Seguí mi plan inicial como si la vida me dependiera de ello y hubiese cumplido mi promesa, lo juro, lo estaba haciendo bien, pensar poco en él, mantenerme ocupada, salí con un chico que me tiraba onda.
Tenía más de dos semanas juiciosa, siguiendo mi instinto, mantenerme alejada del cazador, porque sin duda alguna, yo era la presa.
Hasta la mañana de un lunes, donde Sam me llamó de manera insistente, atendí extrañada y ella sonó desesperada.
—Gracias al cielo atiendes, disculpa que te moleste —dijo ansiosa.
—Descuida, ¿todo bien? —Pregunté un poco incómoda.
—Es que mami y yo estamos tratando de comunicarnos con Andrés, pero no nos atiende, ayer nos dijo que se encontraba mal y luego no nos habló más, ¿será que puedes ir al departamento a verlo? —Cuestionó.
Mi corazón casi se sale cuando escuché, se encontraba mal, ¿por qué no me avisó?
—Descuida Sam, voy saliendo a verlo, ya te aviso cuando lo vea —asegure apresurada tomando mis llaves para salir de casa.
Corté la llamada y llegué en siete minutos a su edificio, cuando lo usual era tardar doce minutos, el portero me saludó y dejó pasar, era normal que yo fuese por allá así que me conocían.
Subí hasta su departamento y toqué la puerta, no me atendió, comencé a tocar el timbre desesperada hasta que escuché un voy, había pasado por los menos siete minutos allí afuera, moví mi pierna frenética esperando que abriera, cuando lo vi, con el pelo despeinado, ojeras marcadas, los ojos hinchados y la cara de pocos amigos, supe que estaba bien, solo siendo exagerado.
—¿Qué haces aquí? —Preguntó mientras se tiraba de vuelta a la cama.
—¿Desde cuando no comes? —Interrogue de vuelta, ignorándolo.
—Desde ayer en la tarde —murmuró con ojos cerrados.
—¿Qué tomaste? —Caminé por la cocina revisando que tenía para hacerle algo.
—No tengo analgésicos, así que no he tomado nada —me miró con un ojo abierto.
—¿Las amígdalas?
Él asintió y le dije que ya volvía, tome las llaves y salí de nuevo, me fui al quiosco de la esquina y compré algo para el dolor y un desinflamatorio, compre algo para cocinar y volví arriba. Si estaba despierto, lo disimuló bien, no se inmutó cuando entré.
Agarré el teléfono y le avise a Sam que ya estaba con él y que estaba bien.
Le preparé una sopa mientras él dormía, cuando tuve todo listo lo desperté para que comiera y se sentó en la mesa quejándose.
—No tenías que hacerlo —me reprocho con pena.
—No tenía que hacer muchas cosas, pero aquí estamos —sonreí irónica y le di las pastillas para que se las tomara después de comer.
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Entrelazados ✔
RomanceCarol, solo iba persiguiendo sus sueños, siendo tan liberal y sin intensiones a ataduras, nada podía anclarla en un lugar, le gustaba volar libre como el viento. Andrés, cansado de la vida, sin animos de continuar por el mismo rumbo, se ve envuelto...