Epílogo

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La Princesa que No es lo que Aparenta.


~Anahí~

—Any, tenemos que dar a conocer las fechas — Habla Hanna revisando algunas cosas en su tablet. Asiento de acuerdo. —Está todo listo para que salga tu sencillo... solo tenemos que poner fecha. ¿Cuándo te gustaría que fuera?


—Si está todo listo ¿Para que hacerlos esperar? Creo que en dos semanas estaría perfecto — Tomo la tablet de Hanna y abro mi cuenta de Twitter. —¿Te parece que lo publique o lo haces tú? — Ella sonríe y me autoriza con un movimiento de cabeza.

—Adelante. Dales tú esa maravillosa noticia, te corresponde a ti — Mientras lo hago, la puerta del estudio de Poncho, donde estamos con Hanna, se abre dejando pasar a Rosa. Es la mujer que antes ayudaba a Alfonso con la casa y ahora lo hace nuevamente desde que llegó Agnese y yo volví a trabajar.

—Señora ¿Se les ofrece algo más? — Pregunta. Veo que tiene un biberón en la mano, entonces me incorporo y le agradezco.

—Nada Rosa, ya acabamos. ¿Aggy despertó? — Ella asiente.

—Está con Alfonso en el jardín — Responde. Tomó el biberón de sus manos y le hago una seña a Hanna. Ella me dice que se quedará ultimando unas cosas, que vaya tranquila.
Salgo del estudio seguida de Rosa que se dirige hacia la sala, pero yo salgo por la puerta hacia el jardín. Alfonso está recostado en una tumbona debajo de un árbol con Agnese sobre su pecho, ambos con los ojos cerrados. Los observo unos largos segundos y sonrío. Aggy es una malcriada del padre, ama dormir encima de Alfonso y no hay manera de que se duerma si no es así.
Mi pequeña de cinco meses se mueve inquieta y Alfonso abre los ojos, sin despegar ni un segundo sus manos del cuerpo de nuestra bebé, entonces lo veo enderezando a la niña y sentándola sobre su abdomen. Inmediatamente comienza a hablarle y Agnese le regala una de esas hermosas y amplias sonrisas que nos vuelve locos cada vez que sonríe. Cada vez que lo hace me es inevitable no llorar... y es que aún me parece increíble el milagro de dar vida, de que esa niña lleva nuestros genes y que la hicimos nosotros mismos con mucho amor.
Agnese, aunque se parece cada día más a mí, tiene algo de Poncho. Su cabello que al principio era lacio, ahora tiene ondas como los del padre aunque está cada día más claro. Sus ojos son de un color verde cristalino como el agua del mar y grandes como los míos. Su nariz es también como la mía, pequeña. Pero la boca es como la de Poncho... y tiene infinidades de cosas tanto mías como de Poncho que descubrimos día a día, con el paso del tiempo.
Alfonso la eleva en el aire sosteniéndola con sus brazos y la hace jugar, haciendo reír a nuestra pequeña creación. A Agnese le tocó el mejor padre que podría tener, un padre presente en todo momento, que la ama y da todo por ella, que ocupa su papel de padre al 100%, que no se pierde nada de su crecimiento... y lo más importante, que está loco por ella.
Decido acercarme lentamente, con obviamente una sonrisa de amor y plenitud en mi cara, y me siento al lado de los amores de mi vida. Poncho ladea la cabeza y me sonríe, mientras que Agnese me mira y llora para que la tome en brazos.

—¿Ya no quieres con tu padre? — Pregunto tomándola en brazos. —Claro, como tu madre te da de comer tú ahora quieres conmigo — Le hablo a mi niña. Poncho sonríe a mi lado. Apoyo mi espalda en el respaldo de la tumbona.

—¿Sabes por qué? — Pregunta él. Frunzo el seño en señal de no saber y él prosigue. —Le pedí por favor a Agnese que te pele — Abro mi boca sorprendida y lo miro queriendo parecer enfadada. —¿Verdad princesa? Le dije que tiene que amarnos de igual forma — Hago una cara de "ay si" y él ríe. —Es broma amor. Ella te ama, pero no es mi culpa que me prefiera.

—Pasa que tú le das todos sus caprichos — Le reclamo. —Eres muy pequeña para ser tan caprichosa — Le hablo a mi hija mientras ella toma con avidez su leche.

—Tiene una mirada tan angelical y tan expresiva a la vez — Expresa Alfonso inclinándose y mirándola. Aggy sigue succionando su biberón. —Es como la tuya — Añade. Lo miro y con timidez lo miro. —No te creo esa mirada de timidez — Se burla. Entonces me muerdo el labio y río.

—¿Qué cosas expreso? — Quiero saber.

—Muchas cosas — Resume acercándose a mi boca. Me hago apenas para atrás, para que no logre besarme y él sonríe. —Tu mirada lo dice todo. Logré poder saber tu estado de ánimo según tu mirada, si estás enojada, si estás contenta o deseosa de algo, si estás triste... Puedo reconocer cada mirada tuya sin ningún esfuerzo.

—¿Qué te dice mi mirada ahora? — Pregunto. Lo miro fijamente por unos segundos y él se acerca más para susurrarme al oído.

—Estás deseando algo — Entonces yo asiento con un leve movimiento.

—¿Qué estoy deseando? — ÉL mira a nuestra niña y luego vuelve a mis ojos. Su mirada se dirige hacia mi boca, hacia mis labios siendo mordidos con deseo por mis propios dientes.

—Deseas lo mismo que yo, pero en un lugar diferente — Me sorprendo pero no lo demuestro.

—¿Y donde lo deseo? — Prosigo preguntando con una voz melosa.

—En un lugar que hace tiempo no visitamos... casi un año — Asiento intranquila y él me roba un beso. —Así como cumplo los deseos de mi hija, cumplo los deseos de mi mujer — Añade. Sé que me tendrá preparada una sorpresa para esa misma noche... y ya palpitaba la espera.




                                                                                        ***

La Princesa Que No Es Lo Que Aparenta | Anahi y Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora