Caminaba de regreso a casa después de despedir a Marie en la terminal, ese fin de semana se ella iría a visitar a su tía y yo me quedaba sola en el departamento por causas familiares, así que sin nada que hacer, iba entretenida, csmiando despacio, escuchando música, mirando el teléfono.
Andrés: Que haces mi niña? ❤
Carol: Voy caminando a casa, ya dejé a Marie en el terminal 🤷🏽♀
Andrés: Te quedas? 😱😱
Carol: Si, no quiero ver a la bruja de Mara 🤣🤣
Andrés: Estoy saliendo del karate, nos vemos en tu casa 😏
Le di una respuesta vaga, guardé mi teléfono y apresuré mi paso por si llegaba primero, sin embargo, cuando llegué, él aún no estaba, así que subí para hacer un café mientras esperaba. Ya sirviendo mi café, sentí el toque despacio en la puerta.Un poco nerviosa le abrí, me sonrió de lado, entró tirando el bolso al piso y me cargó haciendo que pagara un pequeño gritito de la impresión, enredé mis piernas en su cintura y me afiance a sus hombros para que no me dejara caer.
Lo miré confundida y traté de hablar, pero me besó con desespero callando cualquier intento de queja, sin hacerme de rogar le devolví el beso con la misma intensidad.
—Cuando está Marie no te puedo besar como quiero —Se quejó poniéndome sobre mis pies.
Me reí aún descolocada por el intenso momento y cerré la puerta, él caminó directo hasta el cuarto, yo me devolví para tomar mi café, cuando lo seguí ya él estaba acostado boca abajo en mi cama.
—¿Y Sam? —Pregunté sentándome en la cama de Marie.
—Se fue esta mañana a la competencia de baile, regresa el domingo —murmuró mirándome serio.
Los dos nos miramos sin decir nada, luego alzó la cejas con picardía quizá notando lo mismo que yo, los dos estábamos solos el fin de semana en la ciudad, en ambas casas, era primera vez que sucedía aquello y no podíamos negar la tensión sexual que había a nuestro alrededor.
No se crean, yo era virgen, niña buena del señor, pero no era tonta, si sentía que ese hombre me despertaba muchas cosas cada vez que me besaba, también podía sentir lo mucho que se emocionaba.
Cerré los ojos, rompiendo la conexión de nuestras miradas y suspiré.
Que Jesús nos agarre confesados.
Él puso música con su teléfono y yo tomé mi café en silencio, hablamos con tranquilidad de cualquier cosa que se nos ocurría hasta que sentimos la noche caer.
Yo me había pasado a mi cama cuando me sentí más relajada y me había sentado frente a él, apoyada de la ventana, él tomo la misma posición y nos pusimos a ver los autos pasar.
—Si pongo esta música con Nora, hace rato se hubiese aburrido —sonrió melancólico y me miró apenado, quizá por haberla mencionado.
—Prefiero esta música —comenté para sacar la incomodidad que se había formado.
Pero no era tonta, sabia que ella existía y sabia que la queria aunque decía no amarla, eran muchos años juntos.
Alphaville sonaba de fondo, Forever Young se convirtió en mi himno cuando pronunció la siguientes palabras.
—Te dedico esa canción.
Mi mundo cayó, lo miré nerviosa y él sonreía con un brillo en sus ojos que no le había visto antes.
Cantamos juntos la canción hasta que terminó y comenzó otra cosa, nos sumimos en un cómodo silencio, sin despegar nuestras miradas, mientras jugábamos con nuestras manos. Sabiendo que quizá no tendría otra oportunidad como esa, tomé la iniciativa.
—¿Que hacemos esta noche? —Pregunte fingiendo desinterés mirando a la calle.
Sentí su mirada asombrada sobre mi, pero no me atreví a mirarlo.
—¿Puedo dormir aquí esta noche? —Si hubiese estado tomando algo, quizá me hubiese ahogado al escucharlo.
Lo miré quizá muy asombrada y si mi cara le resultaba graciosa no dijo nada. Lo pensé mucho, pero ya había dado el primer paso, así que no me quería detener.
—Sí, te puedes quedar —accedí— en la cama de Marie —aclaré al ver su sonrisa pícara.
Alzó los brazos con inocencia como si no hubiese pensando nada malo. Comenzamos a planear qué hacer, ya era noche como para ir a algún sitio, dijo que tenia que ir a su casa a buscar ropa, decidimos comprar algo para la cena, pero al ver la hora, nos dimos cuenta que el mercado ya estaba por cerrar, así que salimos corriendo de casa para poder alcanzarlo abierto.
Llegué con la lengua afuera de todo lo que me había hecho correr. Él con sus piernas largas estaba más fresco que una lechuga.
—¿Qué quieres comer? —Indagó viendo los cortes de carne.
Miré todo insegura sin saber ni mierda que significaba siquiera muchacho ¿qué me daban un niño?
—Lo dejo a tu elección —aseguré nerviosa.
El asintió y compró costilla, satisfecho con la compra, fuimos al súper para buscae algo para acompañar, una vez terminamos todo, caminamos con más calma hasta su casa para que buscara ropa.
Cuando entramos, me encargue de meter todo a la nevera mientras el hacia su bolso, me senté a esperar que terminara y me entretuve mirando el lugar, era la primera vez que entraba, era pequeño, un solo espacio pero con balcón. Él salió del baño con un cepillo de dientes en mano y me sonrió.
—Si ves algo caminar no lo pises, son mis hámster.
Abrí los ojos asustada y levanté mis pies mirando atenta el piso, no les tenía asco, pero si miedo, él rió al verme y se agachó para sacarlos de abajo de la cocina, salió uno y lo tomó con cuidado, me pidió que extendiera mi mano y con recelo puse mi mano frente a él.
—Las dos, porque se puede asustar y querer saltar —me indicó colocando el pequeño roedor en mi manos.
Lo miré asustada y nerviosa, lo acerqué a mi y me di cuenta que era muy tierno y pequeño, cuando se empezó a mover se lo devolví con terror.
El rió de nuevo y lo volvió a dejar el piso, el pequeño no tardó en irse de nuevo a esconder.
—Esa fue chiquita honrándonos con su presencia —hizo un ademán por donde se había ido el roedor y siguió guardando cosas en su mochila.
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Entrelazados ✔
RomanceCarol, solo iba persiguiendo sus sueños, siendo tan liberal y sin intensiones a ataduras, nada podía anclarla en un lugar, le gustaba volar libre como el viento. Andrés, cansado de la vida, sin animos de continuar por el mismo rumbo, se ve envuelto...