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Puse las rosas en un jarrón con agua, las acomodé en la mesita de al lado del sofá y me senté allí buscando algo en mi bolso. Saqué unas fotografías en blanco y negro de mi hijo que me había entregado Maite; imágenes de la primera ecografía. Acaricié lo que era apenas una mancha, pues ni siquiera tenía forma de bebé aún. Según Maite estaba de apenas cuatro semanas, muy poco y muy pronto para que se notara.
Maite... mi nueva obstetra... la ex amante de Poncho. Aunque pensándolo bien, no tendría por qué ponerme celosa, ella y todas las amantes que tuvo Alfonso son su pasado... así como yo tuve mis novios, así como ellos hoy son pasado para mí.
El timbre sonó sacándome de mis pensamientos, desconcertándome. Me levanté desganada y abrí la puerta encontrándome a mi alocada amiga.

—¡¿Any has visto las noticias?! — Preguntó ingresando, sin saludarme, sin importarle nada.

—Ya lo sé ¿Hablan de mi divorcio? — Se quitó los lentes negros y me miró afirmando.

—Exactamente. En días son las elecciones ¿Lo olvidaste?

—La verdad no me interesan, solo quiero que pase rápido el mes para poder comenzar mi divorcio — Respondí volviendo al sofá y tirándome en él. Hanna me siguió y se sentó con delicadeza pues llevaba un vestido de verano muy corto.

—Pues si me di cuenta — Expresó —¿Tú crees que ganará las elecciones ahora que no lo promocionas? — Bufé y cerré mis ojos, no tenía ánimos ni siquiera para hablar de eso.

—No lo promocioné nunca... y no me interesa Hanna, lo único que quiero es divorciarme lo antes posible. ¡Me importa un bledo si queda electo o no! — Me exasperé.

—¿Crees que te dará el divorcio?

—Si no me lo da que se atenga a las consecuencias. Me cansé de ser la Anahí paciente y buenita. ¡Basta ya! Tengo derecho a hacer mi vida y tengo derecho a que me deje libre. ¡Si no piensa darme el divorcio lo dejaré tan mal parado que se arrepentirá de haberse casado conmigo! — Grité furiosa. Tapé mis ojos con mi brazo y me quedé en silencio imaginando la cara de Hanna en esos momentos; sorprendida.

—Woha — Emitió. —¡Esa es mi amiga! — Destapé mis ojos y la vi con una sonrisa. Su mirada se desvió hacia un lado del sillón dando con la ecografía. —No me digas que... ¿Es mi sobrino? — Asentí con una leve sonrisa.

—Tu sobrino de cuatro semanas — Afirmé incorporándome.

—Que pequeñito — Susurró. Acarició con delicadeza el papel y sus ojos se aguaron ¡Hanna emocionada! No era una escena que podíamos apreciar muy seguido. —¿Y él está bien?

—Más que perfecto, su corazoncito es muy fuerte — Comenté emocionándome junto a ella.

—Es increíble que mi amiga, mi mejor amiga, mi amiga desde hace tanto tiempo esté por ser mamá

—¿Increíble verdad? Ni yo caigo en cuenta aún. ¿Sabes lo que ha sido escuchar los latidos de su corazón? La mejor melodía que pudieron escuchar alguna vez mis oídos. Latía con ganas, con fuerzas... fue hermoso — Comenté entre lágrimas. —Soy feliz Hanna.

—Lo sé Any, y se te nota a leguas que lo eres. Pero ahorita, cuando llegué, no te veía feliz ¿Algo sucede? — Volví a recostarme y la miré desde abajo.

—Estoy celosa — Confesé.

—Nada raro en ti eh — Mordí mi labio y me acomodé en el sillón.

—Es que no debería estarlo... pero... ¿sabes lo que me enteré? — Ella negó y yo proseguí. —¿Conoces a Maite? — Hanna abrió los ojos y la boca al mismo tiempo... e inmediatamente habló.

La Princesa Que No Es Lo Que Aparenta | Anahi y Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora