10

894 28 0
                                    

Llegamos a la cocina y comenzó a preparar las cosas. ¿De verdad sabía cocinar? ¡No pues este hombre era perfecto! Y me sorprendía cada vez más.
Antes de sentarme allí a mirar preferí ayudarlo, así que comencé cortando unas verduras. Eran casi la una de la madrugada y nosotros ahí cocinando a pura risa. Poncho me devolvía algo de esa niña perdida hace un tiempo, y me encantaba poder sentirme así con él.
Entre preparaciones, cortes de verduras y otras cosas más, hubo besos y toqueteos pero nada más. Tenía demasiada hambre como para detenerme a hacer otra cosa.

—Quiero saber más de ti — Largué sin quitar mi vista de lo que estaba haciendo. Me miró y bajó el fuego de la hornalla —Digo, tú sabes más de mi vida que yo de la tuya. ¿Eres empresario?— Pregunté.

—No, no soy empresario... de hecho no tengo nada que ver con empresas ni nada por el estilo — Explicó.

—¿Ni política? — Curioseé. Él volvió a negar. —¿Entonces que hacías en una reunión como la de hoy?

—Soy médico cirujano, aunque ahora estoy en mi mes de vacaciones — ¿Médico cirujano? Wow me imaginé que fuera cualquier cosa menos médico. —Me doy cuenta que no le prestaste mucha atención a la plática de esta noche — Y de hecho no, a lo que menos le había prestado atención fue a eso. Mi atención absoluta estaba puesta en él, en su belleza, en las noches que habíamos vivido y nada más. Lo veía hablar pero sinceramente no había escuchado su relato, solo me había fijado en su boca moverse y... ¡Ya! En nada más.

—No — Contesté sacudiendo mi cabeza —Me aburren esas pláticas, y te confieso que solo me fijé en ti y no puse nada de atención a lo que hablaban. Mi mente estaba en otro lado — Sonreí traviesa y él hizo lo mismo.

—¿En que pensabas preciosa? — Preguntó tomándome de la cintura.

—En cosas — Contesté al fin y separándome. Fui al taburete y me senté allí, seguida por él que tomó lugar en uno frente al mío. La mesada nos separaba. —¿Entonces? ¿Qué hacías allí con esos políticos y empresarios?

—No te investigué, si es lo que estás pensando — Sonreí y negué —No habían solo políticos y empresarios allí, también estábamos un grupo de médicos. Y no sé si sabias, pero nos juntamos médicos de la Clínica Santa Clara, algunos empresarios y políticos como tu esposo — Suspiré. No quería que me nombrara a Manuel... no cuando estaba con él. Obvié su nombre y seguí escuchando —Y nos juntamos con un objetivo, y es que las personas que necesiten alguna operación complicada puedan atenderse en mi clínica sin necesidad de pagar una fortuna en otra. Obviamente las personas que no pueden pagar ese tipo de operaciones. Y se trató con mi clínica porque es una de las mejores de México, la que tiene un equipo muy bueno y capacitado para operaciones de riesgo — Wait! ¿Dijo dos veces "mi clínica"?

—¿Tu clínica? — Pregunté sorprendida.

—Si, herencia de mi padre. Era suya y ahora estoy yo a cargo — Sinceramente lo que menos me había imaginado de Poncho era justamente esto, que fuera médico. Daba un estilo más a empresario.

—Entonces tu padre era el dueño — Asintió y esperó más preguntas. —¿Ambos eran médicos?

—Si. Mi padre conoció a mi madre en la Universidad. Se formaron los dos como médicos, mi padre recibió una herencia de mi abuelo cuando era un jovencito apenas y prefirió invertir en algo que ayudara a muchas personas... y su sueño siempre había sido tener un hospital. En este caso una Clínica, y la llamó Santa Clara en honor a mi madre, que así se llamaba; Clara — Interesante historia. Cada vez quería conocer más de él, porque todo lo que venía de Poncho me sorprendía y me agradaba.

—Entonces eres el director de esa clínica.

—Si, director y cirujano también. Pero ahora me tomé un mes de vacaciones luego de cinco años de trabajar sin parar — Poncho era muy joven, tenía 29 años apenas y ya era cirujano, director y dueño de una clínica. Se levantó y revolvió la cazuela, luego volvió a mí. —Está casi listo.

La Princesa Que No Es Lo Que Aparenta | Anahi y Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora