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No dijo nada, me miró sin ninguna expresión y supuse que no le había gustado. Él confiaba en que me cuidaba, por eso no usábamos protección, pero un error lo comete cualquiera y ese día había olvidado tomar las pastillas... y aquí estamos, con sospechas de que quizás un bebé ya crecía en mi interior. Pero recordé las palabras que me dijo en Grecia ¿había cambiado de opinión? Porque su rostro no demostraba ni felicidad ni comprensión. Suspiré nuevamente.

—¿Me puedes dejar sola un momento? — Pedí tomando una bata. Él me miró, y me miró, y me miró hasta que le di la espalda. Entonces salió.
Apenas salió lloré sin poder contener un segundo más el llanto. Me desplomé en el piso y me abracé a mi misma. No supe la razón, no sé si tenía razones para llorar pero necesitaba hacerlo. Ni siquiera sabía si estaba embarazada, me estaba adelantando... ¡Pero a quien engañar! Allí había bebé, no había dudas.
Pensé en el rostro de Poncho que no me dijo nada, ni siquiera un abrazo, ni siquiera un 'todo estará bien' o un 'yo estoy contigo'... y pienso y quizás fue eso lo que me hizo llorar.
Me pasé veinte minutos encerrada en el baño. Luego de lavarme la cara, con los ojos totalmente rojos e hinchados, salí para encontrarme con Alfonso completamente vestido, sentado en la cama y una bolsa de farmacia en sus manos. Lo miré desconcertada, entonces se incorporó y se acercó a mí.

—Primero esto — Me entregó la caja que había dentro de la bolsa; una prueba de embarazo. Asentí y tomé la prueba para volver a meterme en el baño con el corazón en un puño y la cajita en el otro.
¿Por qué Alfonso estaba siendo tan frío? Podía notarlo en sus ojos, en su manera de expresarse.

Me quedé encerrada los minutos que debía esperar, miré la prueba y salí corriendo hacia la habitación para tirarme a la cama. Me tapé la cara con una almohada y luego sentí el colchón hundirse. Alfonso intentó sacarme la almohada pero no lo dejé.

—Any ¿Qué pasó? — Preguntó impaciente. Me quejé aún con la almohada cubriéndome el rostro. —Mi amor me vas a matar del susto. Dime ¿Qué salió? — Me quitó la almohada y esta vez sus ojos estaban distintos. Me senté y miré la prueba en mis manos, y una lágrima se me cayó inevitablemente. Luego volví a mirarlo y vi la emoción en sus ojos. Asentí levemente y dos segundos después lo tuve abrazándome como si no quisiera que me fuera.

—Vamos a ser papás — Sollocé, sin saber si era por el miedo o por la emoción. Me acobijó en sus brazos repartiendo besos por toda mi cara. Sus manos se aferraron a mis mejillas y me miró fijamente... sus ojos estaban aguados.

—Es la mejor noticia que he recibido en toda mi vida. ¡Me haces tan feliz! — Sonreí en medio del llanto, no esperaba esa reacción... y ahora eso me estaba relajando.

—Pensé que no te iba a gustar — Dije con voz de niña. Me separó de mi cuerpo y me miró con mala cara.

—¿Cómo crees que no me iba a gustar? Es mi hijo quien viene en camino, parte mía... tendría que no tener alma para no aceptarlo — Me regañó. Asentí. Yo lo conocía, no sé por qué llegué a pensar que hubiera rechazado a su hijo. —Solo que no quería ilusionarme antes.

—Ya. Pero la situación... — Farfullé. Él se sentó en la cama y me miró con seriedad. Me sentí chiquita ante su mirada severa y solo pude agachar la cabeza.

—La situación es lo de menos. Haré todo por ti y por nuestro hijo, y arreglaremos pronto esta jod.ida situación — Llevó su mano derecha a mi cara y con sus dedos alzó mi mentón para que mi mirada se encontrara con la suya. —¿Recuerdas lo que te dije en Grecia? — Claro que recordaba. —Lucharé por ti y por mi hijo — Llevó su mano a mi vientre, acariciándolo. —Es increíble — Soltó una risita que rebotó por toda la habitación, contagiándome a mí. Lo miré y sentí mi corazón colmado de amor... ¡Iba a ser mamá! Y Poncho sería el papá. Volví a llorar al caer en cuenta.

La Princesa Que No Es Lo Que Aparenta | Anahi y Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora