Carol, solo iba persiguiendo sus sueños, siendo tan liberal y sin intensiones a ataduras, nada podía anclarla en un lugar, le gustaba volar libre como el viento.
Andrés, cansado de la vida, sin animos de continuar por el mismo rumbo, se ve envuelto...
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Estaba cenando con mi vecina y su nieta, estábamos celebrando que había aprobado. Si bien en mis planes no estaba hacer nada, mi vecina decidió que no podía pasar por debajo de la mesa y me llevó a comer, a lo que Isa se unió y terminamos las tres en un local de comida rápida.
Me reía de las cosas que Isa decía mientras se tomaba fotos con mi teléfono.
—Comé Isa, por favor —pedía mi vecina viendo a la niña jugar con la comida.
—Ya voy, abu —murmuró mientras sacaba foto a la comida.
Negué con la cabeza divertida y le saqué el teléfono para que terminara de comer.
—Envíale una foto a Andrés —me pidió con una sonrisa.
Entrecerré mis ojos hacia ella y asentí tomando una selfie de nosotras para mandársela.
Carol: Foto.
Carol: Estabas invitado, pero tenías clases.
Guardé el teléfono y seguí hablando con mi vecina mientras Isa terminaba de comer.
Cuando las tres estuvimos listas, salimos del local y caminamos por el centro viendo algunas tiendas, se sentía bien y me hacía sentir querida, en familia, mi vecina era señora que pasaba de los 60 pero se encontraba muy bien, era fácil hablar con ella y tomarle cariño, lo complicado era su esposo, luego de nuestro fatídico momento lo evitaba a toda costa, si mi vecina no estaba yo no iba a su casa y trataba de ir durante el día por que él no estaba, así que bueno, no todo era color de rosa.
Como se nos hizo de noche, tomamos un taxi hasta la casa, me despedí de ellas y subí a mi departamento para sacar a Winnie, quien apenas me vio se me tiró encima casi haciéndome caer.
—Bueno mi bebé, ya la mamá te saca —le dije acariciando su panza para que se calmara.
Tome su correa y salimos hasta el ascensor, le puse su pechera y dejé que anduviera suelta.
Corrió emocionada, quizá pensando que cruzaríamos hacia los vecinos, por lo que la detuve y le cambié el rumbo.
Era una noche fresca, aunque no entraba del todo el frío todavía.
Cuando le di la vuelta, terminó de hacer sus necesidades y corrió un rato, subimos de nuevo, le dejé comida y me tiré en la cama.
Revisé mi teléfono mientras veía a Winnie comer ansiosa.
