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Relatado en 3ra persona.

—¡No quiero nada! ¡Quiero a Anahí aquí conmigo! — Gritó Samantha sentada en su cama, ahogada en llanto y encaprichada. Su hermano se tomó la cabeza y tomó aire.

—¡Anahí no quiere saber nada de mí ni de tí y no sé porque carajos es Samantha! ¡Así que comes porque no tendré más paciencia! — Gritó hastiado.

—Algo le hiciste para que no quiera vernos ni saber nada de nosotros — Hipó la adolescente.

—¡Nada Samantha! ¡No sé cuál es el motivo! — Se sentó en la cama y agachó la cabeza. —No sé el motivo por el cual me dejó así. Yo también la necesito ¿sabes? — Alfonso no permitió que la voz se le quebrara. —Tienes que comer o te hará mal.

—No quiero — Respondió recostándose. —Quiero a Anahí — Alfonso la vio llorar y se le encogió el corazón. Se levantó decidido y asintió.

—¿Quieres a Anahí? Te traeré a Anahí — Se fue azotando la puerta, decidido a todo.


~*~

Sentí que el ama de llaves discutía con alguien, la oí desde mi habitación, así que salí para saber que estaba pasando.
Cuando vi a Alfonso allí, desmarañado, con el pelo revuelto, una incipiente barba de varios días, la camisa desarreglada y los ojos cansados, me tomé el vientre y abrí mi boca para tomar aire. El susto se plasmó en mi cara.

—Any...— Lo escuché farfullar. Miré a la doméstica y le hice un gesto de aprobación, entonces lo dejó pasar y se retiró.

—¿Qué haces aquí? ¡Te he dicho que no puedes estar aquí, no puedes venir! Manuel te puede ver aquí y quiero evitar problemas — Dije sin darle chance a nada. Dio unos pasos hacia mí y lo frené. —No sigas.

—Necesito explicaciones... ¡Llevo cuatro malditos meses persiguiéndote y me huyes! — Desvié la mirada, no podía mirar esos ojos verdes aguados... no sin poder llorar. —Te necesito sobretodo... y necesito ver crecer día a día a mi hija dentro de ti — No pude evitar llorar. Estaba siendo cruel con él, lo estaba alejando de su hija, lo más importante para él. —Por favor ven conmigo y hablemos — Pidió suplicante.

—No hay nada que hablar Poncho — Respondí con la voz rota. —Ya está todo dicho.

—¡No hay nada dicho Anahí! ¡No me has dicho nada caray! — Gritó perdiendo la paciencia, haciendo que mi llanto aumentara. —¡No entiendo por qué volviste con ese hipócrita! ¡No entiendo cómo es que de un día para el otro cambiaste de opinión! No entiendo y necesito que me expliques. No puedes pretender que me olvide de ti, no cuando te amo con todas mis fuerzas y llevas a mi hija en tu vientre.

—No es tu hija — Respondí entre llanto. —¡Te he dicho miles de veces que no es tu hija!

—¡¡No me mientas!! — Se acercó rápidamente a mí y creí que iba a tomarme de los brazos, sin embargo se frenó y cerró los ojos con fuerzas. —Es mi hija y no me harás creer otra cosa — No dije más nada, me limité a cerrar los ojos y llorar. —Si no fuera mi hija no la llamarías Agnese.

—Es un nombre que me gusta — Me excusé.

—No te creo. Me haré cargo de ella, no dejaré que un tipo cualquiera le ponga su apellido y le haga creer que es su padre... no lo permitiré Anahí — Secó sus lágrimas y aspiró con rudeza. —¿No me quieres explicar nada? Está bien, allá tú lo que hagas. Pero no dejaré de insistir, estaré en todo lo que tenga que ver con Agnese. Yo soy su padre — Lo miré fijamente a los ojos, sin dejar de llorar. —Otra cosa... Sami no tiene nada que ver en esto, y te lo pido con una mano aquí — Llevó su mano a su pecho, del lado del corazón —Te necesita. Está en su límite, ha bajado mucho de peso y la quiero internar... no está bien, y no quiero que ella también se vaya de mi vida y quedarme solo, sin las personas más importantes que tengo — Tragué grueso. Había metido a Sami en la misma bolsa, y ella no tenía nada que ver en la situación que estábamos viviendo.

—¿Está bien ella? — Pregunté con un hilo de voz.

—No... no estamos bien — Sollocé y me abracé a mí misma. Giré y tomé mi bolso antes de guiar a Alfonso hacia la salida.



Cuando llegamos Alfonso dejó que fuera sola a la habitación de Sami... y encontrarme con la niña en ese estado me dio ganas de llorar... y lo hice. Ella apenas me vio abrió sus brazos, pidiéndome un abrazo. La abracé con todo el amor que tenía dentro, dándome cuenta que Sami no estaba bien.

—¿Por qué tuviste que llegar a esto?

—No quiero vivir más Any. Ya no — Sollozó. El nudo siguió molestando en mi garganta, no se iba por más que lloraba descargándome.

—No digas eso Sami, tienes toda una hermosa vida por delante...

—No la tengo Any. No quiero vivir viendo sufrir a mi hermano, tener a mi sobrina lejos, a ti también lejos de mi vida... ya no quiero — Se abrazó con más fuerzas.

—Me tienes aquí Sami, prometo que no volveré a mezclar las cosas y estaré contigo — Se separó y me miró.

—¿Por qué?

—Porque te quiero — Respondí.

—No Any, ¿por qué te fuiste de un día para el otro, por qué te alejaste de nosotros, por qué nos desprecias y no quieres saber nada de nosotros? ¿Por qué nos haces sufrir así, por qué nos matas con tu indiferencia, por qué tratas así a mi hermano...? ¿Por qué le niegas lo más importante que él tiene en esta vida; su hija? ¿Por qué? — Volvía aquél nudo a mi garganta, tuve que inhalar y exhalar con fuerzas para que disminuyera.

—Son... cosas de grandes, entre él y yo — Expliqué.

—Bueno, pero por lo menos explícaselo a él. Necesita una explicación Any... no vivirá en paz si no se lo explicas. Por favor, hazlo por el amor que sentiste alguna vez por él, hazlo por mí y por esa bebé que sé es mi sobrina — Bajé la mirada y asentí.

—Claro que es tu sobrina Sami. Agnese es hija de Poncho, no hay otro padre. Pero las cosas están muy difíciles y será mejor que no sepan más de nosotras — Dije incorporándome.

—¿Así como así? ¿Así nos vas a dejar sin importarte nada? Any... — Su voz se quebró. —Sinceramente creí que eras distinta a todos. Cuando dijeron lo que dijeron de ti, yo siempre te defendí porque sabía y me daba cuenta que estabas siendo manipulada... y ahora es igual, ese tipo te está manejando a su antojo... pero ya no puedo entenderte — Se recostó con furia en la cama y se tapó hasta la cabeza con la colcha. —Vete — Dijo por debajo de ellas. —Si te irás hazlo ya y deja de hacernos sufrir.

—Sami...

—¡Vete! — Gritó destapándose y dejándome ver su cara empapada en lágrimas. —Deja de hacernos sufrir y vete de una vez por todas — Lloró. —Al final... mi hermano y yo siempre estuvimos solos, y solos vamos a seguir. Vete — Sentí que oprimían mi corazón y me sentí la peor persona del mundo.
Salí de allí corriendo sin poder dejar de llorar, hasta que me choqué con Alfonso que me esperaba en la sala.

—Perdóname — Fue lo único que me salió entre el llanto. —Quiero que seas feliz... que comiences una nueva vida. No quiero lastimarte Alfonso, pero las cosas entre tú y yo ya no son las mismas... y nada volverá a ser como antes — Añadí secándome las lágrimas.

—¿Así te vas? ¿Sin darme explicaciones? — Vi el dolor en sus ojos.

—No hay nada que explicar.

—Si que hay Anahí. Yo necesito explicaciones.

—¡Todos necesitan explicaciones pero yo no estoy dispuesta a darlas! ¡Quiero que me dejes en paz, que dejes de insistir, que me dejes seguir con mi vida! ¡Necesito que dejes de sofocarme, que me dejes vivir tranquila!  — Grité explotando. Mi llanto no cesaba, y no cesaría nunca.

—No puedo Anahí, no puedo por el simple hecho de que llevas a mi hija en tu vientre y tengo derechos.

—Ella no te necesitará.

—¡Si me necesitará! — Dijo fuera de quicio. —¡Es mi hija y no puedes negármela! Any... — Se acercó.

—No te acerques — Pedí retrocediendo.

—Quiero que llevemos la fiesta en paz... si ya no me amas lo entenderé, en algún momento trataré de entenderlo, pero no me niegues a mi hija — Pidió con los ojos llenos de lágrimas. Jamás lo había visto así, tan suplicante. —No me la niegues.

—Ella tendrá un padre; mi esposo. No te necesitará.

—¡Maldición Anahí que yo soy el padre maldita sea! — Gritó exasperado. —No me obligues a pelear por ella, porque te juro que lo haré.

—No lo harás.

—Si me la niegas no me quedará otra, y tengo las de ganar. Puedo quitártela — Lloré y vi el arrepentimiento en sus expresiones. —No quiero hacerlo, por favor Any arreglemos esto los dos, sin terceros — Me quedé en silencio un largo rato hasta que lo miré nuevamente a los ojos.

—Necesito alejarme de ti, no quiero que vuelvas a entrometerte en mi vida. El día que nazca Agnese podremos acordar lo que quieras, pero por el momento déjame seguir con mi embarazo en paz — Supliqué.

—No hasta que me expliques — Insistió.

—¡No hay nada que entender! Contigo me equivoqué, no fue más que un desliz, nunca tuve por qué dejar a mi esposo por ti, él me da todo lo que necesito, con él tendré la familia que siempre soñé... déjame ser... por favor.

—Eso ni tú te lo crees Anahí...

—Es así.

—Déjame sentir crecer a mi hija... por favor.

—No puedo... y si insistes no nos verás nunca más. Comienza una nueva vida, encuentra a otra mujer, forma una familia con ella... o con Lucía. Conmigo ya no habrá nada — Dije.

—No amo a Lucía, y jamás la utilizaría.

—Entonces busca a otra, enamórate otra vez... olvídate de mí — Insistí.

—Estás siendo muy cruel ¿lo sabes? Me estás rompiendo el corazón día a día, poco a poco — Dos lágrimas pesadas cayeron de sus ojos. —Piensas que te desenamoras así, de un día para el otro, sin embargo el desamor duele hasta que no te quedan más fuerzas, y ni siquiera así logras olvidar a la persona que más amas en el mundo — Añadió rascándose la barbilla, la barba crecida le molestaba. —No pretendas que siga mi vida como si nada, porque no lo haré. Y lucharé por ti, lucharé hasta que me quede sin fuerzas... Lo juro por la vida que llevas dentro que lucharé por recuperarlas — Prometió. Sentía que mi corazón era oprimido más y más con cada segundo que pasaba. —Te amo y te amaré siempre.

—Adiós Alfonso — Tomé fuerzas y caminé hacia la salida. —Que seas feliz — Sin más cerré la puerta, dejando atrás al hombre que más amaba en la tierra.

La Princesa Que No Es Lo Que Aparenta | Anahi y Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora