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—Súbete a la cama, extiende tus brazos y piernas... te esposaré las manos — Mi tono era autoritario, exigente... levanté mis cejas esperando a que hiciera lo que le pedía, y luego de dudar un poco sonrió.

—Bien... jugaré tu juego solo esta vez — Respondió meneando la cabeza y haciendo lo que yo le pedí. Se arrodilló en la cama y así camino hacia el centro, entonces se recostó y esperó con una divertida sonrisa. Me reí... no sabía lo que le esperaba.
Christopher se acercó y le entregué una de las esposas, yo coloqué la de la mano derecha y él la de la izquierda. Una vez así, a mi disposición, lo miré de arriba abajo, fijándome en su perfecto y trabajado cuerpo, en ese bóxer que parecía a punto de estallar.

—Aquí te quedas. Ya regresamos — Pronuncié. Vi confusión en su rostro, pero no le di tiempo a hablar.
Me coloqué una bata que había cerca y llevé a Ucker hacia la sala que había en habitación.

—Any... ¿Estás segura de lo que vas a hacer? Conozco a Poncho, se enojará muy feo — Mordí mi labio; la chance de que se enojara estaba, pero que le gustara también.

—Tú no te preocupes ¿Estás dispuesto a esto? — Él se rascó la cabeza y asintió algo dubitativo.

—Si, pero no quiero que se enoje conmigo. Él es mi jefe — Rodé los ojos y me crucé de brazos.

—Sé lo que hago, tú no te preocupes. Sígueme la corriente — Asintió y entonces volvimos a la habitación.

Entré segura de mí misma, tenía que demostrarme así si quería hacer lo que tenía en mente. Me quité la bata, quedando solo con el tanga y las sandalias. Miré a Alfonso que esperaba a que hiciera algo; tremenda excitación se asomaba por su bóxer y su rostro estaba rojo.

—Te tardas mucho — Gruñó Poncho. Miré a Ucker y éste se acercó, posó sus manos en mis hombros bajándolas por mis brazos, acariciando mis muñecas, mis manos... Se arrodilló y desabrochó las tiras de mis sandalias, bajándome alrededor de siete centímetros. Quitó mis bragas y besó mi vientre antes de incorporarse. Seguidamente se colocó detrás de mí y acarició mi cintura, haciéndome cerrar los ojos y disfrutar su contacto.
Abrí mis ojos instantes después y me arrodillé en la pun.ta de la cama cerca de los pies de Alfonso. Mis manos comenzaron a acariciar sus piernas, tirando de los vellos de ellas, haciéndolo gemir. Siguieron su camino por los muslos hasta alcanzar su ropa interior. La quité con lentitud dejando al descubierto su potente miembro.
Ladeé mi cabeza mirando a Ucker atrás, entonces éste se subió detrás de mí y siguió con sus caricias. Besó mi nuca, mi cuello, mis omóplatos mientras sus manos sujetaban mi cintura con suavidad. Por último dejó un beso en mi boca, antes de que me inclinara para tomar el miembro de Alfonso con mi boca.
Gimió cuando mi boca rodeó su po.lla, succionando y pasando mi lengua como si se tratara de un helado. Al estar inclinada chupando y jugando con el miembro de Alfonso, mi Oops!quedaba a disposición de Ucker, que llevó su mano a mi centro para acariciarlo haciéndome estremecer.
Combiné mis movimientos pélvicos con los movimientos de mano de Ucker, y también con los movimientos de mi boca alrededor de ese miembro tan potente que poseía mi novio.
La po.lla de Alfonso tocó el fondo de mi garganta haciéndome gemir al mismo tiempo que Christopher enterraba sus dedos en mi interior. Estaba dándole placer a un hombre, éste otro me estaba dando placer a mí... y era toda una cadena de placeres. Si antes había dicho que no podía entregarme a otro hombre que no fuera Alfonso, hoy me encontraba entregándome por segunda vez al amigo de mi novio... y quizás quisiera repetirlo una tercera.
Vi la expresión de Alfonso, su cara estaba roja y podía notar a leguas que se estaba conteniendo, su miembro estaba duro como acero y un poco de líquido pre seminal salía por él... Dejé de chuparlo para seguir con mi mano... estaba a punto de correrse, y no iba a permitirlo.

La Princesa Que No Es Lo Que Aparenta | Anahi y Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora