24

477 22 0
                                    



Llamé a Alfonso para avisarle que no había podido hablar con Manuel dado a que no se encontraba en el D.F, pero como su móvil sonaba y sonaba y él no atendía, llamé a su casa.
Tardaron en contestar, luego de intentar escuché la voz de mi cuñada.

—¿Bueno?

—Sami soy Anahí. Llamo a tu hermano pero no me atiende, ¿puedes decirle que me conteste? Quiero hablar con él, o pásale el teléfono por favor — Pedí. No sé por qué mi insistencia, pero sentía que debía contarle o aunque sea hablar con él.

—Any... Poncho acaba de irse. No sé si te contó pero él comenzaba a trabajar mañana, sus vacaciones han acabado y... Bueno, la cosa es que no está. Pero seguro en cuanto estés aquí estará de regreso — Pronunció —Dijo que no venías a cenar, solo a dormir.

—Si — Contesté. Me quedé pensando si preguntarle a Sami a donde se había ido Alfonso. —¿Y sabes dónde está que no puede atenderme el móvil? — Finalmente pregunté.

—Lo llamaron de la clínica — Farfulló mi cuñada quizá pensando que me iba a enojar, pero no sería así.

—Bien. Si regresa dile que lo he llamado.

—Claro Any. Cuídate. Nos vemos al rato — Me despedí de Sami y tomé el mismo taxi que me esperaba, esta vez para ir a casa de mi madre.

Durante el viaje pensé en la razón por la que llamaron a Alfonso de la clínica, y no creía que fuera solo porque él era el director y dueño del lugar... más bien creo que se trataba de Lucía, su ex.
Me dio intriga, quería saber si había pasado algo con ella... pero tuve que aguantarme. Ya cuando viera a Alfonso él iba a contarme.
Llegué a casa de mi madre, donde mi hermana me había dicho que me iba a esperar con mis sobrinos. Apenas abrí la puerta, Ana Pau salió a mi encuentro abrazándome.

—¡Tititi! — La abracé con fuerzas, había extrañado a mi pequeña princesa. Mi madre apareció detrás con mi hermana y mi otro sobrino.

—¡Hola! — Los saludé con euforia, abrazando y apapachando a cada uno. Ellos hicieron lo mismo, pero Santi era más reacio al contacto físico con su alejada tía... dado a que no me veía mucho, como todo niño, desconfiaba.

—¿Cómo está hija? — Preguntó mi madre mirándome. —¡Vaya! Estás más morena. Te hacía falta — Añadió. Lo cierto es que sí me había bronceado, y sí me hacía falta.

—Bien ma. Pues tomé el sol, quería volver a estar como antes — Respondí.

—¡Ay Any no como cuando te bronceabas hasta quedar como tomate! ¡Por favor! — Se burló mi hermana. Claro no llegaría a ese punto, ahora me daba cuenta que no necesitaba de tanto.

—¿Titi a donde fuiste? — Preguntó mi adorable ahijada mientras nos sentábamos en los sofás de la sala y mi madre le pedía a la empleada algo de tomar. Mi madre y mi hermana esperaban atentas mi respuesta. Carraspeé antes de responder.

—Fui... a Grecia. Necesitaba un tiempo a solas, con Hanna — Ana Pau jugó con mis manos, mientras me abrazaba. Ella era así, cariñosa por demás conmigo, y yo amaba que fuera así porque también era intensa con ella.

—¿Y tu anillo titi? — Cuestionó nuevamente mi sobrina. Vi como mi madre fruncía su entrecejo y Neni alzaba sus cejas. Miré mi mano, la marca de aquel anillo que antes tenía había quedado...

—Me lo quité, es que se... Se me enganchó muy fuerte y un diamante se ha salido — Mentí.

—¿Y el otro? — Volvió a preguntar. Pude ver como mi madre disfrutaba verme contra la espada y la pared.

—Ya Ana Pau, lo que haya hecho tu tía con sus anillos no nos incumbe a nosotros — Agradecí interiormente a mi hermana, aunque sabía que luego tendría que explicárselo a ella.
La empleada apareció con los refrescos, era un día bastante caluroso... y las preguntas de mi sobrina me habían llevado a sudar. Tomé un gran sorbo mientras Neni se incorporaba.

La Princesa Que No Es Lo Que Aparenta | Anahi y Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora