12

660 23 0
                                    

Me miró esperando una respuesta y yo mantuve en contacto mi mirada con la suya, aún con la cabeza reposada en la almohada.

—¿Por qué quieres que deje a mi marido? — Pregunté sin mover ni un músculo de mi cuerpo, solo la boca. Acomodó un mechón de cabello detrás de mi oreja y me sonrió.

—Porque no eres feliz, y es en vano seguir con él si no logra hacerte feliz — Sonreí, tal vez con un poco de ironía.

—¿Qué te hace pensar que no soy feliz con él? — Ahora quién sonreía con ironía era él. —Y no me vengas con eso de porque no me satisface en la cama. ¿No crees que pueda ser feliz sin necesidad de pensar en sexo? — Pregunté en la misma posición.

—El sexo es la base de la relación y del matrimonio Anahí. No quieras argumentar algo que es evidente. Es imposible que seas una mujer completamente feliz — Se acomodó en la cama apoyándose contra el respaldo bajo mi atenta mirada. —¿Por qué sigues con él a pesar de todo?

—Porque... ¿lo amo? — Respondí, aunque me lo estaba cuestionando yo misma. No fue una afirmación, fue más una pregunta para mí misma.

—¿Lo amas y le haces esto? Le eres infiel — Miré las sábanas fijamente bajando la mirada. —Si yo amara a una persona no le haría esto — Añadió.

—Calla — Pedí con la voz rota —No sigas — Me di la vuelta como pude, dándole la espalda y me hice un ovillo entre las sábanas.

—Si lo hago es porque quiero que abras los ojos y te des cuenta — Me dijo en el oído. Me volví a voltear y lo miré con los ojos llorosos.

—Entonces vuelvo a preguntarte ¿Por qué quieres que deje a mi esposo? Dime la verdad — Ahora estaba frente a él, y era él quien se quedaba sin respuesta. —Dame una buena razón para que vaya y le pida el divorcio — Quitó sus ojos de mí y miró hacia el techo. —¿Ves? No hay razones para hacerlo... por lo tanto no lo haré. Él me hace feliz a su manera.

—No te mientas Anahí. Tú quieres creer que lo material te hace feliz, porque solo obtienes eso de él, cosas materiales — Lo miré con furia.

—Claro que no, también tengo su amor — Objeté. —Tú no lo conoces como yo, así que no puedes opinar al respecto — Se arrodilló en la cama y me tomó de la cara para que lo mirara.

—Me acabas de pedir una razón para dejarlo... entonces no lo amas tanto como dices, porque si así sería, no dudarías ni un instante ni pedirías razones para dejarlo — Me solté con brusquedad de su agarre.

—¿Por qué siempre tenemos que terminar así? De las horas que nos vemos, el 80% lo ocupamos en sexo y el otro 20% siempre discutimos — Ahora me tomó con suavidad e hizo que me recostara sobre su pecho. ¡No entendía a ese hombre! Era duro y suave, frio y cálido a la vez... no lograba descifrarlo aún. —Me confundes — Musité contra su pecho. —Solo quiero estar bien contigo, y si siempre que hablemos vamos a discutir sobre mi matrimonio, las cosas irán muy mal... y no quiero eso. Quiero disfrutar estar contigo, por favor — Dejé un beso en su pecho y cerré mis ojos. Los párpados me pesaban.

—Está bien, duerme — Y así daba por terminado tal tema. Mucho mejor para mí, no quería arruinar siempre el momento hablando de Manuel.

Viernes a las once de la mañana mi celular me despertó del hermoso sueño que estaba teniendo. El cuerpo me estaba pasando factura por tanto sexo y azotes, ni que decir de mi pobre trasero, me dolía más que antes. Me estiré para tomar mi móvil, que durante la madrugada me había levantado para ir a buscarlo a la sala junto con mi bolso. Abrí los ojos como pude y apreté Send.

—Hanna — Contesté somnolienta con la voz ronca. Pero mis ojos se abrieron en el instante que escuché la voz de Manuel del otro lado de la línea.

La Princesa Que No Es Lo Que Aparenta | Anahi y Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora