32

422 25 2
                                    


Me separé de sus labios y caminé hacia el tocador para retocarme justamente el maquillaje. Mis ojos estaban hinchados obviamente, pero el maquillaje había vuelto a la normalidad. Me coloqué las sandalias, quedando casi a la altura de Alfonso que me miraba atento a un lado.

—Antes necesito hacer algo... ¿Puedes darme el número de Christopher? — Pedí mordiéndome el labio. Él sonrió con picardía y asintió... Imaginé que estaba pensando que volveríamos a practicar sexo con él... y quizás se llevaría una sorpresa. Me entregó su móvil y le hice una seña para que me dejara sola.

—Te espero abajo — Dijo una vez que tomé su teléfono. Se retiró dejándome allí con el móvil en mano, temblando, pensando si hacer lo que iba a hacer. Finalmente me decido y busco su número en la agenda para luego apretar Send. Dos tonos después su conocida voz se escucha del otro lado.

—¡Poncho papá! — Dice con un tono de bastante confianza, y juraba, con una sonrisa. Carraspeo y hablo.

—No es Poncho... soy... Anahí — Respondo con voz trémula. Se escucha un sigiloso silencio por largos segundos.

—Oh... Anahí ¿Cómo estás? ¿Ha sucedido algo?

—No, nada — Niego inmediatamente —Estamos bien, solo que... quería preguntarte que tienes que hacer esta noche — Suelto de una vez.

—Pues... mis mujeres me dejaron solo en casa por una reunión de amigas. Así que prácticamente nada ¿Por qué lo preguntas?

—Yo... — Balbuceo. ¿Qué cara.jos estoy haciendo? Respiro profundo y aclaro mi voz. —Quiero invitarte al Martini, a participar... ya sabes, con Poncho y conmigo — Espero su respuesta, y espero que haya entendido dado a que no pronuncié la palabra se.xo o fo.llar.

—¿Me estás proponiendo volver a repetir lo que hicimos aquella vez en el Martini? — Un tímido "si" salió de mi boca, y escucho una disimulada risita de gusto. —No podría haber mejor plan para esta noche que esto — Aceptó y solté el aire que no me había dado cuenta había contenido.

—Bien. ¿Entonces nos vemos allí?

—Cuenta con ello. ¿En una hora?

—Dos mejor — Respondí con una sonrisa.

—Perfecto. Oye Anahí ¿Por qué me llamas tú y no Poncho? — Sonreí con travesura y comencé a explicarle mi maquiavélico plan con un poco más de confianza. Poncho me las pagaría muy cara, nadie me hacía esperar tanto tiempo.



Llegamos al Martini, y para ser un día viernes estaba bastante lleno. Caminamos de la mano y miré a mi alrededor, ya reconocía la mayoría de los rostros y es que siempre iban los mismos socios.
Poncho me llevó de la mano hacia unas escaleras. Dos hombres de seguridad lo saludaron, luego se dirigieron a mí con un asentimiento de cabeza, y nos hicieron subir. Allí era un ambiente más tranquilo, con música lenta, mesas con largos manteles blancos y velas en el centro. Platos blancos con cubiertos, copas y un champan decoraban también la mesa. Había solo cuatro parejas alejadas de nosotros, y se podría decir que teníamos bastante intimidad.

—Princesa — Dijo alejando la silla para que me sentara. La acomodó y tomó asiento en la que estaba a mi lado.

—Gracias — Digo mirando todo ese bonito decorado. —No conocía de esto — Sonrió y un mozo apareció. Nos dio la carta y Poncho pidió un vino. El champán sería para después.

Lo que siguió después fue una plática de cosas triviales hasta que trajeron la cena. Hablamos del Dry Martini, de esa parte que yo no conocía, de cómo Alfonso conseguía los mejores lugares siempre, de la atención que tenían siempre con nosotros.
Durante la cena salió la plática del plantón pero decidí no darle importancia, más tarde me las pagaría.

La Princesa Que No Es Lo Que Aparenta | Anahi y Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora