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Volvimos al hotel y, Hanna, Sami y yo nos preparamos en la habitación que ocupaban estas dos. Mientras que Poncho lo hacía en la nuestra.

—¡Hay hoy será una gran noche! — Gritó Hanna acomodándose el vestido. Había elegido uno de lentejuelas, plateado y corto con unos altísimos zapatos. Sami se estaba maquillando, y esta niña parecía mayor de edad... nadie sospecharía de sus escasos 14 años. Ella eligió un look más juvenil que le quedaba espléndido... Mientas que yo me había decidido por un vestido negro al cuerpo... bastante corto. Y es que con Poncho no tenía que andar como señorona, como con Manuel. —Me encanta como luces — Agregó mi amiga. Me miré y sonreí, yo también estaba a gusto con lo elegido. —¡Esa es la vieja Any! — Expresó acomodando ahora su cabellera dorada.

—Uy Ponchito tendrá mil ojos detrás de ti, Any — Bromeó Sami mirándome. Sonreí. —Concuerdo con Hanna, esta es la vieja Any. Me agrada este look.

—Gracias. Volveré a ser la que era — Aseguré.

—¿Prometido? — Preguntaron las dos al unísono. Yo asentí riendo.

—¿La que eras, en todo sentido? — Me preguntó Sami con una pequeña luz en sus ojos.

—Trataré, preciosa — Respondí tomándole la mano. —Hasta ahora me doy cuenta que cambié mucho con ustedes... No quería aceptarlo, pero sí he cambiado. Y voy a tratar de remediar las desilusiones. Lo prometo — Inmediatamente sentí el abrazo de Sami con el que me decía que todo estaría bien, y que si intentaba remediar las cosas que hice mal, mis fans estarían allí para perdonarme y seguir conmigo.

Recibí un mensaje de Alfonso, que nos esperaba en el bar del hotel. A Hanna y Samantha les faltaba terminar, pero yo ya estaba lista. Solo apliqué un poco de rubor en mis mejillas, labial rojo y un poco de perfume... y ya estaba lista.

—Las espero abajo, estaré con Poncho — Ambas asintieron, tomé mi abrigo y mi pequeño bolsito, y salí al encuentro con mi hombre.

El ascensor tardó en llegar, ya me estaba fastidiando e iba a bajar por las escaleras cuando lo oí llegar. Ingresé topándome con un hombre y me acomodé a un costado, pero eso no evitó que el tipo me mirara con descaro, de arriba abajo, del pelo hasta los zapatos.

—Santiago, mucho gusto — Habló extendiendo la mano. Lo miré y como no extendí mi mano, sonrió. —¿Y cómo te llamas? — Siguió.

—No creo que te interese — Miré la pantalla de aquél ascensor, faltaban dos pisos.

—Oh si, de hecho me interesa, por eso te pregunto. Voy hacia el bar. Te invito una copa — Añadió. Sonreí forzadamente y me negué.

—Lo siento, pero me esperan — Las puertas se abrieron y salí.

—¿Novio? ¿Amigos? ¿Tu familia? — Me siguió.

—Si, mi novio. Adiós — Se llevó su mano a su cabello y asintió. Busqué a Poncho, a lo lejos lo vi... pero también vi a una despampanante rubia sentada junto a él. La sangre me hirvió al verlo sonreír animadamente mientras se tomaba una copa.
Acomodé mi cabello, me recompuse y caminé hacia ellos con decisión, iba a echar a esa vieja de al lado de mi Alfonso.
Cuando Alfonso me vio llegar no hizo ningún gesto extraño, al contrario, sonrió y me tomó de la cintura besando mi mejilla.

—Amor — Me susurró en el oído, luego volvió la vista a la rubia que ya me cayó súper mal por el modo que me miraba. —Mi amor ella es Sandy, una amiga. Sandy, ella es Anahí, mi... — Me miró y sonreí, entonces prosiguió —...mi mujer — La rubia alzó sus cejas y sonrió volviendo a escanearme por completo.

—Mucho gusto — Saludé. Ella tomó su copa y bebió sin quitarme la mirada de encima, que ya comenzaba de hecho a ponerme nerviosa.

—Así que tú eres la afortunada — Dijo. Yo me encontraba con la espalda apoyada en el pecho de Alfonso, entre sus piernas, y mis manos entrelazadas con las suyas que reposaban en mi vientre. Sí, era afortunada. Alfonso era el hombre que toda mujer deseaba tener, pero era mío y estaba orgullosa de eso. —Nunca pensé que ibas a comprometerte con alguien — Añadió la mujer de, aparentemente nuestra edad.

La Princesa Que No Es Lo Que Aparenta | Anahi y Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora