mentir?
Estaba escuchando música mientras vigilaba que Winnie no se revolcara en el agua sucia, cuando sentí que alguien me sacaba un audífono.
Salté del susto y me giré encontrándome a Andrés. Lo miré con ceja alzada y me puse de nuevo el audífono, pero quitando la música.
—Hey —saludé sin mirarlo.
—¿Estas bien? —Preguntó extrañado.
—Si, ¿tú? —Respondí seca.
—Estoy bien, salí a caminar y te encontré, hace días no te veo —comentó sentándose a mi lado.
—Estuve ocupada.
—Ya veo —murmuró.
Nos quedamos en silencio, no lo quería ver, ni hablar, estaba sobando mi corazón maltratado, y verlo era como ponerle sal a la herida.
Para su cumpleaños yo le había prometido regalarle un tatuaje, así que tenía el dinero apartado para cuando decidiera hacérselo, de alguna forma me sirvió de excusa para romper el silencio incomodo.
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Entrelazados ✔
RomanceCarol, solo iba persiguiendo sus sueños, siendo tan liberal y sin intensiones a ataduras, nada podía anclarla en un lugar, le gustaba volar libre como el viento. Andrés, cansado de la vida, sin animos de continuar por el mismo rumbo, se ve envuelto...