31

460 26 1
                                    



—No sabes cuánto te extrañé — Susurró contra mi oído mientras yo me aferraba a su cuello con los brazos a su alrededor y su po.lla entraba y salía de mí. Estaba a horcajadas sobre él haciendo el amor con sumo cuidado. Estaba siendo tan malditamente cuidadoso que no lo soportaba. —Extraño no poder tenerte cerca en todo el día — Siguió. Eché mi cabeza hacia atrás para poder mirarlo y choqué mi frente con la suya.

—Y yo te extraño a ti... me siento vacía sin ti. Necesito tenerte cerca mi amor, necesito que me dediques más tiempo — Pedí entre jadeos. Besó mi mejilla y se ensartó más en mi.

—Trataré de dedicarte la mayor parte de mi tiempo — Susurró haciendo cosquillas en mi oreja con su aliento. —No quiero perderme nada del crecimiento de mi hijo, y te prometo dedicarte más tiempo. A ti, a nuestro hijo... — Lo besé y él se recostó sobre la cama. Apoyé mis manos en su pecho y disfruté tenerlo dentro de mi cuerpo. Cerré mis ojos y comencé con un movimiento brusco. Él había sido suave y cuidadoso desde que comenzamos disque para no dañar al bebé, pero yo necesitaba algo más extremo. ¿Me tenía que conformar durante el embarazo hacer la conocida pose del misionero? No, claro que no. Subía y bajaba con brusquedad, con los ojos cerrados, penetrándome, queriéndolo sentir lo más profundo posible. Pero él seguía siendo suave. Frené mis movimientos y lo miré con frustración.

—Ponle más entusiasmo Poncho. Parece que hiciéramos el amor solo para sacarnos las ganas — Me quejé quitándome de encima. Me recosté sobre la cama y tapé mis ojos con mi brazo.

—Tienes apenas semanas de embarazo, si hago algo brusco puedo dañar al bebé — Me explicó. No dije nada. —Any... no me perdonaría si le pasara algo — Bufé y lo miré.

—No le pasará nada Alfonso — Traté de convencerlo. —Te prometo que no le pasará nada. Solo... ponle un poco más de frenesí... no sé, algo. No te estoy pidiendo que me azotes — Reí. Él rió y se puso encima de mí.

—No me des ideas porque me olvido que estás embarazada — Advirtió acomodándose entre mis piernas.

—Olvídate por un rato y hazme lo que quieras — Pedí mientras subía una de mis piernas para apoyarla en su hombro. Grité cuando penetró en mí de una sola embestida. Eso quería yo. Mordí mi labio y sonreí mientras lo sentía entrar y salir, profundo por la pose en la que estábamos.
Teníamos que aprovechar porque cuando mi vientre creciera no iba a ser posible movernos tan bien.

—¿Cómo estuvo el encuentro con Márquez? — Preguntó acariciándome la espalda. Mi cara descansaba en su pecho.

—Estoy segura que hará lo posible por divorciarme, aunque se complique — Comenté.

—Es mi abogado desde hace mucho tiempo, por eso te lo recomendé. Es muy bueno en su trabajo — Aseguró. —¿Y cómo han estado mis bebés hoy? — Sonreí y me levanté un poco para mirarlo, rocé la pun-ta de su nariz con mi dedo índice y luego acaricié sus labios.

—Mmm un poco bien. Estos malestares me traen mal, me pasé toda la mañana con náuseas — Me quejé. —Visité a Sami y te busqué para saludarte pero estabas ocupado — Asintió y jugó con un mechón de mi pelo.

—Tuve muchas operaciones de improviso — Contó —Sami me contó que anduviste allí... y sé también que conociste a Lucía — Mi garganta se secó, me tensé en sus brazos y volví a incorporarme un poco para mirarlo.

—¿Cómo...?

—No importa cómo, pero lo sé — Tomé las sábanas y me cubrí un poco más para evitar mirarlo. Me senté en la cama y acomodé mi cabello, luego jugué con la sábana sin saber que hacer. —¿Qué hablaste con ella? — Me preguntó sentándose igual que yo en la cama.

La Princesa Que No Es Lo Que Aparenta | Anahi y Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora